El domingo 22 de mayo de 2016 amaneció Santiago de maravillas. Después de días secos el sol volvió a salir y por momentos golpeó fuerte. Villa Grimaldi ya no estaba fría. A pesar de la tragedia, sus árboles añosos se vistieron de luces naturales.
Allí nos vimos, muy cerca del monumento a nuestros mártires, y nos dimos un abrazo de compañeros con Félix Avilés, el padre de Rodrigo, víctima de carabineros el 21 de mayo de 2015 en Valparaíso. A pesar de la diferencia de años Avilés y yo alcanzamos a militar en el mismo partido hace unos años y hoy, como otros muchos, atesoramos la experiencia de lucha realizada.
Enfrentando la corriente poderosa de desprestigio que el Mapu sufre (y que se funda en lo que Victor Hugo llamó en 1860 “la traición de los hombres de Estado”), bajo las banderas que nos proporciona el Comité de Memoria, presidido por el antropólogo y profesor universitario Víctor Hidalgo, participamos en el rito de mayo de los últimos 46 años, el que homenajea a nuestro fundador, también Rodrigo (Ambrosio, muerto en 1972) y recuerda con solemnidad, desde la dictadura y espero que por cien años, a nuestros 44 asesinados y detenidos desaparecidos. El rito lo seguimos por momentos en la clandestinidad y en el exilio.
Poco antes del mediodía del 22 se habían encontrado y abrazado allí ya un centenar de muchachas y muchachos de entonces, gentes diversas, algunas compañeras y algunos hombres de edad, pobladores. Uno de ellos, el Monito José, Víctor Cabrera, rindió homenaje a Gregorio Hernández, joven militante del Mapu y primer Presidente de la Federación de Centros Juveniles de Santiago, asesinado por la dictadura de Pinochet. Habló con calmada pica el compañero Víctor por lo que estaba sucediendo en el país y lo que había pasado con algunos destacados acomodados que fueron del partido; se habla de traición, dijo, al partido inexistente en que todas y todos los que allí estábamos habíamos militado. Artistas (nuestro poeta de todos los días Jorge Ragal Jeria; la violinista, cantante y compositora María Eugenia Zúñiga); profesionales; algunos jubilados; gente destacada en derechos humanos; el ex diputado Víctor Barrueto, que se fue pronto; el senador Carlos Montes, que estuvo en nosotros como siempre; el doctor Fernando Vío, profesor titular del INTA; el ex concejal del PS de Putaendo Enzo Gazzolo; el compañero Fernández, ex Encargado de Educación de la Municipalidad de Ñuñoa; la concejala del PC de Huechuraba compañera Luzmenia Toro, que había conocido de cerca al que veníamos a homenajear y que acompañaba a familiares del torturado y asesinado bajo el ombú de Villa Grimaldi hace ya 41 años, hasta hoy desaparecido.
Por cierto familiares de Carlos Carrasco Matus. Su hermana Patricia nos habló bajo el ombú.
Las banderas verdes y rojas flameaban en un costado de Villa Grimaldi, en torno de los recuerdos y a la sombra del ombú.
Se rindió homenaje al joven revolucionario fundador del partido, muerto a los 31 años el 19 de mayo de 1972, hace 44 años. Se recordó en silencio, uno a uno, a los 44 compañeras y compañeros asesinados y desaparecidos. Se habló de la utopía y del recuerdo que todos teníamos de nuestros años de lucha, de destierro, de secuestro, de cárcel y de tortura.
Y, entonces, los compañeros organizadores y las compañeras organizadoras nos guiaron hacia el ombú, unos cincuenta metros desde nuestro mausoleo, bajo la luz y la sombra.
A nuestro compañero Carrasco, un muchacho de 21 años, lo torturaron mucho y asesinaron allí en 1975. Al final él seguramente lo esperaba. El ombú, de más de cien años, pudo darle un segundo de frescor, un segundo antes de la muerte.
Era un joven que recién había cumplido el servicio militar y en Villa Grimaldi atendía bien, cuando podía, a los presos, y cooperaba clandestinamente con la resistencia antifascista. Los criminales terminaron con su vida y lo escondieron “para siempre”. El Ejército no ha dicho dónde. Hace 41 años. Este año, recién -justicia brutal- fueron condenados Pedro Espinoza, Rolf Wenderoth, Miguel Krassnoff, Fernando Lauriani, Gerardo Godoy, Ricardo Lawrence, Basclay Zapata. A 15 y 20 años, si aguantan. Agentes de estado culpables de la muerte y posterior desaparición de Carrasco.
La madre de Carrasco, Norma Matus, estuvo 38 años buscando a su hijo y golpeando las sordas puertas de la justicia; murió hace tres años sin encontrar a Carlos. Hay un Centro Cultural Norma Matus para continuar su lucha.
Como para repetir: ni perdón ni olvido.
Faltaron no pocos esta vez a Villa Grimaldi: Antonio Skármeta, Antonio Cid, Marcela Serrano y Erick Polhammer, lo mejor de lo nuestro, entre otros. Tomás Moulian, Manuel Antonio Garretón. Los que ahora están en el PC y quizás no se les avisó: Juan Andrés Lagos, Juan Carlos Concha, Carlos Bau. El Manguera debe haber tenido problemas. Lo mismo Mario Weisbluth, el educador, y Raúl de la Puente, nuestro sindicalista. Los alcaldes de Cerrillos, Conchalí y Quilpué. Recuerdo a los que están lejos: Rony Smarth, el ex Primer Ministro de Haití, que vive en el sur de su isla, y Ariel Dorfman, que vive en Estados Unidos, nos acompañaron a la distancia. Ángel Parra, que compuso el himno del partido en 1972, también, entiendo que desde Francia. Y Hermann Mondaca, el gran ariqueño, que sigue luchando en su tierra.
Recuerdo también a algunas y algunos que han partido para siempre: Pola Aguirre, Polly Sepúlveda, Juan Enrique Vega, Eduardo Aquevedo, Kalki Glauser, Cesáreo Flores, Marcelo Cantín, René Rodríguez.
No hubo en Villa Grimaldi ningún “hombre de Estado”, tal vez afortunadamente. Ni Correa, ni Tironi, ni Jaime Estévez, ni JJ. Brunner, bien calzados por Mónica Echeverría. Tampoco Oscar Guillermo Garretón, al que Mónica olvidó, ni José Miguel Insulza, que rindió homenaje a Longueira por los medios, ni Fernando Flores, que renunció a nuestra matriz ya en el inicio del exilio, poco después de su vuelta de Dawson.
Así fue, y así es, este extraño Mapu, que a pesar de todo sigue viviendo en el recuerdo presente de muchos de los que quedamos.
Este 26 de mayo, a las 9,30 de la mañana, el Metro de Santiago rindió homenaje a su ex funcionaria Elyzabeth Rekas, detenida desaparecida, militante del Mapu, en la estación Moneda, muy cerca de donde los estudiantes exigían, como hace años, una educación gratuita y de calidad. Ella fue apresada en mayo de 1976 junto a su esposo, el también militante del Mapu compañero Antonio Elizondo, detenido desaparecido.
El ombú no es un árbol. Es una hierba gigante, con hojas de color verde oscuro. Su madera es inmune a todo tipo de insectos.