Diciembre 26, 2024

Chile: entre la corrupción y la ineptitud

El sonriente caballero de la foto es el comandante en jefe del Ejército de Chile. El tiene privilegios extraordinarios, en su institución se han defraudado a lo menos 5.000 millones de dólares y no ha tenido que dar ni siquiera una explicación al país.

 

 

 

Don Humberto Oviedo Arriagada no es un funcionario público cualquiera. Debieran pesar sobre él, más allá de lo estrictamente legal, obligaciones morales extraordinarias y deberes que son también un honor para todo chileno.

 

Parece que está incólume a esto de las obligaciones. Pues el escándalo se desata, pero él, muy bien gracias.

 

Hace un tiempo fue al Parlamento y cuando se le pidieron explicaciones de por qué se mantenían retratos del asesino múltiple general ® Manuel Contreras respondió de manera altanera sin corregir esa evidente falta de respeto a  nuestras instituciones republicanas. Fue defendido con todo entusiasmo por el ministro de Defensa José Antonio Gómez, que actuó más como servicial ordenanza que en calidad de superior jerárquico.

 

La defensa de la Patria es uno de los deberes más sagrados de todo ciudadano y la obligación más alta e ineludible del Estado.

 

Las guerras se dan de tarde en tarde, pero sus efectos duran por muchos años. Teníamos derechos legítimos sobre el territorio norte de nuestro país. Pero si no hubiéramos tenido un ejército, que fue conformado por la oligarquía pero también por miles de mineros voluntarios, capaz de alcanzar la victoria, no habríamos tenido el salitre de ayer ni el cobre de hoy, con todo lo que ello significa.

 

Es terrible perder una guerra, escuchamos todos los días las lamentaciones y/o los insultos de un gobernante vecino. Va donde el Papa, recorre los gobiernos europeos y a donde quieran escucharlo. Es un patriota, defiende los intereses de su país, pero lucha contra la corriente; perdió la guerra.

 

Muchos hablan de la ocupación de Lima, pero pudo ser la ocupación de Santiago. Eso habría sido una espada clavada en nuestro honor por muchos años, no hay ejército de ocupación benevolente.

 

Se le asignan al Ejército el 10% de las ventas del cobre para compras de armamentos, que son necesarias e imprescindibles, un día las palabras pueden agotarse. Ese dinero, que ya es onerosísimo en un país en el que faltan hospitales y de la educación ya sabemos, debió ser cuidado como un padre de familia cuida el dinero de la educación o la alimentación de sus hijos.

 

Pero no fue así, se empezaron a robar el dinero. Militares de nuestro ejército lo han hecho.

 

La corrupción estaba muy extendida y obviamente dado los montos involucrados los fraudes no se pudieron hacer sin la participación activa de  altos oficiales.

 

La mujer de un cabo despilfarró 40 millones de pesos en una noche en el casino de juego Monticello, el cabo hizo otro tanto con 60 millones. Esto da un indicio de cuánto dinero se habían apropiado. Un cabo en una sola noche.

 

¿Y qué hace el gobierno? Aquí aparece la compañera amada de la corrupción: la ineptitud. La presidenta de la República no dice nada. El Ministro de Defensa mutis por el foro.

 

Un diputado exige transparencia total en los gastos militares, por qué no piensa lo que dice. Los gastos militares deben tener reserva, pero por ello se deben confiar a personas honestas y que si alguna vez la tentación les seduce sepan que el castigo será sin contemplaciones.

 

El sonriente general permanece en su puesto. Hasta en una república bananera habrían perdido sus cargos, él y su estado mayor, hace mucho rato. Hay algo que se llama responsabilidad del mando. No se trata de haber participado en el hecho sino de estar al mando de quienes lo hicieron y no haber adoptado las medidas que lo previnieran.
 

 

Se estaban robando el dinero por sacos y no se daban cuenta. Un cabo gasta con su mujer 100 millones en una noche de casino y nadie se entera. Un casino donde las fichas que se cambian quedan registradas con la identidad de la persona.

 

Ahora se descubre tráfico de cocaína en un embarque de material del Ejército, tráfico por donde se le mire. Se dice que se rompieron los sellos del Container, ¿así de fácil se vulneran las líneas de aprovisionamiento?.
 

 

El Código de Justicia Militar tiene penas severísimas para la traición a la Patria, pero aquí estamos, como si nada.

 

Estos corruptos han puesto en riesgo la seguridad del país.

 

Como no se va dar cuenta de ello la presidenta Bachelet, que tanto le gusta marchar frente a los uniformados en formación.

 

Con esta defensa nacional cualquiera que tenga pleitos con Chile, y los tenemos, se puede envalentonar, podría concluir fácilmente que ya no somos los del 79.

 

Esto no puede continuar.

 

ROBERTO AVILA TOLEDO    

 

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *