Días políticos paradigmáticos. En el sentido que revelan la forma y modelo de gobierno de la Nueva Mayoría. Donde aparentemente las cosas le salen mal. Pero no. No es tan fácil ser asertivo con la conducta del gobierno de Bachelet y la Nueva Mayoría (NM), porque esta forma de gobernar es parecida a la que George Orwell —que decía luchar por una sociedad decente— describe en su clásico libro “1984”. Allí, de manera exacerbada, el autor inglés cuenta como en las sociedades manipuladas por el poder concentrado el lenguaje político no traduce el sentido de los actos. Por lo mismo, hay que constatar las consecuencias políticas de estos últimos.
La CUT fue por lana y salió trasquilada. Es evidente. No obstante le salió bien la Reforma Laboral al ministro de Hacienda, el neoliberal y PPD Rodrigo Valdés, pero les fue pésimo a los trabajadores. Con la reforma tal cual está, más el fallo del Tribunal Constitucional (TC), se le concedió ocho puntos al empresariado haciendo creer que las iniciativas iban a favorecer las demandas sindicales de los trabajadores. Todos los puntos o ganancias legales en la llamada reforma laboral aumentan el poder de los propietarios del capital en desmedro de la fuerza de trabajo.
El veto presidencial anunciado no es al fallo del TC que habría “permitido lograr consensos en el seno de la coalición gubernamental” como decían en la NM. En otras palabras, ni siquiera hay consenso dentro de la coalición gubernamental. El veto presidencial sería a dos puntos otorgados ya a los empresarios, antes de que la derecha fuera al TC y ganara contra la titularidad sindical y la extensión de beneficios a los afiliados (dos pilares de la reforma laboral). El veto presidencial dicen que será al “pacto de flexibilidad” (que permite aumentar la tasa de explotación de los trabajadores bajo el supuesto de aumentar la “productividad”), y el nuevo quórum para negociar que perjudica y debilita el poder de negociación de los trabajadores. Para “equilibrar” el revés en el TC, el organismo de cuoteo pactado entre la NM y las fuerzas ultraderechistas liberales y conservadoras.
La cúpula de la CUT repite lo que ya se sabe: que no hay una posición única en el Gobierno; hay “poca claridad”. Mientras que Ximena Rincón, la ministra DC del Trabajo hablaba de “veto” a la decisión del TC para ser desautorizada luego por Marcelo Díaz, el PS de la Secretaría General de Gobierno (Segegob) con rango de ministro y por Jorge Burgos, el DC del Interior. Un gallinero este gobierno. Huelga decirlo; el debate en torno al reemplazo en huelga lo ganó e impuso el ministro neoliberal Rodrigo Valdés —por encargo de los empresarios y de la ultraderecha unida— al que nadie critica o desautoriza dentro de la NM y que tiene el mérito de revelar que el ADN de la Nueva Mayoría sigue siendo supeditar las decisiones políticas a las leyes del “crecimiento” del mercado, a la “productividad” y a la lógica de la ganancia de los empresarios. Los mismos que sacan las ganancias fuera del país vía bancos, paraísos fiscales y empresas pantallas para no invertirlas ni crear empleos en Chile.
El de la CUT, es el típico comportamiento de las burocracias de cualquier tinte y latitud. Donde un grupito que representa los intereses del partido, organización o casta pasa por encima de los intereses de los trabajadores, del pueblo o de los “representados”. Donde los reveses tácticos y su acumulación, que a la larga significan derrotas estratégicas, son racionalizados como siendo parte de una lógica superior que sólo las jerarquías partidarias o superiores pueden definir y entender porque poseen y conocen la “verdad” del “proceso” y del “Progreso”. Es así como, cuando la democracia sindical no se practica, se sigue la línea de los iluminados. Y de los líderes cupulares se está harto …
La negociación colectiva no es un derecho individual sino que es una conquista colectiva de los trabajadores. Es una conquista histórica en la lucha por los derechos sociales. Y aquella se hace a través de la mejor forma para los trabajadores: organizados en sindicatos. Esto significa que la titularidad del sindicato y los derechos sindicales deben ser constitucionales. Negarlos es parte de la ofensiva neoliberal permanente de las derechas y los empresarios. Los neoliberales privilegian la versión de un individuo-individualista —una ente cortado del vínculo social, un Robinson Crusoe imaginario— y no la versión multidimensional, relacional del individuo, persona o trabajador.
Fue la misma Bárbara Figueroa, la dirigenta PC de la CUT quien reconoce “que hubieron concesiones que se hicieron en la última etapa de tramitación del proyecto como una señal al empresariado y a la derecha política” (El Mercurio, 07.05.16). Le faltó decir que confiaron en la buena fe de los empresarios, de la derecha y del gabinete de Bachelet y que no podían contar con la astucia de los miembros del Tribunal Constitucional.
¿Existe la ingenuidad en política cuando se trata de luchar por obtener derechos colectivos para las mayoría asalariadas conculcados por la violencia militar?
Desconocer que el TC, un engendro de la Constitución guzmanista del ochenta, iba a zanjar en última instancia como lo hizo y que por lo tanto el fallo iba a ser adverso a la clase trabajadora, a sabiendas que este ente regulador constitucional no jura más que por la ideología neoliberal contraria a los intereses de los trabajadores, es de una irresponsabilidad que será evaluada por su resultado.
No es poco lo que sucede en los hechos. Una coalición que promete reformas para remediar la situación de los trabajadores termina haciendo lo contrario (lo orwelliano del asunto), es decir haciéndole concesiones a los empresarios en el suma y resta. Y estos son los mismos que se van del país a juntarse con sus cuentas de banco en Suiza porque allá está la “certeza” del secreto bancario que protege —junto con los otros paraísos fiscales— las mafias financieras del planeta; siguen coludiéndose en silencio para abusar de los asalariados-consumidores y lucrando con las AFP, las ISAPRES y el CAE bancario; no aparecen citados en los tribunales porque amenazan con irse de lengua en la captura de los políticos de la casta (MEO incluido) como Julio Ponce Lerou; se muestran en víctimas en las redes sociales, de blancas palomas ultrajadas tal cual Luksic y, se oponen con sus partidos a la elección de una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución que blinde los derechos sociales y castigue la corrupción de la casta política-empresarial.
Por último, es el momento de representarle al empresariado que con su visión de la manoseada “libertad de emprender” violan una norma ética llamada ‘principio de precaución’ que en lo que respecta a la tecnociencia aplicada a la productividad obliga a no emprender proyectos en los cuales no hay certezas de que el impacto no será en el mediano plazo destructor. El “poderoso” Guido Girardi, el patrón del PPD, “futurólogo” y ecologista auto declarado, que lo sabe casi todo, ignora aquella racionalidad del “Progreso” y del crecimiento ilimitado que se opone al derecho a un medio ambiente sano. Pese a que, como lo hemos visto con la producción industrial salmonera voraz y nefasta para el medio marino, lo de Chiloé era una catástrofe anunciada. Es para felicitar al pueblo chilote que ante tanta genuflexión circundante y “servidumbre voluntaria” hayan decidido practicar con dignidad la máxima preferida del premio Nobel de literatura y filósofo Albert Camus: “Nos rebelamos, luego existimos”.