Noviembre 19, 2024

Chile-Bolivia: ¡Habrá que esperar otro medio siglo!

La solución al “asunto pendiente” de un posible corredor soberano al mar para un país perdedor en una guerra con Chile de hace 125 años parece haber capotado. Si somos objetivos, las soluciones se han pateado para unos cincuenta años más, con suerte.

 

 

Así las cosas la perspectiva de nuestras calendas hará que, sean cuales sean los cambios sociales y económicos que se produzcan hasta mediados del siglo XXI, la constante de mayor gasto  militar en los interesados alentará a no pocos mercaderes de armas.

Chile y Bolivia, según el agente Insulza, están más separados que antes de 1904. Exagera, pero es verdad que estamos más distantes de una solución que a mediados del siglo pasado, otro medio siglo.

¿Qué ha sucedido? Que el gobierno de Evo Morales, el más estable y chovinista en la historia de Bolivia, se ha dedicado a ganar más poder interno que a solucionar su histórico y abultado problema. Y que los últimos dos gobiernos de Chile han desplegado un chovinismo que sólo tiene comparación con los de mediados del siglo XIX, cuando se creó el mito de “la raza chilena”.

Un botón de muestra: estamos ante la Corte de La Haya para escuchar de ella el consejo de conversar o para no escucharlo, pero el gobierno de Evo proclama a su gente que la Corte fallará, lo que es falso, una salida al mar para Bolivia, y el gobierno de Chile, los ex Presidentes y más de algún despistado congresista, dicen que Chile cuidará ante La Haya su integridad territorial, cuestión que no está para nada amenazada.

Incluso podemos suponer una precampaña armamentista de una campaña que nunca existirá, por razones obvias. Evo dijo recién que “Chile teme” y Chile respondió que “no tiene miedo a nadie”.

Ya se vieron, en estos días, los garabatos de Bolivia a Chile y los de Chile a Bolivia con motivo de “la visita” del canciller Choquehuanca. Recordemos los de allá para acá. Del Vicepresidente García Linera: “Piratas”, “Bandoleros”. Del Canciller Choquehuanca: “Atropelladores”, “Racistas”. Y de aquí para allá. Del Presidente de la Comisión de RREE. del Senado, Honorable Sr. Pizarro: “Vienen como los bandidos; no se sabe si vienen por tierra o por aire, lo único claro es que por mar no vienen”. Del Canciller Muñoz, mi viejo amigo: “Las autoridades de Chile no tienen temor a nada. El único miedo que tengo es que Jean Beausejour se vaya a la “U” y eso me tiene muy aproblemado”.

Diplomáticos. Diplomáticos que comparecen ante una Corte Internacional. Entre el melifluo hablar y las reiteradas groserías hay mucho espacio para lenguajear.

¿Qué habrán informado a los jueces de La Haya que llevan nuestro caso los observadores y analistas de esa corte, que por cierto tienen que existir e influir?

¿Los garabatos del Vicepresidente? ¿Los del canciller boliviano? ¿La ironía torpe y prepotente del senador decé? ¿La fina e incomprensible del  canciller de Chile que nombra, al parecer de La Haya, a un club de béisbol o vóleibol o básquetbol o fútbol llamado “U” y a un jugador no se sabe si francés colonial o chileno?

Hablar ahora de “conversar”, paralelo a la demanda en La Haya, es humo.

El resultado, que se viene a sumar a los encontrones de los últimos años, es que si antes el 80% de los chilenos no quería nada con Evo, ahora no lo quiere el 90. Y que en Bolivia muchos deben estar inflando el pecho porque Choquehuanca viajó, sin pedir permiso, a “las entrañas del monstruo”, y allí hizo temblar dos grandes puertos, uno que fue peruano y otro que fue boliviano. ¡Qué bueno!

Ambas naciones y mucho de ambos pueblos se sienten ahora más distantes, como sus gobiernos, aunque sus gobiernos los representen poco.

Las cuestiones serias se han pateado al menos para medio siglo. Cuando nuestra región haya cambiado sustancialmente. Cuando Argentina tenga unos 65 millones de habitantes, Perú unos 50 millones, Bolivia, unos 20 millones (el doble de lo actual) y Chile sea, incluyendo a Brasil (que siempre hay que considerar), casi el más pequeño de los cinco, con no más de 23 millones, porque crecemos poco, y con una economía de servicios, sin grandes reservas mineras de exportación para ese entonces.

Brasil, con 280 millones de habitantes y una de las primeras economías del planeta, habrá empujado ya hacia el Pacífico, y Perú, Bolivia y Chile estarán obligados, para sobrevivir en el nuevo nuevo mundo, integrarse cada día más y, al menos, tener al norte de Arica una zona trinacional de desarrollo. No se hablará de “salida al mar para Bolivia” sino de zona integrada de los tres relativamente menores, para manejar la pesca al sur del Ecuador, los recursos energéticos y mineros de los tres, las exportaciones de artefactos y embarcaciones de madera y acero, y las instituciones financieras estatales y automatizados del área.

La reciente patada para adelante de nuestra gratuidad universal para educarse, el dejar para el próximo Congreso y el próximo gobierno la Nueva Constitución y esta patada para el asunto de Bolivia, dada por ellos y nosotros, me han hecho recordar una anécdota de mi niñez, de la que brotó una cancioncilla precursora, para mí, de “Cambalache” y de las canciones de protesta de Violeta Parra y Atahualpa, aunque inspirada en la inocencia.

A fines de la primera mitad del siglo pasado, por ahí por 1945, los curas de un naciente colegio de La Cisterna, cuyo director era un cuarentón Raúl Silva Henríquez, enseñaban a sus alumnos una especie de himno optimista y festivo que decía: “Cuando del siglo actual (el 20) no queden huellas y el sol del porvenir brille en la altura, entonces no habrá riñas ni querellas y sí felicidad y baratura; los ríos serán ricos chocolates, los mares serán todos de champaña, los postres se darán en azafate y ser un pobretón será una hazaña…la capital de Chile, Pailahueque, y el sol será un pedazo de empanada…”

Ahora ¿tendremos que esperar hasta fines del 21 para tener capital en Pailahueque?

 

 

 

 

 

 

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