El presidente de EEUU, Barak Obama, visitó a La Habana en lo que muchos consideran un viaje histórico. Sin duda, remecerá las relaciones entre ambos países y la correlación de fuerzas a escala global. Muchos observadores pasan por alto que inmediatamente después de su encuentro en La Habana con el presidente Raúl Castro, el jefe de la Casa Blanca siguió su periplo por Argentina. Ayer se entrevistó con el mandatario recién electo de ese país, Mauricio Macri. El historiador argentino, Leandro Morgenfeld, analiza las razones detrás del largo viaje de Obama al Cono Sur.
“En primer lugar, dice Morgenfeld, Obama vino por motivos geoestratégicos. La Casa Blanca apuesta a reposicionarse en la región, después de una década de relativo relajamiento de su hegemonía… El triunfo de Macri impulsó una restauración conversadora en Nuestra América, que continuó con la derrota del chavismo en las elecciones legislativas en Venezuela, la nueva ofensiva contra el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil y la reciente derrota de Evo Morales en su intento de habilitar una nueva reelección en Bolivia. Obama busca impulsar a Macri como un líder que termine de inclinar el tablero político regional, atacando a los adversarios de Washington”.
Segundo, según Morgenfeld, “Obama pretende incidir en la política interna de EEUU. Por un lado, contrarrestando las críticas ultraconservadoras que cuestionan su viaje a Cuba. Por el otro, la gira tiene un objetivo proselitista. El partido demócrata pretende volver a generar entusiasmo en el cada vez más numeroso y decisivo electorado de origen latinoamericano. Mostrarse interesado por la región podría impulsar el apoyo de millones de votantes a la candidatura de Hillary Clinton, en detrimento del xenófobo Donald Trump”.
En tercer lugar, apunta el historiador argentino, “Obama vino a impulsar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP, por sus siglas en inglés). La expectativa, tal como declararon Macri y la canciller Susana Malcorra, es que Argentina se aproxime a la Alianza del Pacífico y, eventualmente, se incorpore al TPP. La reedición de una suerte de nuevo ALCA implicaría una mayor apertura económica y una disminución aún mayor del alicaído mercado interno argentino, en beneficio de las grandes trasnacionales y en perjuicio de las pequeñas y medianas empresas locales y de los trabajadores en general”.
Cuarto, “Obama llegó a Argentina a promover las inversiones y los intereses comerciales de sus empresas. Su gobierno criticó fuertemente a los Kirchner por el supuesto proteccionismo que limitaba las importaciones, pero en realidad EEUU goza de un amplio superávit comercial con Argentina y protege a sus productores agropecuarios con medidas paraarancelarias, provocando pérdidas millonarias para los argentinos, que hace tres años debió recurrir a la OMC para frenar esas arbitrariedades. Es de esperar que, como es habitual, el presidente estadounidense haga lobby para que las empresas de su país –muchas de las cuales dependen de acuerdos con el estado, como el caso de Chevron– obtengan tratos preferenciales por parte del gobierno argentino”.
En última instancia, quinto, “la visita pretende que el Pentágono y la DEA recuperen posiciones y puedan tener una injerencia mayor en temas internos muy sensibles, como el de la seguridad. Con la excusa del narcotráfico y el terrorismo, en los últimos años Washington desplegó decenas de bases militares de nuevo tipo por toda Nuestra América, horadando la soberanía de los países. En la mayoría de los países latinoamericanos se viene cuestionando este intervencionismo de EEUU, planteando el fracaso de la “guerra contra las drogas” promovida desde el gobierno de Nixon en la década de 1970, cuestionando instituciones heredadas de la guerra fría como el TIAR e impulsando su reemplazo por otros nuevas, como el Consejo Suramericano de Defensa. A contramano de esa tendencia, el nuevo presidente Macri explora un nuevo alineamiento. La ministra de seguridad, Patricia Bullrich, viajó a Washington para reunirse con funcionarios de la DEA y del FBI, para profundizar la “cooperación” entre los dos países”.
Morgenfeld concluye que, “Obama pretende conquistar, desde el punto de vista político, económico y militar un aliado estratégico en el Cono Sur. Además, Argentina es un país cuya historia es caracterizada por una política exterior no subordinada a Washington. La vuelta al paradigma de las relaciones carnales sería un grave retroceso no sólo para Argentina, sino para toda Nuestra América”. La gira de Obama –que incluyó Cuba y Argentina– tiene un fondo geopolítico que descubre el historiador argentino.
24 de marzo de 2016.
Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
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