Tras cinco años de intensa guerra civil inducida por factores externos, el pueblo sirio sucumbe ante el caos, la desolación y la miseria. De acuerdo con la BBC, cerca de 4,5 millones de personas viven en áreas de difícil acceso, de las cuales 400.000 se encuentran en 15 lugares sitiados;entre ellos DeirEzzor, Daraya, Foah, Kafraya y Ghouta oriental; que no reciben los suministros básicos ni la ayuda médica necesaria para sobrevivir.
Dentro de estas zonas hay más de 250.000 niños viviendo en situación desesperada, que sufren los embates del cerco militar, las bombas y la ausencia de alimentos, de acuerdo a datos de la organización SaveTheChildren, citada por la BBC.
“Todos los días son iguales, lo único que cambia es la hora en que ocurren los bombardeos. Paso mi tiempo escondido en la casa, porque tengo miedo de quedar atrapado. Nos hemos acostumbrado a vivir bajo asedio, pero lo que más nos asusta son los bombardeos y a ellos no podemos acostumbrarnos”, relata a la BBC un niño de Ghouta oriental.
“Cuando no encontrábamos comida, teníamos que comer pasto. Solía mentirle a mis hijos y decirles que el pasto es comestible, pero ¿a quién engañaba? El pasto no es comestible. Vi cómo mis hijos perdían peso día tras día y yo no podía hacer nada”, agregó, por su parte, un hombre sirio que logró escapar con sus dos pequeños de DeirEzzor.
Los padres no sólo se ven forzados a alimentar a sus hijos con hierbas y hojas, sino que además deben quemar colchones para mantener calientes a sus familiares, mientras que los heridos esperan por medicamentos tan básicos como vendajes y analgésicos que nunca terminan de llegar.
Desde 2011, Siria se ha convertido en un campamento de guerra originado por terroristas, que con apoyo de potencias occidentales, pretenden derrocar al presidente Bashar al Assad para tomar el poder político de la nación árabe.
Hasta la fecha, el conflicto bélico ha cobrado entre 250.000 y 470.000 vidas, mientras que millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares, desatando una de las olas de refugiados más grandes de la historia, desde la Segunda Guerra Mundial, reseña La Nación