Los últimos gobiernos del duopolio colaboran con ello culpando al bombo. En el fútbol, como espectáculo para la familia, todo tiempo pasado fue mejor. Y se puede demostrar.
¡¡Y finalmente el coyote cazó al correcaminos!! Podría ser ese el término de una historieta del ‘comic’ llevada al cine por la industria hollywodense, la cual acostumbra dar corte violento a ciertas producciones cuando ellas no le reportan los mismos ingresos de antaño.
Lo mismo -o muy parecido- sucede en el fútbol profesional chileno. Si nos remontamos a varias décadas podremos constatar que este deporte era todo un éxito social y cultural en nuestro país. Comercialmente se trataba de una actividad de tono mediano, jamás de tono menor, pero tampoco constituía una algazara de rimbombásticos movimientos financieros. Quizá, amigo lector, sus jóvenes años le impiden saber cómo era esta cuestión futbolera en nuestro país allá por los años cercanos y posteriores al ya manido Mundial de 1962.
Permítame contárselo para que, al menos, tenga una mejor base de datos sobre el tema. No existía la controvertida ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional), ya que el fútbol era dirigido desde la ACF (Asociación Central de Fútbol) que tuvo en suerte contar con dirigentes de innegable capacidad y conocimiento del tema, como Antonio Labán, Héctor Gálvez, Ernesto Alvear, Carlos Dittborn, Nicolás Abumohor (padre del actual dirigente del club O’Higgins), María Carreño (Audax Italiano), Abel Alonso, Francisco Fluxá, Antonio Martínez, etc. Algunos de ellos –Labán, Abumohor, Alonso- llegaron a presidir la ACF. Casi todos eran empresarios, como los de hoy… pero no eran corruptos ni delincuentes (como muchos de los actuales).
Durante las décadas de 1950-60 y 70, las programaciones dominicales de fútbol en el estadio Nacional durante los meses de otoño e invierno eran jornadas dobles. Es decir, dos partidos. El primero (llamado ‘preliminar’) comenzaba el domingo a las 13:30 horas, y el segundo (‘partido de fondo’) se iniciaba a las 15:30 horas.
Cuando la primavera avanzaba y el verano comenzaba a regalar canícula, las jornadas dobles en el Nacional se trasladaban a los días sábado… pero en la noche. Preliminar a las 20:00 hr., y “de fondo” a las 22:00 horas. Recuerdo con prístina claridad una de aquellas memorables jornadas de verano de nuestro campeonato nacional (un solo torneo, de dos ruedas, todos contra todos): 20:00 hr: Universidad de Chile vs Unión Española; 22:00 hr.: Colo-Colo vs Santiago Wanderers (el Wanderers de los “panzer” en esos años, con Haroldo, Cabrera, Cantattore, Hoffmann, ‘Chico’ Méndez, etc.). Estadio lleno… 75 mil espectadores… ni un solo disturbio, dentro ni fuera del recinto.
Aquellas eran masivas actividades recreativas para las familias. La televisión estaba aún en pañales, pero las radioemisoras se encargaban de llevar al resto del país los detalles de cada encuentro. No obstante, los noticieros centrales de los escasos canales de TV existentes en la época transmitían las imágenes de los goles convertidos en todos y cada uno de los partidos de la correspondiente fecha futbolera.
Posiblemente no faltará el lector que luego de recorrer estas líneas argumente que el espectáculo era de bajo nivel en esos años. Craso error. La mencionada ACF llevaba a cabo, cuando el verano estaba a todo dar, magníficos “Pentagonales” y “Hexagonales” de nivel internacional, campeonatos que se desarrollaban los días miércoles y sábado en los mismos horarios nocturnos que ya señalamos.
Santos de Brasil (con Pelé y Coutinho), River Plate de Argentina, Selección de Checoslovaquia, Selección de Alemania Oriental (RDA), Peñarol de Uruguay, Botafogo de Brasil, Sevilla de España, Selección de la Unión Soviética (URSS), Racing de Argentina, Vasco da Gama de Brasil, Nacional de Montevideo, Vassas de Hungría, Alianza de Lima, Millonarios de Colombia, entre otros que ya he olvidado, acompañaban en esos campeonatos estivales al “combinado universitario” (la U’ y la UC), y Colo-Colo (reforzado con uno o dos jugadores estrellas de otros equipos chilenos, como Osvaldo ‘Pata Bendita’ Castro, de Unión la Calera, o Carlitos Reinoso de Audax Italiano).
Estuve presente en el estadio Nacional esa veraniega noche de sábado, el año 1965, cuando Santos derrotó 6×4 a la Selección de Checoslovaquia, con un Pelé dando la mejor y más extraordinaria demostración de fútbol de alta calidad. Recuerdo la fecha como si fuera hoy, ya que al día siguiente (domingo) los diarios publicaban los resultados del Bachillerato que los egresados de 6º Humanidades (hoy, 4º Medio) habíamos rendido en el mes de diciembre (no existía PSU entonces), y yo postulaba al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde afortunadamente fui admitido.
¡Magníficas jornadas de fútbol de primerísimo nivel, a estadio lleno, en horario nocturno…y no existían las predadoras “sociedades anónimas”! Pero, luego de producido el golpe militar de 1973, comenzó a surgir una nueva clase de empresarios. Eran los herederos del empresariado sedicioso, e hijos del neoliberalismo rampante que venían decididos a cambiar (esa palabrita encanta y gusta a los depredadores, “el cambio”) todo el estado de cosas en aquel deporte para explotarlo como trampolín político y negociado indecente e inmoral, pero altamente fructífero.
Surgieron entonces los Menichetti, los Dragicevic, los Nasur, los Marinakis, los Bloisse… anticipando el arribo a la ex ACF, ahora ANFP, de ciertos importantes empresarios y políticos vástagos del pinochetismo, léase Gabriel Ruiz-Tagle, Cristián Varela, Guillermo Mackenna, Sebastián Piñera, Gustavo Hasbún, quienes propiciaron el arribo de individuos de dudosa imagen y peor realidad, como Jorge Segovia, Sergio Jadue y otros de igual calaña, cuestión esta última que ha sido demostrada por el Federal Bureau of Investigation (FBI) estadounidense.
Ahora hay estadios vacíos, fútbol en horarios de misa dominical o de alta canícula, campeonatos de nivel menos que mediocre, escándalos por doquier, robos varios y en descampado (por parte de muchos dirigentes), autoridades políticas haciendo el ridículo ante el país cada vez que intentan “arreglar” el fútbol profesional como espectáculo (“el fiasco llamado “Estadio Seguro” es el mejor ejemplo), etc. Y ese etcétera se extiende a nivel internacional con el “caso Jadue”, que fue avisado en alguna medida por el ex director técnico de la selección chilena, el argentino Marcelo Bielsa.
Recordemos que los mencionados habían asegurado al país que con las SADP (SA) en el fútbol todo iría mejor. Sin embargo, las SADP han matado el fútbol. Los empresarios chilenos y sus socios foráneos solo se preocuparon de hacer negocios pingües a través de acciones como corromper, estafar y delinquir (además de evadir pago de impuestos). Una vez estrujado el limón, y ya seco, se abandona.
Está comenzando a suceder en varios clubes profesionales. De hecho, Santiago Wanderers (SADP) acaba de informar su quiebra, pese a que en este momento es el puntero del actual campeonato, pero su deuda supera los tres mil millones de pesos. Además, el resto de los clubes no tiene capacidad ni deseo para contratar jugadores de fuste, pues lo que interesa es el negocio de la televisión, y no el espectáculo mismo. Pero, ello comienza también a tambalear.
Es un hecho indesmentible: llegaron las Sociedades Anónimas y murió el fútbol profesional chileno. Sólo quedan en pie el fútbol por TV (CDF) cual espectáculo rentable para sus dueños, y las “barras bravas” que sirvieron de ‘garde de corps’ a algunos de los principales dirigentes-empresarios que se encaramaron en el fútbol para transformarlo en un bolicheo ganancioso, temporalmente, claro está, y también con el propósito de ganar votos de los sectores populares, cuestión que de aquí en más ya no es factible debido al fracaso del sistema.
No hay duda, el coyote ya cazó al correcaminos. Para el fútbol profesional chileno, con las SDAP la vida terminó… ahora comienza su supervivencia.