Noviembre 17, 2024

Las desastrosas políticas públicas para la familia y los niños

El reconocimiento que 185 niños han muerto en el Sename y el que 14 de ellos se acaban de fugar de un hogar-cárcel de Arica dejan en evidencia el desastre de las políticas públicas con relación a la familia y los niños.

 

 

Era un absurdo mantener la idea del matrimonio ”hasta que la muerte los separe”, pero no lo es menos que los divorcios se produzcan con la rapidez y eficacia con que se hacen salchichas. El único esfuerzo que el Estado hace por una familia en vías de disolución es la pregunta del juez, con  todos los tonos de la formalidad burocrática; están dispuestos a reconciliarse. He visto gente dudando, no pocos.

 

La mayoría de los jóvenes no optan por casarse, los gobiernos en vez de darle un trato sociocultural han resuelto entonces, como don Otto con el sofá, crear una matrimonio de segunda que está tan devaluado que basta una sola voluntad para ponerle termino, es decir; hagan como que se casan , se trata de firmar un papel sin importancia.

 

Los tribunales de familia actúan, en general, con absoluta falta de consideración con los derechos naturales que tienen los padres sobre sus hijos. Basta el simple reclamo de un niño para que los consejeros técnicos y jueces declaren “vulneración de derechos” y los hijos sean arrebatados a su familia y enviados a las tenebrosas redes del Sename, cuyos trabajadores denuncian carecer de especialistas para tratar situaciones conflictivas, entre otras muchas carencias.

 

Hay padres y madres procesados penalmente por castigar a sus hijos, las máximas de la experiencia nos indican claramente el destino de quien se cría a partir de sus caprichos y de las enseñanzas de la calle ante unos padres intimidados por la espada de Damocles judicial.

Las políticas públicas deben tener como objetivo consolidar y hacer duraderas las familias, reforzar la autoridad de los padres para que a partir de una ética compartida y desplegada racionalmente tengamos mejores chilenos. En Chile ocurre exactamente lo contrario.

 

Las razones de estas desastrosa políticas públicas son  las siguientes.

 

1.- Trasladar la lógica de las contradicciones irreconciliables a las relaciones de familia, donde hay contradicciones pero que no están condenadas a ser irreconciliables,  entendiendo que el padre es un abusador per se, que la mujer es siempre la víctima y que los niños están mejor con el estado que en su casa. La forma de la familia depende del modo de producción económico no hay malos ni buenos ahistóricamente.

 

La idea de sacar la violencia de las relaciones de familia no puede ser mejor pero ello no se obtendrá poniendo la fuerza del estado de parte de las “oprimidas en contra de los opresores”. Eso se obtiene en lo sustancial (no hablo de femicidios ni crímenes similares) mediante la persuasión y la educación.

 

Cuantas medidas cautelares de no acercarse a la “víctima” se violan por el común acuerdo de los cónyuges que reconciliados encuentran en la potestad del estado un obstáculo para reconstruirse. Nada hay más aventurado que meterse en la intimidad de una pareja, salvo que sea para instar a la reconciliación. Un estado sin prudencia resolviendo temas familiares, con la lógica punitiva y formas actuales, es un elefante en una cristalería.

 

2.- A partir de lo anterior se incorpora al derecho penal y la fuerza coercitiva del Estado a resolver problemas de familia. Se ha nombrado directora del Sename a una ex fiscal, de grandes capacidades profesionales, pero en la persecución de delitos no en el trato de niños y familias con problemas. Esa chispa lo ilumina todo.

 

Incluso el matrimonio, configurado como un contrato en el Código Civil, genera obligaciones muy sui generis, que se deben entender más como fines

 

Hacer ingresar masivamente al mundo de las relaciones de familia la fuerza del Estado bajo la forma del derecho penal es un error de proporciones. La acción del derecho penal termina destruyendo familias que era posible recuperar.

 

3.- Las políticas públicas hacia la familia y los niños requieren capacidades profesionales y experiencia. En la actual forma de constituir gobiernos son un premio de consuelo para quienes no les “cayó algo mejor”. Esto forma parte de un problema mayor que es e haber transformado al aparato del Estado en un coto de caza, en un botín de la coalición triunfante, creando una burguesía fiscal que salta de un lado a otro, orientada por el ”cuanto se corta” más que por vocación.

 

ROBERTO AVILA TOLEDO

 

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