Noviembre 19, 2024

Büchi Buc: el gran escape

Se va Büchi Buc. De un momento a otro toma sus bártulos económicos y personales y se marcha al exterior. Dice que en Chile hay “incerteza jurídica”. Es el primero de “los grandes pinochetistas” que lo hace. Podría haberlo hecho Pinochet en 1999 pero no lo necesitó, porque la Cancillería le trajo de Londres y le otorgó protección en Chile. Contreras no pudo; lo habrían extraditado. Arellano, ya sabemos, enfermó y nos dejó.

 

 

Büchi Buc no sólo fue, finalmente, el brazo derecho de Pinochet en su política económica, que entregó el país con una inflación de dos dígitos, una cesantía ídem, y casi un 50 por ciento de pobreza. Fue el candidato del comandante en Jefe a la Presidencia de la República en 1990.

En 1990, Büchi Buc proclamaba que “la incerteza” vendría si Aylwin, un hombre de centro derecha y en coalición de centro, ganaban la elección presidencial. Ahora que el centro, la derecha y algunos sectores de izquierda rindieron fervoroso homenaje póstumo a quien lo derrotó en política, el corazón, ya viejo, con 67 años muy carreteados, debe habérsele encogido.

A Büchi Buc, como a otros grandes pinochetistas, la democratización lograda desde 1990, no les tocó lo principal: el bolsillo.

Fue un socio siamés con el yerno de Pinochet, con el que trabaja desde los setenta, y no cabe duda que debe haber aprobado, como principal director, el billete que Soquimich entregó a moros y cristianos y que está siendo investigado.

Deberían ir a despedirlo Fulvio Rossi, el ex Presidente de la DC, Martelly (si puede), el diputado León y las y los que entregaron sus trabajos a Peñailillo en los años en que no estuvieron en el gobierno. No pueden decir que su distancia con Büchi era mayor que con Ponce Leroux. Ah, también deben viajar al aeropuerto los últimos diecisiete autores de boletas truchas, la mayoría parientes y cercanos de sus íntimos Longueira y Leay, compañeros de armas.

Además, lo de Penta no le es ajeno. Los capos de Penta (Délano y Lavín) son dueños de la Universidad del Desarrollo de la que Hernán es Presidente. Cuando Délano y Penta marcharon a los tribunales, Hernán señaló “Me he dedicado a ver la ley y no veo en ninguna parte que sea un delito que alguien financie a los políticos…sin embargo se está transformando en una cosa delictual”.

¿A qué país, que no sean las Islas Vírgenes o Suiza, puede retirarse Büchi Buc para tener más certeza jurídica? Si él leía El Mercurio sabría que Argentina, no; Brasil, ahora menos; Perú, muy difícil; Ecuador, Bolivia, Venezuela, ¡que atroz! Ya sabemos lo seguro que son Islas Vírgenes o Suiza para invertir o vivir.

Hasta ahora “la incerteza” ha golpeado a  Hernán.

En un año ganó 723 millones sólo por ser miembro del directorio de cuatro empresas: Soquimich, Quiñenco, SAAM y Falabella. Y otros tantos, no contabilizados en esos 723, por Banco de Chile, Tech Pack, Pilmaiquén, Consorcio y la Presidencia del Consejo Directivo de la Universidad del Desarrollo.

Con 3 millones de pesos diarios cualquiera vive en la incerteza, en una economía en que los trabajadores lo hacen con diez mil, si les va bien. Siempre se ha dicho que Büchi Buc es un experto en economía.

La cosa no parece ir por allí.

Su paso profundo por el barro de los negocios (pasó muy poco tiempo desde su derrota en 1990 para iniciar allí su chapoteo) lo llevó a enemistarse con poderosos por defender a poderosos.

Aquí al lado se peleó con Argentina y perdió la pelea.

En Lima declaró a favor de Luksic por el lío de éste con Montesinos, el hoy preso lugarteniente o mentor de Fujimori, a raíz de posibles coimas para instalar una fábrica de pastas en Perú en 2002. Montesinos podría ser liberado, junto con el viejo Fujimori si Kenko Fujimori gana las elecciones de junio.

En Chile no colaboró con el fiscal Gajardo, el año pasado, en su declaración por delitos posibles de Soquimich, negándole facultades para investigar:

“Son supuestos delitos tributarios, dijo…y en dichas materias sólo puede accionar el Servicio de Impuestos Internos. El Ministerio Público no tiene tal atribución” concluyó en su declaración el ya antiguo chascón.

 

Büchi Buc, cada vez que ha tenido dudas de calado, ha mirado a su entorno con desdén y ha subido “a la montaña” para observar la llanura.

 

Y la montaña le ha hablado. Desde la cumbre puede, esta vez, haber escuchado Büchi Buc y visto que se acercaban.

 

 

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