Noviembre 17, 2024

EEUU: Racismo y abuso policial, la otra cara del neoliberalismo

En Estados Unidos en el año 2015, la policía mató a 990 personas según el conteo Fatal Force del Washington Post. Y hasta el 13 de julio de 2016, la policía había matado a 518 personas. Una cantidad desproporcionada de las víctimas de la violencia policial son jóvenes afroamericanos.

 

 

Michael Eric Dyson, profesor de sociología en Georgetown, dijo: “Está claro que ustedes, los estadounidenses blancos, nunca nos entenderán. Somos una nación de casi 40 millones de almas negras dentro de una nación de más de 320 millones. No todos pensamos lo mismo… pero hay algo con lo que la mayoría de nosotros estamos de acuerdo: No queremos que los policías nos maten -sin el temor de ser juzgados algún día, ni mucho menos de ir a la cárcel- incluso cuando el mundo nos ve morir en videos caseros. Nunca entenderán el desamparo que sentimos al observar estos sucesos, una y otra vez, mientras las imágenes temblorosas cuentan una historia más dura de lo que los ojos están dispuestos a creer: que la vida de los negros valga tan poco; que las muertes de dos hombres negros, Alton Sterling y Philando Castile, hayan sido registradas en film esta semana, y que hayan sucedido mientras mirábamos cómo los policías disparaban sus armas. La policía forma parte de una guerra no declarada contra la negritud […] Nos sentimos indefensos para hacerles entender que nuestras vidas negras deberían importar. Nos sentimos indefensos para evitar que ustedes sigan matando gente negra…”.[1]

 

Lucha por los derechos de los afroamericanos: “No confundir visibilidad con poder”

 

El clamor por “Las vidas de los negros importan” ha sido el estandarte del movimiento social Black Lives Matter, surgido hace tres años en el pico de la violencia policial contra los afroamericanos, latinos y otros grupos étnicos. Alicia Garza, cofundadora de Black Lives Matter, señaló que si bien el movimiento ha crecido y adquirido fuerza a nivel nacional, es necesario expandir el trabajo realizado en estos años, ir más allá del despertar cultural y plasmarlo en una transformación real, para que la visibilidad dé paso al poder y que se haga realidad la consigna de que las vidas de los negros realmente importen. Advirtió: “Creo que la gente puede confundir visibilidad con poder. La realidad es que las condiciones en nuestra comunidad no son muy diferente a lo que eran antes”.[2]

 

El panorama que viven las comunidades afroamericanas, latinas y de otros grupos étnicos de Estados Unidos es devastador: desocupación, encarcelamiento masivo, falta de acceso a la educación y a la salud y violencia policial desmedida e impune.

 

Aunque son bien conocidos los índices, recordemos que en el país con más población encarcelada en el mundo, el 40% de los presos son afroamericanos, cuando solo representan el 13% de la población. Hay más afroamericanos encarcelados o con libertad condicional que personas esclavizadas en 1850.

 

Un sistema de vigilancia racista

 

¿Cuáles son las causas de esta situación? Varias voces relevantes de la comunidad afroamericana han señalado que el problema no son los policías racistas, sino un sistema racista. La determinación del perfil de un delincuente basado en la raza es ampliamente usada por la policía de todo el país. El sistema de vigilancia parte de la premisa de que una persona negra es sospechosa de delito. En un recuento realizado en un tramo de carretera de Nueva Jersey se constató que el 46 por ciento de los conductores detenidos eran afroamericanos, latinos o de otro grupo étnico minoritario, aunque estos solo habían sido el 15% de los sospechosos de conducir por encima del límite de velocidad. Lo mismo sucede en todos los demás estados.

 

“El racismo sirve para hacer dinero”

 

La escritora afroamericana Toni Morrison, Premio Nobel de Literatura, ha hecho hincapié en que el racismo es una construcción social para hacer dinero, pues las razas no existen desde un punto de vista científico o antropológico. Dice: “A veces olvidamos que el colonialismo fue y es una guerra, una guerra para controlar los recursos de otro país, es decir, para hacer dinero. Podemos engañarnos pensando que nuestro esfuerzo para ‘civilizar’ o ”pacificar’ otros países no está relacionado con el dinero. La finalidad de la esclavitud fue hacer dinero: mano de obra gratis para los propietarios de esclavos y para la industria. Los ‘trabajadores pobres’ de la actualidad son como las riquezas inexploradas de la ‘oscura África colonial’ -accesibles a precios irrisorios de compra y de salario, y bajo el poder de corporaciones que se multiplican y que apagan las voces de disidencia…”.[3]

 

El asesinato legalizado al servicio del neoliberalismo

 

Dentro de la narrativa dominante el debate se plantea en términos de “policías racistas” o afroamericanos que “no respetan a la policía”. Pero la realidad es que el racismo y el abuso policial cumplen una función vital para el sistema neoliberal: se usa a la policía para reprimir a las comunidades afroamericanas pobres, con el fin de evitar cualquier forma de rebelión mientras se implementa el saqueo de los recursos y la concentración de la riqueza en manos de las elites.

 

Chris Hedges, reconocido periodista investigativo estadounidense, plantea que la policía comete “asesinatos legalizados” contra personas de color no necesariamente por racismo, sino porque las comunidades empobrecidas se han convertido en pequeños “estados policiales”. En ellos, la policía puede detener a las personas, interrogarlas, arrestarlas sin causa por largos periodos, y hasta puede asesinarlas con total impunidad. Dice Hedges: “El objetivo del estado corporativo es conseguir la maquinaria, la justificación legal y la capacidad de despojar a los ciudadanos de derechos, riqueza y recursos. A los descartados por el Estado corporativo, especialmente a los afroamericanos pobres, se les niega la dignidad del trabajo, educación, atención médica adecuada […] Se los convierte en delincuentes. Están atrapados desde que nacen hasta que mueren en estados policiales. Y se les echa la culpa por su propia miseria”. Hedges hace un llamado para detener el salvajismo del asesinato legalizado, y advierte: “Debemos liberarnos de la ideología venenosa del neoliberalismo. Si seguimos cautivos, sufriremos la pesadilla que aflige a nuestro vecino”.[4]

 

 


[1]What White America Fails to See, Michael Eric Dyson, profesor de sociología en Georgetown, Sunday Review The New York Times

http://www.nytimes.com/2016/07/10/opinion/sunday/what-white-america-fails-to-see.html?action=click&pgtype=Homepage&clickSource=story-heading&module=opinion-c-col-left-region&region=opinion-c-col-left-region&WT.nav=opinion-c-col-left-region&_r=0

 

[2]Entrevista de Alicia Garza, cofundadora de Black Lives Matter, con Sonali Kolhatkar, Truthdig: http://www.truthdig.com/report/page2/black_lives_matter_co-founder_alicia_garza_reflects_20160707

 

[3]No Place for Self-Pity, No Room for Fear, Toni Morrison, The Nation: https://www.thenation.com/article/no-place-self-pity-no-room-fear/

 

[4]Legalized Crime and the Politics of Terror, Chris Hedges,Truthdig:

http://www.truthdig.com/report/page2/legalized_murder_and_the_politics_of_terror_20160710

 

 

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