¿Se hará justicia en los casos de corrupción y delincuencia transversal y generalizada del sistema político, la que se evidencia como la arista de una cultura lejos de obedecer a casos eventuales o transitorios?
No.
Lo que se ha denunciado y que la prensa ha seguido con cierto interés, no es una cosa nueva, no es producto de los tiempos o de ciertos nerviosismos electorales. Es parte de una conducta que ha relacionado siempre a la oligarquía nacional con el sistema político. Es una cultura, una forma de ser.
Que los poderosos empresarios financian o derechamente compran la política y la justicia no es algo de ayer. Es una parte de la historia que se ha querido silenciar metódicamente por los interesados pero no ha sido de otra manera: las leyes siempre han favorecido a los poderosos, y la justica siempre ha operado en contra de los pobres, despojados, humildes y perseguidos.
Lo que se conoce ahora con visos de escándalo ha sido posible solo por la anomalía de tener un sistema judicial que por un descuido quedó con grados de autonomía que quizás los poderosos, en un arresto republicano incomprensible, no previeron, achanchados como están en un sistema perfectamente impune.
Entonces lo que estalló como el escándalo que es, y que involucra a casi todo el espectro de la política, llegando incluso a las maternales faldas de la presidenta, ya está buscando salidas en la judicialización que permitirá la total impunidad para todos. O, a lo sumo, repartirá penas risibles, que es otra forma de burlarse de la gente.
Es aquí cuando se comenzará a desplegar todo el poder en contra de los escasos fiscales con la hombría suficiente y necesaria para develar los casos de corrupción y llegar al hueso mismo, enjuiciar a los corruptos y ladrones, imponer medidas cautelares que no muevan a risa, y finalmente dictar condenas de acuerdo a los delitos cometidos y no aquellas que más bien parecen paseos por el campo.
Pero, doble contra sencillo, se va a imponer la impunidad más absoluta. Quienes alberguen la esperanza de que la justicia esta vez sí va a hacer su trabajo, que vayan reculando.
Ya se ha visto en la remoción de algunos fiscales que han dejado sus casos por oscuras razones, para que los tomen otros de los que no se sabe. Pero seguro que no se avanzará sino en buscar la mejor solución de Estado para tapar la mierda y sus olores.
Ya se ha dicho: el sistema no se suicida y no lo hará por algunos centenares de millones de dólares, una bicoca si se considera lo que está en juego. Entonces lo que ofrecerá este verano de marejadas será una pausa para discurrir la mejor manera de terminar con el escándalo y volver al paso cansino de las ofertas electorales, a las discusiones por los candidatos y a las mentiras de siempre.
Quienes esperan ver el deterioro y caída final del sistema luego de que se conozcan todas las aristas de los robos que tanto la derecha, cuyo niño símbolo es el coronel ultra derechista Longueira, y los cuadros de la Nueva Mayoría, los hermanos Pizarro, Rossi y las demás bandas, además de los outsiders que han venido predicando su abisal diferencia respecto del estatus quo, i.e. Marco Enríquez Ominami y su padrastro, les va a salir perita.
En un sistema autopoiético, cuando algo externo incide sobre ellos, los efectos dependen de ellos mismos, de su estructura en ese instante, y no de lo externo, conservando su consistencia estructural, utilizando la energía de su propio medio. Se auto regeneran.
Nada distinto a esta definición va a pasar. En poco tiempo, tanto como lo definan las necesidades electorales, en donde se verifica su regeneración sin contrapeso de nada externo, la cosa ya va estar en otro estadio: en el de la plena impunidad.
Se ha probado sobradamente que el sistema tiene aún muchas herramientas para su sobrevivencia. En una entrevista mercurial el diputado PPD Auth, reclama por la mucha atención que La Moneda le ofrece al PC. No se da cuenta que se está refiriendo a una de esas herramientas que al sistema les son tan caras: la llamada paz social, que no es otra cosa que someter o intentar someter al movimiento social.
En efecto, el sistema podrido no la habría tenido tan fácil como le está saliendo si los estudiantes no estuvieran solo preocupados de la gratuidad. El movimiento social se ha contentado con seguir los avatares de la corrupción generalizada, los robos monumentales, las exacciones ilegales, el financiamiento ilegítimo de gran parte de sistema político, por Facebook.
Así, resulta hasta comprensible que la recuperación del sistema les salga tan barato y no nos extrañemos si luego de este escandaloso año, las cosas siguen como si nada. El pesimismo sigue siendo más preciso a la hora de predecir.