Hace 100 años Albert Einstein predijo, en el marco de su Teoría General de la Relatividad, que debían existir objetos que convierten parte de su masa en energía y la desprenden en forma de ondas que viajan a la velocidad de la luz y deforman a su paso el espacio y el tiempo. Este viernes, a las 10:30 am. los responsables del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), anunciaron desde Washington, que el genio alemán tenía razón: las ondas gravitacionales si existen.
En la rueda de prensa, que creó una expectativa mundial en la comunidad científica, los científicos explicaron que la primera señal se captó el 14 de septiembre de forma simultánea desde los detectores idénticos de este experimento, situados uno a 3.000 kilómetros del otro.
Las señales que captaron los científicos son en realidad una señal que ha viajado por el universo durante 1.300 millones de años y fue resultado de una violenta colisión entre dos agujeros negros con una masa entre 29 y 36 veces la masa del Sol.
Alicia Sintes, física de la Universitat de les Iles Balears (UIB) y líder del único grupo español que ha participado en el hallazgo, comentó al diario El País que “es un descubrimiento histórico, que abre una nueva era en la comprensión del cosmos”.
La argentina Gabriela González una de las líderes del experimento Ligo(Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales, por sus siglas en inglés), dijo al periodista Lucas Viano de La Voz, que el hallazgo fue posible gracias a la construcción “de uno de los aparatos más sensibles creado por el ser humano”. El experimento fue liderado por los institutos tecnológicos de California y Massachusetts Caltech y MIT participaron unos 1.000 científicos de 15 países.
La física argentina explicó que el interferómetro consiste en un láser que viaja por cuatro kilómetros en dos direcciones y luego rebota en espejos para volver al punto de origen. “Lo que medimos es la interferencia cuando los dos haces de luz vuelven a su origen. La interferencia se produce cuando las distancias que recorren estos dos haces es diferente entre ellas. Así es como podemos detectar distorsiones en el espacio-tiempo. La sensibilidad es tal que podemos detectar diferencias de una parte en mil del radio de un protón en un láser que recorre cuatro kilómetros. ¡La diferencia que podemos ver es menor al tamaño de un protón, que compone el núcleo de un átomo! Y podemos detectar ondas gravitacionales tan alejadas como a más de 200 millones de años luz (en kilómetros es un 2 seguido de 21 ceros)”, comentó la científica.