ESCENARIO INTERNACIONAL
El modo de producción capitalista impera hoy sin restricciones a lo largo y ancho del planeta. Con ciertas peculiaridades. Porque hay regiones en donde el sector hegemónico del Bloque en el Poder[1] lo constituye la fracción bancaria (o financiera) del capital, como sucede en Occidente (Estados Unidos, Japón y Europa) y regiones en donde ese sector hegemónico lo constituye el sector industrial, a veces predominantemente estatal (como en Rusia), a veces mezcla de capital privado con público (como China).
Lo cual, por lo demás, explica las fuertes contradicciones entre los grandes estados, pues la lucha de clases, la verdadera lucha de clases, en su real dimensión, se desarrolla, ante todo, entre las diversas fracciones del capital. No debe sorprender que así suceda: las clases y fracciones de clase dominadas se encuentran en tal situación de desbande que no atinan sino, simplemente, a subsistir o a protagonizar alzamientos cuyos resultados, las más de las veces, terminan en masacres y jamás en revoluciones que transformen el modo de producción vigente en otro diferente. Resulta, pues, una falacia sostener que las clases dominadas tienen capacidad para desatar una lucha de clases en contra de sus dominadores; cuando se levantan, la generalidad de las veces ignoran, incluso, el tipo de sociedad que deberían o podrían construir para el caso que ese levantamiento resultase exitoso. Entonces, la llamada ‘venganza del pasado’ impone sus dominios y el sistema se recompone una vez más de la mano de esos ‘revolucionarios’ que creen estar construyendo un mundo nuevo[2].
ESCENARIO REGIONAL
Chile pertenece a la región occidental del planeta, en donde la conducción hegemónica del Bloque en el Poder, como sucede a nivel planetario y regional, la realiza la fracción bancaria o financiera (los grandes consorcios de bancos) del capital en estrecha alianza con el capital comercial (los grandes almacenes comerciales). En consecuencia, en esta nación, el capital industrial se encuentra subordinado a aquella.
El Bloque en el Poder jamás actúa directamente en la conducción de una nación sino lo hace a través de sus agentes o representantes en la escena política quienes, en calidad de ‘actores’, actúan dentro de aquella desempeñando los roles que les competen. En Chile, el Bloque en el Poder está representado en la escena política por las dos grandes coaliciones que, con distintos nombres y ligeras variaciones programáticas (‘Chile Vamos’ y ‘Nueva Mayoría’), se disputan el mando del país desde el advenimiento de la democracia post dictatorial. Pueden sorprender estas aseveraciones, especialmente para quienes siguen empecinados en emplear la dicotomía ‘izquierda’/’derecha’ como fundamento de sus aseveraciones, pero lo cierto es que nadie (con la honrosa excepción del Gobierno de la Unidad Popular) se organiza dentro de las reglas del propio sistema para desmontar su propia estructura, sino para administrar aquel y hacerle las reformas que exige la marcha del sistema capitalista mundial (SKM).
Por eso, algunos analistas sostienen que jamás, en la era post dictatorial, los sectores que dicen ser ‘izquierda’, han sido tales. En ese sentido se pronuncia Hugo Enrique Latorre cuando, a propósito de una aseveración de Genaro Arriagada según la cual los problemas de la Democracia Cristiana DC se originarían luego de su alianza con la ‘izquierda’, señalaba lo siguiente:
“En Chile, desde la caída de Salvador Allende y la pérdida de la democracia no ha habido gobiernos de izquierda, nialianzas con ninguna izquierda. Si se mira sin prejuicios históricos y poniendo sobre la mesa los programas concertacionistas más sus realizaciones, se verá que lo que se ha dado en los hechos es una ratificación conprofundización del modelo e imperativo social y político neoliberal-pinochetista, con absoluta hegemonía ideológica de la derecha y con subalterna edulcuración de una socialdemocracia, que más bien ha lucido como una sucursal de un liberalismo cargado al londinense, claro que menos honrado”[3].
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ESCENARIO LOCAL (NACIONAL)
Que, con posterioridad al 1 de enero del presente año (por citar una fecha), se ha abierto un escenario elecccionario, no cabe la menor duda; y este es el rasgo principal de este período, que abarcará desde la fecha indicada hasta la realización de las elecciones presidenciales en 2017. Por eso, como sucede en estos casos, al igual que los soldados en el campo de batalla se alinean para enfrentar al enemigo, también los actores políticos comienzan a hacerlo dentro de la escena política nacional para hacer frente al suyo. Porque esas son las reglas que imperan al interior del sistema; en la ejecución del juego que implica la práctica política, las actuales autoridades deberán encontrar su perdida legitimidad. Esto no es una simple travesura: obedece a la conducta propia de un sistema que lucha por perpetuarse y permanecer.
No se trata, sin embargo, de un escenario eleccionario propiamente tal; más bien deberíamos llamarlo ‘pre eleccionario’ pues, a medida que los meses transcurran, deberá dar respuesta, antes de todo, a las interrogantes que se irán presentando en la escena política nacional. La política es un verdadero juego cibernético, en donde la reproducción del ciclo de información/transmisión-procesamiento de la información- y orden/ejecución, para volver a repetir dicho recorrido, es trascendental.
Por una parte, los preparativos dentro de la escena política nacional y que consignáramos en nuestro documento anterior, destinados a resguardar la vigencia del sistema, continúan practicándose. El señor fiscal Luis Toledo, que tiene a su cargo la investigación del llamado ‘caso Caval’, ha señalado recientemente:
“[…] en esta causa y en otras, en contra de algunas personas, y de pocas personas la verdad, uno adopta medidas inclusivas más severas. En concreto, registrar la casa de una persona, registrar sus correos electrónicos, privados o institucionales, sus teléfonos, sus cuentas corrientes bancarias, y si con todos esos antecedentes yo no he solicitado a audiencia de formalización, es porque de esos antecedentes, respecto del señor Dávalos, no hay ningún antecedente que me permita solicitar la audiencia de formalización en contra de él”[4].
Más recientemente, ha vuelto a indicar que no habrá cárcel para los imputados[5].
Es lógico que así sea. Como lo expresáramos en esa oportunidad, la familia biológica de la presidenta no será tocada; su figura emblemática será resguardada como lo estatuye la institucionalidad pinochetista que protege el símbolo presidencial, factor por excelencia de la unidad política del Estado-nación. No porque sea Bachelet ni porque sea mujer, sino porque es el cargo de mayor relevancia dentro de la institucionalidad establecida por la dictadura para dirigir la nación. Se trata de una ‘monarquía presidencial’, a decir de Rafael Luis Gumucio en donde
“[…] el presidente de la república no responde ante nadie, salvo en el caso de una acusación constitucional que, como hemos comprobado a través de la historia política, es difícil de concretarse”[6].
Cuidar esa figura constituye un aspecto de la protección que se autoasigna el Bloque en el Poder, es decir, el sector de las clases y fracciones de clase dominante que conduce hegemónicamente a la nación.
En esta disputa, escasa o nula relevancia presentan las clases dominadas que, convertidas en verdaderos ‘sacos de patatas’ (parafraseando las palabras de Karl Marx), no parecen tener capacidad de respuesta a los ataques de las clases y fracciones de clase dominantes ni de representarse a sí mismas, como lo veremos más adelante. Divididas, constituidas en unidades pequeñas y sin trascendencia política son, en consecuencia, campo propicio para quien quiera sacar provecho de la situación en que se encuentran.
Las condiciones, pues, son ampliamente favorables para los actores políticos que, siendo ‘minorías aritméticas’, pueden fácilmente adquirir la calidad de ‘mayorías políticas’ para los efectos de la dominación. En este proceso se incorporarán actores sociales que creerán posible controlar el juego político en forma sectorial (la contienda municipal) y adquirir cuotas de poder al interior de la escena política. La asimilación de dichos actores al sistema de dominación vigente y su ingreso a la escena política nacional en 2016 para los efectos eleccionarios es una circunstancia no sólo cierta sino inminente e inevitable; constituye parte de lo que Karl Marx denominara ‘cretinismo parlamentario’, es decir, la porfía a seguir disputándole cuotas de poder legislativo a los dominadores a sabiendas que las circunstancias han sido ordenadas para que el resultado sea sólo favorable a éstos.
Maniobras para revertir la situación
Si bien los escándalos financieros continúan develándose y los procesos siguen su curso, los ecos de dichos escándalos van cediendo paso a las maniobras que han de procurar tender mantos de impunidad sobre tales actos. Entre éstas, merece especial mención la salida del fiscal Emiliano Arias del caso Soquimich SQM, hecho que ha provocado profunda inquietud en el abogado querellante de la Fundación Ciudadano Inteligente Mauricio Daza. Sus palabras trasuntan ese temor:
“Constituye un golpe muy duro para la investigación del caso SQM. El fiscal Emiliano Arias era quien impulsaba la indagación. Desde esa perspectiva, conoce con precisión todos los antecedentes y trabajaba en su avance”.
“También es preocupante que la persona que queda a cargo de la investigación, el fiscal Pablo Gómez, no tiene ninguna trayectoria relevante en los ilícitos que se investigan. Además, tiene nexos con personas indagadas, porque él es el marido de la ex ministra de Piñera, Patricia Pérez”[7]
Los mismos actores sociales que han protagonizado esos escándalos se preparan para acceder a los cargos de representatividad que serán ocupados por ellos tras las elecciones. En ese sentido se orienta una serie de medidas tendientes a limpiar la imagen de corruptos que la ciudadanía tiene de los parlamentarios, como lo es el nuevo reglamento que discute la Cámara de Diputados destinado a limitar las garantías de las cuales gozan aquellos[8]. Es difícil suponer que tal medida alcanzará sus metas pues resulta poco creíble que los propios privilegiados estarán dispuestos a autoinferirse cortes que cercenen sus derechos; las instituciones jamás han sido creadas para suicidarse. De hecho, la circunstancia que, ante la posibilidad de abrirse un proceso en contra de Pablo Longueira por un intercambio de correos electrónicos con el ex ejecutivo de SQM Patricio Contesse, todo el espectro político cerró filas en torno al ex parlamentario prestándole su apoyo[9]. De lo cual ha de concluirse que, como lo señaláramos anteriormente, los ratones seguirán al cuidado del queso y se prepararán para insistir en el desempeño de esa labor. Esa circunstancia da tranquilidad a los actores políticos y hace que no pocos representantes del Gobierno aseguren que, a estas alturas, la llamada ‘crisis institucional’ estaría prácticamente concluida; así lo asevera el ministro secretario general de Gobierno Marcelo Díaz:
“Seguimos adelante con nuestra acción de gobierno. Admiro la capacidad de la Presidenta de sostener el curso de acción y mantener el rumbo. Eso precisamente ha permitido poder continuar con la agenda de cambios. La presidenta tiene una capacidad de resiliencia que da cuenta de su fortaleza. Y más allá de que los rasgos de la crisis se mantienen y permanecerán por largo rato, nosotros fuimos capaces de sortearla, no derrumbarnos y gobernar. Otros se habrían derrumbado. Sostuvimos al gobierno y sorteamos este escenario tremendamente complejo”[10].
En las páginas siguientes analizaremos estos escenarios desde el punto de vista del interés de las clases que representan los distintos actores políticos dentro de la escena política nacional.
Los escenarios eleccionarios.
Dos grandes escenarios eleccionarios se presentan para los meses venideros: el municipal y el presidencial/parlamentario. Ambos escenarios no son exactamente ‘eleccionarios’ sino, más bien, ‘pre eleccionarios’ como ya se ha dicho, pues comienzan recién a librarse las luchas por acceder a mayores cuotas de candidatos dentro de cada una de las coaliciones que se disputan por dirigir en su conjunto al país; con mayor razón, aquel otro que se desencadenará el próximo año.
Desde el punto de vista de las clases dominantes, en el escenario eleccionario municipal comienzan a construirse las alianzas y los nombres de algunos candidatos empiezan ya a conocerse. Así, por ejemplo, se sabe que el actual alcalde de Ñuñoa, Andrés Zahri, militante de Renovación Nacional, miembro a su vez de la coalición ‘Chile Vamos’ que representa naturalmente el interés de las clases dominantes, aspira a su reelección; al otro lado, se ventila el de la ex ministra de Salud Helia Molina, posible candidata del pacto ‘Nueva Mayoría’, representante espurio del interés de las clases y fracciones de clase dominantes, al cargo de alcaldesa por Ñuñoa; curiosamente, y dentro de la misma coalición, ha salido al paso de ella el partido Comunista que exige determinadas cuotas de candidatos en ese sector alegando que es fuerte allí. Si bien es cierto que la posición adoptada por esa organización la hace asimilarse (políticamente) a la socialdemocracia europea, precisamente por eso y en su calidad de miembro integrante del pacto ‘Nueva Mayoría’, también el partido Comunista ha pasado a constituirse en parte de la representación espuria de las clases y fracciones de clase dominantes. Con todo, es innegable que, junto con ‘Izquierda Ciudadana’ IC y ’Revolución Democrática’ RC, es dicho partido el segmento más atrevido de las fuerzas conservadoras que integran el referido pacto.
En el escenario político nacional con miras a las elecciones presidenciales de 2017, y dentro de la representación natural de las clases y fracciones de clase dominantes, liderado por la coalición ‘Chile Vamos’, se perfila el nombre de Sebastián Piñera Echenique; al otro lado, en el campo de la representación espuria de las clases y fracciones de clase dominantes que lidera el pacto ‘Nueva Mayoría’, la candidatura de Ricardo Lagos Escobar se levanta como una de las más serias posibilidades. Incluso, dentro de los sectores reformadores de ese pacto, se habla, de firmar un compromiso previo con el candidato en orden a asegurar la continuación de las reformas emprendidas por Bachelet. De lo que sí hay certeza es que la eventual candidatura de Lagos cuenta, desde ya, con el beneplácito de amplios sectores empresariales que recuerdan las inmejorables garantías que el ex presidente les concedió cuando ejerció su mandato[11].
Actitud del electorado frente al proceso eleccionario
Las elecciones para las clases y fracciones de clase dominantes
Las clases dominantes comienzan a actuar a través de sus representaciones políticas tanto natural como espuria. No lo hacen de manera diferente la una ni la otra. Por una parte, gracias a la nueva Ley de Partidos que ha dictado el Parlamento, despachada por el Senado el 27 del mes de enero recién pasado, llegan a las arcas de esas colectividades más o menos 6 mil millones de pesos con lo que tratarán de evitar que las empresas entreguen aportes a las candidaturas; así, los dineros de toda la comunidad pasan ahora a manos de los partidos para sus campañas[12].
Para darnos una idea de la participación del Estado en el financiamiento de los partidos vamos a tomar el caso de la UDI, que es el partido más grande de Chile, a cuyas arcas llegarán mil millones. Ha dicho su presidente Hernán Larraín:
“La UDI es el partido que obtuvo más votos en las últimas elecciones a diputados, y como ese es el criterio por el cual se distribuyen los fondos, sabíamos que íbamos a salir favorecidos. Así es la democracia, el que saca más votos, tiene más recursos […]”[13]
Las elecciones no serán diferentes a lo que han sido en el pasado. Los candidatos más reconocidos participarán en la justa. En el lado de la organización ‘Chile Vamos’ se perfila con seguridad Sebastián Piñera; y puesto que el empresario de Renovación Nacional es una carta bastante segura, de acuerdo a las leyes del mercado, sólo puede oponérsele un contrincante de estatura similar, uno que lo equipare en popularidad y peso electoral. En otras palabras, a Ricardo Lagos Escobar. Porque se trata de oponer alguien que pueda ganar al que se considera desde ya un ganador[14]. De ninguna manera se colocará allí un candidato como, por ejemplo, don Pedro Pérez Pereira, ese ‘pobre pintor portugués’, a quien muchos conocen. El mercado exige la venta de una mercancía que encandile al comprador y le haga despreciar aquella que había mirado como posible de adquirir. Hágalo Ud. Intente presentarse como candidato y todos se le reirán en la cara. Pero si lo hace Tonka Tomicic, eso es otra cosa. Como sucedió una vez con la alcaldesa de Pelarco…
Las elecciones para las clases y fracciones de clase dominadas
Las ideas de las clases dominantes son las ideas de las clases dominadas; aquel que ejerce el poder material dentro de una sociedad ejerce también su poder espiritual, nos enseña Karl Marx. Desde este punto de vista, la conciencia electoral estará siempre presente en todo proceso eleccionario que se avecine. Queremos decir con ello que si las clases y fracciones de clase dominantes han ideado un sistema en donde la renovación de la autoridad deba ser realizada a través del sistema electoral, también las clases y fracciones de clase dominadas serán partidarias de ir a las elecciones. Con un agravante: en una sociedad donde imperan los criterios mercantilistas, si el tema central lo constituye la inversión, también el voto será estimado como una inversión. El elector votará teniendo mucho cuidado de no ‘perder’ el voto; votará por quien tenga más posibilidades de ganar porque su voto es un objeto de comercio, un instrumento que debe reportar ganancias a su poseedor. Y puesto que este criterio ha sido el que ha prevalecido en la democracia post dictatorial, no debe sorprendernos que solamente puedan presentarse candidatos ‘conocidos’ a la contienda porque los ‘desconocidos’ no tienen posibilidad alguna de competir ni de ser elegidos. Así, el candidato óptimo es aquel sujeto que se introduce permanentemente en los hogares gracias a la pantalla televisiva; puede ser un actor de telenovelas, un personaje de la farándula nacional, una vedette e, incluso, un pícaro o truhán conocido cuyas faltas, a menudo, constituyen no una desventaja sino, por el contrario, una virtud que lo eleva por sobre quienes van a competir con él[15]. Se trata de establecer un criterio mercantilista/competitivo que permita oponer a la candidatura de un famoso la de otro similar. Las posibilidades de cada candidato serán definidas por las encuestas; de esa manera el efecto ‘bandwagon’ —el efecto que hace al elector inclinarse por el que más posibilidades tiene de ganar de acuerdo con la ‘teoría del juego’—, podrá operar con mayor efectividad.
Así planteadas las condiciones de la contienda, no debe sorprender que dentro del sector de las clases y fracciones de clase dominadas no se vislumbre aún alternativa alguna posible; tales sectores no tienen representación política válida y dependen de pequeñas organizaciones políticas que se mantienen alejadas las unas de las otras, criticándose o descalificándose mutuamente. En la permanente búsqueda de referentes, puede parecer hasta curiosa la existencia de estamentos que se atreven a defender como viable un régimen hereditario como el de Corea, que celebren los exabruptos de Maduro y esgriman esos argumentos para mantenerse alejados de otros sectores populares. Es posible que con la llegada del mes de marzo y el nuevo despertar de los movimientos sociales (estudiantiles, de pobladores y trabajadores) —anunciado para ese mes— se perfile alguna tentativa orientada a facilitar la unificación de los dispersos sectores populares y levantar una alternativa. Pero tal cual están las cosas, lo lógico es que la escena política nacional con sus actuales actores domine y encandile al resto de la población.
Actitud del electorado frente a los actos eleccionarios
Las clases y fracciones de clase dominantes siempre concurren a votar. Es su vocación. El sistema lo han ideado ellas, les pertenece; son ellas quienes lo usan implacablemente. No así las clases y fracciones de clase dominadas, aunque muchas de ellas concurrirán a las urnas movidas por la cultura de las clases y fracciones de clase dominantes, como ya se dijo. En este sector, aún no hay candidatos, lo cual no significa que no pueda haberlos en un futuro no muy lejano. Es posible, incluso, que surjan unos diez aspirantes a candidatos en las elecciones presidenciales; es posible que no. Nada se sabe. El movimiento social y los protopartidos que existen están dispersos y divididos. Se puede decir que no hay una posición frente al qué hacer pues no existe una estructura que pueda dar una conducción única a esos sectores.
De lo cual puede colegirse que no todos esos sectores votarán, sin embargo. Habrá, así, dos bandos: por un lado, los que concurrirán a votar; por el otro, quienes no lo harán. Quienes lo hagan, por regla general entregarán su voto a los candidatos que presenten las representaciones tanto espuria como natural de las clases dominantes; quienes no lo hagan permanecerán en sus hogares o saldrán a pasear con sus familias. Pero esas conductas contrapuestas arrojarán tendencias. La generalidad de los sufragantes robustecerán al sistema legitimando a la autoridad convocante; los que no asistan, van a incurrir en un acto de rebelión, desobedecerán al convocante, harán caso omiso a su llamado e, indirectamente, deslegitimarán a la representación política que resulte electa tras el proceso respectivo. Habrá, por consiguiente, dos estrategias.
Estrategias frente a la votación
1. La estrategia de no votar o estrategia de la abstención
Abstenerse, no votar, rehusar participar en el proceso eleccionario es un acto de desobediencia civil; implica negarse a ejercer el derecho a votar concedido por la institucionalidad vigente que busca legitimarse a través de esa vía. Es, por consiguiente, una estrategia orientada a desconocer la legitimidad de un sistema; requiere, para su realización, en consecuencia, de ciertos pasos tácticos para llevarla a cabo. Presenta, sin embargo, como toda propuesta, aspectos negativos y positivos. Veámoslos.
1.1. Aspectos negativos de la estrategia de la abstención
Uno de los más relevantes aspectos negativos que presenta la estrategia de la abstención es que no puede ser medida o cuantificada. La abstención se produce, a menudo, por simple negativa a ir a votar, es decir, por desidia o falta de voluntad, por no conceder al acto de votar la importancia debida: hay, por consiguiente, un porcentaje constante de personas que no concurren a votar no porque sean elementos contradictorios al sistema o quieran deslegitimar con esa negativa a las autoridades generadas en el acto eleccionario sino, simplemente, porque no les interesa cumplir con su deber ciudadano. Las leyes locales, normalmente, sancionan esta conducta; pero en los lugares en donde ello no se hace, la abstención tiende a aumentar. Por esa circunstancia, quienes no consideran la estrategia de la abstención como tal o no participan de ella, sostienen que no puede ser medida y que, cuando el porcentaje es elevado, es ilusorio sostener que se deba a una actitud consciente y deliberada de un electorado que se niega a ser parte de la farsa eleccionaria.
En realidad, entre la negativa a concurrir a votar y la protesta ciudadana, hay una relación que no puede desconocerse, aún cuando aquella sea simple desidia. El elector que no concurre a votar alegando no interesarle participar en las decisiones políticas de una nación tiene una ideología que le hace accionar de ese modo; dicha ideología no le es propia, sino le ha sido impuesta por el modo de producción vigente. Sostenemos aquí que la negativa a concurrir a las urnas se origina no por simple capricho del elector sino porque desde las altas esferas del poder se ha trabajado arduamente en torno a convencer al electorado en torno a no hacerlo; ya sea porque la política parece haberse transformado en una disciplina más que requiere de especialistas al igual de las que existen en otros ámbitos, porque es aburrida o porque, simplemente, constituye una práctica sin importancia.
La estrategia de no votar tiene, además, otra desventaja: no ofrece alternativa alguna, sino simplemente se realiza en una no acción, en una negativa a actuar, en una inmovilidad. No es una acción sino una no realización, una desmovilización. Puede emplearse en determinadas circunstancias pero, repetida constantemente, llama al inmovilismo, a la pasividad. Desde este punto de vista, tiende a crear una conciencia pasiva, una forma de ser que puede conducir fácilmente a quienes la practican al conformismo. Por eso, este punto de vista es uno de los más controvertidos dentro de la referida estrategia; puede inducir a convertirla en una verdadera ‘no estrategia’, a negarla como tal.
Confiere, finalmente, un argumento a quienes concurren a votar: que quienes no lo hacen carecen de autoridad moral para criticar a las nuevas autoridades.
1.2. Aspectos positivos de la estrategia de la abstención
De entre los aspectos positivos que brinda la estrategia de no votar destaca el estado de ánimo de los votantes: el triunfo o derrota de los candidatos no afecta al elector que se niega a emitir su voto pues dicho triunfo o derrota no le empece como tampoco no lo hace el estado de ánimo de quienes perdieron o ganaron con la elección pues no ha sido parte de ese carnaval. Desde el punto de vista psicológico, quien no vota siempre está en mejores condiciones psicológicas que un perdedor o triunfador o de quienes le apoyaron.
Desde el punto de vista de las nuevas autoridades, la actitud del no votante es desafiante; no las acepta como legítimas pues no ha participado en sus nominaciones. Cuando la cantidad de no votantes es considerable, puede representar esta actitud un peligro para las autoridades electas pues un porcentaje no despreciable de la población no las reconoce como tales: las deslegitima.
Para evitar esos inconvenientes, en países con alta conciencia democrática se acostumbra a establecer determinadas cuotas de participación electoral que, de no alcanzarse, pueden llegar a obligar a las autoridades a realizar nuevas elecciones. Así, por ejemplo, la constitución de Serbia exige para las elecciones de la máxima autoridad la participación de, al menos, un 50% del electorado. En países en donde el sistema capitalista impera bajo la conducción de dinastías partidarias poco o nada importa la desafección de la ciudadanía. El caso típico es Estados Unidos.
2. La estrategia de votar
2.1. La estrategia de votar y participar
La estrategia de votar y participar en el acto eleccionario es la que se emplea normalmente. Los ciudadanos ejercen su derecho de acuerdo a los siguientes parámetros: eligen a alguno o algunos de los candidatos propuestos por los partidos, concurren a los lugares habilitados para la votación y depositan el voto en la urna respectiva.
Pero aplicar la estrategia de votar también puede acarrear aspectos positivos y negativos; el aspecto positivo por excelencia lo presenta la permanencia o estabilidad del sistema y, por ende, la satisfacción que tiene el votante de ver elegido el candidato al cual le ha entregado su voto y confianza. Su ‘inversión’, en consecuencia, ha quedado a resguardo. Sin embargo, el aspecto negativo es sentir el peso de la derrota o, como se dice, en buen chileno, ‘quedar con cola’, perder la ‘inversión’, por otra parte, si es una persona que no confía en el sistema, no podrá evitar sentir la sensación de haber contribuido al afianzamiento y robustecimiento del mismo con su actitud sumisa.
2.2. La estrategia de votar nulo o estrategia de la anulación
Existe, sin embargo, otra estrategia que bien vale la pena analizar. Es la del voto nulo o de la anulación del voto. En este caso, el elector concurre a votar a los locales habilitados, pero anula su voto, es decir, marca su preferencia a dos o más candidatos al mismo cargo. En tal caso, el voto se anula por disponerlo así la ley. Es un acto de protesta que puede hacerse de manera consciente y deliberada.
Tiene ventajas cual es su cuantificación: un voto nulo es fácilmente cuantificable (lo hace la propia autoridad) y por lo mismo, determinable, a diferencia de la abstención que es cuantificable en forma global, pero que no puede conocerse en definitiva por ignorarse el número de aquellos que no han concurrido a los locales de votación como protesta en contra del sistema.
El voto nulo tiene otra ventaja: puede considerarse una verdadera estrategia pues quienes concurren a votar nulo son personas que actúan en un sentido determinado, que realizan una acción; con ellas puede contarse para realizaciones posteriores. En suma, el que vota nulo es un contradictor al sistema, una persona que actúa, que se mueve activamente y está dispuesto a nuevas y sucesivas acciones.
Pregunta final: ¿puede alguna de estas estrategias servir eficazmente para unir a los dispersos sectores de las clases y fracciones de clase dominadas y enfrentar, de esa manera, los desafíos que presenta el futuro? ¿Puede alguna de estas estrategias ser empleada en las elecciones que se avecinan? ¿Cuál es la que más conviene? ¿Cuál es la que debe emplearse? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿En las elecciones municipales y como estrategia para participar en las presidenciales con cierto éxito? ¿Hay posibilidades de obtener ese éxito con su aplicación previa en las municipales? Finalmente, ¿hay posibilidades de realizar dicha estrategia dentro del escaso período de tiempo que media entre marzo y la municipales?
Santiago, febrero de 2016
[1]El concepto de ‘Bloque en el Poder’ ha sido desarrollado en documentos redactados en otras oportunidades y corresponde al que propusiera Nicos Poulantzas en varias de sus obras.
[2]La expresión ‘venganza del pasado’ fue acuñada por Georges Sorel, un filósofo francés que recibió muchas influencias de Marx y del anarquismo. Algunos autores lo han intentado vincular (sin éxito) al fascismo como lo han intentado hacer con Richard Wagner.
[3]Latorre Fuenzalida, Hugo Enrique: “¿Culpas o disculpas?”, Archivo Krohne, 29 de enero de 2016.
[4]Redacción: “Fiscal Toledo descarta formalización de Dávalos […]”, ‘El Mostrador’, 26 de enero de 2016.
[5]Redacción: “Penta: Fiscalía adelanta que probablemente no habrá cárcel para imputados”, ‘El Mostrador’ 1 de febrero de 2016.
[6]Gumucio Rivas, Rafael L.: “Monarquía presidencial, un análisis crítico”, documento de febrero de 2016, archivo del autor.
[7]Redacción: “Abogado querellante del caso SQM ve con preocupación salida del fiscal Arias […]”, ‘El Mostrador’, 3 de febrero de 2016.
[8]Redacción: “Diputados preparan nuevo reglamento que termina con varios privilegios”, ‘El Mostrador’, 1 de febrero de 2016.
[9]Redacción: “La clase política cierra filas y apoya los argumentos con que se defiende Pablo Longueira”, ‘El Mostrador’, 1 de febrero de 2016.
[10]Soto P., María José: “Rasgos de la crisis se mantienen y permanecerán […]”, ‘La Tercera’, 07 de febrero de 2016, pág. 10.
[11]La candidatura de Lagos no está aún definida. Al cierre de este artículo, se sabe que hay tres candidatos dentro del PS, a saber Ricardo Lagos, Isabel Allende y José Miguel Insulza; eso no impide que puedan haber más. Incluso en las otras colectividades que integran el pacto ‘Nueva Mayoría’. Se habla incluso que el partido Comunista presentaría a Claudia Pascual como su figura más emblemática y que su vocería interina en reemplazo de Marcelo Díaz tendría tal objetivo.
[12]La nueva Ley de Partidos no tolera el financiamiento de los partidos por las empresas, pero sí lo acepta tratándose de aportes ‘privados’. En realidad, si somos rigurosos, nada ha cambiado respecto a lo que estatuyera Pinochet.
[13]Redacción: “Hernán Larraín y los mil millones que la UDI recibirá del Estado […]”, ‘El Mostrador’, 28 de enero de 2016.
[14]De todas maneras, este panorama puede cambiar en cualquier momento; lo que sí no va a cambiar son los principios o bases sobre las cuales se apoya.
[15]A menudo personajes vinculados al mundo del narcotráfico adquieren la calidad de ‘héroes’ por la simple circunstancia de hacerse famosos o, en palabras de Clotario Blest, de constituirse en una ‘personalidad’.