Noviembre 17, 2024

Ni orden ni patria

 

Mantener los aspectos esenciales de la cultura dominante fue una misión trascendente que la Concertación asumió con notable entusiasmo y que la Nueva Mayoría perpetúa con los énfasis del caso luego de veintiséis años de post dictadura.

 

 

Quizás los más importantes legados sean la economía y los cuerpos represivos, que tanto dolor causaron en el pasado reciente.

 

Enfrentados a situaciones complejas, y una vez utilizados los recursos jurídicos que genera una casta de políticos corruptos, el sistema siempre le da la palabra a las fuerzas especiales de Carabineros cuyos mandos han desarrollado una doctrina que los convence que apalear estudiantes, torturar niñas y perseguir mapuche es un aporte a la hombría y un servicio a la patria.

 

No muy tarde los políticos que abrieron las puertas a la cobardía policial tomarán en cuenta el error que han cometido al dejar hacer a un cuerpo armado por el cual no pasó el fin de la tiranía.

 

Ha quedado en evidencia una trenza peligrosa de políticos sinvergüenzas y policías irracionales.

 

Ambos coinciden en detestar el movimiento de la gente, su ira, su bronca contenida y abominan de las exigencias reformistas de los estudiantes, desprecian al mapuche y al pobre respondón que protesta.

 

Estas autoridades por la gracia de los irresponsables que los votan, están casados hasta la madre con el sistema que alguna vez dijeron querer cambiar.

 

En las últimas horas se ha sabido de la detención y posterior desaparición, así, tal cual como se conoció esa técnica en tiempos que se creían superados, del lonco de la comunidad de Temucuicui, Víctor Queipul.

 

Decenas de vehículos con tropas fuertemente armadas ingresaron a su comunidad sin mostrar una orden y sin ninguna razón plausible. Solo para genera terror. De este hecho irracional ha quedado un reguero de heridos entre ellos mujeres y niños, y el Lonco Queipul en carácter de desaparecido.

 

Se han visto imágenes de la manera brutal y cobarde en que la policía arremete en contra de mujeres, ancianos y niños sin que ninguna autoridad diga algo.

 

Lo que el Estado desarrolla en el wall mapu no es sino una guerra de baja intensidad que busca desgastar en el largo plazo a la capacidad movilizadora y organizativa del pueblo mapuche, inoculado el mayor grado de terror posible.

 

Las autoridades corruptas que gobiernan están llevando al país a una espiral de la que va ser difícil salir por vías institucionales.

La torpeza política y la obnubilación que les produce el poder y el dinero no le están dejando cabida a una reflexión con algo más de profundidad. Para estas autoridades el control del orden público y la represión como respuesta a las exigencias populares, lo es todo.

 

Caminamos derecho a la restauración de la dictadura.

 

Un general de carabineros irrumpe con opiniones abiertamente políticas y las autoridades llamadas a tener sobre la policía el control de sus acciones, dado que tienen el monopolio de la fuerza para el control de la seguridad y el orden público, no dicen esta boca es mía.

 

Ese general deberá investigar el robo de armamento de guerra desde una unidad policial, hecho que fue perpetrado por uno de sus subordinados. Hace no mucho una mujer fue asaltada por dos sujetos que terminaron siendo funcionarios policiales.

 

Una mujer carabinera, deshumanizada hasta la madre, provoca un aborto a una de sus congéneres solo porque ésta fue en auxilio de unos niños que estaban siendo detenidos. Hordas irracionales destruyen la puerta patrimonial del liceo Valentín Letelier como un gesto de odio e ignorancia suma.

 

Y no hay semana en que alguno de los subordinados de ese general que delibera a vista y paciencia de las autoridades y que debiera ser dado de baja de inmediato, no aparezcan en hechos delincuenciales, apaleos feroces, abusos, manoseos, torturas y tratos crueles y degradantes.

 

A todo esto la compañera Bachelet estará pensando lo bien que le haría sacarse una fotografía con la selección chilena de fútbol, en el caso en que esta ganara el campeonato.

 

 

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