Diciembre 27, 2024

Chile postergado

Podemos decir que hay un Chile que vive en la opulencia: el 10% de la población que concentra todo lo que el país produce, con ingresos promedio de más de 60 mil dólares per cápita, lo que es superior, por ejemplo, al promedio de Estados Unidos y Singapur.

 

 

 

Hay un Chile postergado que vive en la indigencia y en la pobreza y las cifras, así lo demuestran: el 60% de la población subsiste con ingresos equivalentes a países como Angola y el Congo.

 

En efecto, el ingreso per cápita del 1% más rico es 40 veces mayor que el ingreso per cápita del 81% de la población”, según un estudio de la Universidad de Chile.

 

No se debe seguir administrando la pobreza, sino terminar, de una buena vez, con ella y con la política asistencialista del Estado chileno. Tenemos que terminar con la fábrica que produce pobres y es tiempo de erradicar una sociedad caracteriza por un hecho concreto: los pobres son cada día más pobres, mientras que los ricos son cada día más ricos y sus bolsillos se van acumulando de ganancias, mientras los pobres tienen que hacer maravillas con el poco dinero que reciben y tratar, mes por mes, de alimentar a sus hijos, pagar su educación y reunir las monedas para cargar la tarjeta BIP.

 

Hay una verdad irrefutable: la élite política que ha administrado el país tiene una deuda con los sectores más vulnerables y pobres del país. El slogan “Chile Crece contigo” no se ha traducido, en la práctica, en mejores condiciones de vida para los postergados, para los más vulnerables y vulnerados. Por el contrario, la brecha entre ricos y pobres ha aumentado y son, justamente, los ricos los que más crecen.

 

Hoy, constatamos que las aguas son de privados, que los mares fueron privatizados a un pequeño grupo de familias, que las forestales son de Angelini y Matte y que, la electricidad, le pertenece a empresarios españoles. La conclusión, inevitablemente, es que el “Chile para todos” es sólo para unos pocos.

 

Quienes estamos en la actividad política no vinimos a defender deudas que cierta élite política tiene con el pueblo. No vinimos a defender un sistema injusto, ni una forma de hacer política como la que hemos conocido, en el último tiempo, con los casos de corrupción, cuando se mezcla lo público con lo privado, los negocios con la política y se transgreden la moral y todo principio.

 

Estamos aquí para denunciar las injusticias, alcanzar la libertad, cobrar las deudas pendientes y terminar con la política de las migajas que caen de la mesa del poder hacia los sectores más pobres y discriminados.

 

Mi conciencia no me deja otra opción más que denunciar las injusticias que hacen sufrir a los más desprotegidos. “¡Llega un momento en que el silencio es traición!” decía alguien y no estamos dispuestos a traicionar al pueblo de dónde venimos, los que no son escuchados, ni tomados en consideración en las grandes decisiones del país.

 

Ese Chile postergado se hermana con los pueblos indígenas marginados. Los hermana la pobreza, la falta de oportunidades y la discriminación social y política. Nuestro objetivo de mayor justicia social y económica, inevitablemente, es el mismo. Cuando un proyecto refundacional de la política viene a liquidar la fábrica de pobreza, nace de la propia gente marginada, de sus propias vivencias, desesperanzas y necesidades, de sus propios sueños. Con ellos, es posible avanzar hacia un Chile más justo. No tiene por qué ser fácil, nunca nada ha sido fácil para nosotros.

 

Debemos ser capaces de comprender que parte del problema estructural de esta fábrica de pobreza y desigualad se debe a que nos hablan desde una sociedad que está en crisis, que tiene en crisis la política, la economía, la educación, la salud, el medio ambiente y que tiene una crisis de identidad. Muchos, no saben qué es el ser chileno.

 

Muchos morenos buscan antepasados europeos, en vez, de reconocer sus orígenes indígenas. Chile, no es la Inglaterra sudamericana, es parte de la América mestiza y que goza de una hermosa “morenidad”, como decía el poeta, Elicura Chihuailaf.

 

Históricamente, la pequeña y mediana burguesía se ha atribuido la representación de los más postergados del país, ellos han decidido nuestro futuro. Nos encontramos en un estado donde otros nos interpretan, otros han construido el mundo en que vivimos. Y al no tener participación en esas decisiones, no podemos mejorar nuestras condiciones de vida.

 

Cuando hemos querido hablar por nosotros mismos, ahí aparecen algunos políticos para decirnos ¡usted no lo diga, lo digo yo!, ¡usted no lo haga, lo hago yo por usted!, eso nos dicen a los indígenas y a los chilenos del pueblo, como si nosotros fuéramos incapaces intelectual y físicamente.

 

Políticamente nos han declarado interdictos, nos dicen que necesitamos tutores, que ellos son nuestros tutores y que nosotros somos incapaces y estamos condenados a depender de ellos. Pero no, nosotros venimos a romper esas cadenas de segregación política que nos pusieron, inclusive, antes de nacer.

 

Podemos concluir que a este grupo de políticos les conviene mantenernos con mala educación, con mala salud y ojala analfabetos, para que ellos no pierdan su trabajo y, así, puedan seguir decidiendo por todos nosotros. El hombre que vive en la extrema pobreza no puede y no tiene tiempo para cambiar su situación, porque no tiene qué comer.

 

El obrero no tiene el tiempo para luchar por cambiar su situación, está totalmente endeudado y no puede faltar un día al trabajo, porque no puede darse el lujo de perder el pan de cada día.

 

Cuando el hombre tiene las necesidades cubiertas, tiene la libertad de dedicarse a pensar en cambiar las cosas que están mal, de lo contrario, su única preocupación de sobrevivencia será: qué dará de comer a sus hijos mañana, que no le corten la luz ni el agua y que no los saquen de sus hogares, si es que tiene techo.

 

Para tener la libertad de decidir, hay que tener todas las necesidades básicas cubiertas, porque la libertad de elegir no es ir a votar, peor aún, no es ir a votar por el que te dio un pan o una canasta familiar para comer, eso se llama esclavitud y la practican aún algunos políticos en Chile.

 

Nosotros aspiramos a decidir nuestro futuro, no sólo a participar mediante el voto, sino a empoderar al ciudadano de a pie para alcanzar la participación real.

 

Al parecer, la política sí tiene color, porque depende del color de pelo, de ojos, piel y apellido, porque mayoritariamente los que lideran los temas que se discuten ante la opinión pública son de clase media alta, escasamente vemos a personas del pueblo en cargos públicos. Los temas de los mestizos pobres, salarios dignos y autonomía de los pueblos originarios, siguen siendo temas pendientes, promesas, y una promesa postergada es una injusticia declarada decía Martin Luther King.

 

Nuestro desafío no es sólo la autonomía, sino sacar adelante al Chile postergado. Estamos ubicados en ese lugar de Chile: la postergación, en que convivimos Mapuche y mestizos que hacemos parte de estas tierras, los que no somos tomados en cuenta en las grandes decisiones del país y en donde la promesa de igualdad, pareciera ser, sólo una simple declaración, como muchas otras que escuchamos y de las que la mayoría del país, es testigo.

Por: Diego Ancalao, vicepresidente nacional de la Izquierda Ciudadana.

 

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