La maquinaria política de los republicanos en Estados Unidos está hoy alarmada por el paso que mantiene el aspirante Donald Trump en la carrera por obtener la nominación partidista para las elecciones de noviembre de 2016.
El sentimiento anti-Trump es tanto entre las elites que se inclinan por la tradición que muchos millonarios abren su chequera para poner traspiés al paso del político hacia la Casa Blanca.
Recientemente fue divulgado que Marlene Ricketts, matriarca de la acaudalada familia dueña del club de béisbol Chicago Cubs, donó tres millones de dólares para hacer campaña contra el político en las primarias de Iowa, New Hampshire y South Carolina.
Our Principles, un súper comité republicano de acción política (super-PAC) empeña esfuerzos en destruir al magnate que lidera la candidatura roja a la presidencia.
El grupo -dirigido por Katie Packer, otrora asesora del candidato presidencial republicano Mitt Romney- invirtió cuatro millones de dólares en financiar anuncios políticos contra Trump, un tercio de los cuales pagó Ricketts.
En consonancia con el “antitrumpismo”, el senador Lindsey Graham instó a los que permanecen en la batalla detrás del puntero a unirse en un esfuerzo por reducir su ventaja.
En declaraciones a la cadena ABC el domingo, Graham incluso adelantó una posible fórmula presidencial que pudiera frenar al político, el senador Marco Rubio y el gobernador de Ohio, John Kasich. un gobernador “fenomenal” y un “muy, muy talentoso” senador de la Florida, dijo.
El legislador que en algún momento también fue aspirante en esta carrera, abogó por una “alianza Rubio-Kasich-Ted Cruz”, lo que ejemplifica los temores en el seno de los rojos por el reto que impone el actual puntero.
Los miedos del establishment republicano aumentaron luego que en las primarias de Carolina del Sur Trump ganó los 50 delegados, con casi un tercio de los votos.
Ahora son más los que se preguntan si la nominación del inversionista es algo inevitable, luego de la reducción del pelotón a apenas tres corredores.
El 1 de marzo, 12 estados con un total combinado de 588 delegados, casi un tercio del total, tendrán su turno, y en seis de ellos Cruz y los grupos externos que lo apoyan están mejor organizados que sus rivales, en especial en Texas que da 152 delegados.
El tiempo dirá, lo visto hasta hora sólo fue el preludio, pues incluyendo Carolina del Sur, apenas un cuatro por ciento de los delegados fueron repartidos.