Dicen que los chilenos tenemos mala memoria. Como la de los peces que solo dura dos minutos. Sin embargo yo no puedo sacar de mi alma detalles que se tienden a olvidar. Es por eso que reitero una y otra vez hechos que tenemos la obligación de recordar siempre; muchos de ellos son simbólicos porque nos han mostrado lo que calza nuestra clase política y su sensibilidad como seres humanos. Detalles como la violencia del oftalmólogo contra una perrita lazarilla y una asesora del hogar, o el viaje del Senador Pizarro a ver el rugby, constituyen pequeños hechos, pero grandes en su significado, que ahora quedarán en nuestra retina gracias a las redes sociales, pero antes de estas muchos se han borrado completamente de nuestras mentes.
No puedo olvidar, por ejemplo, el montaje comunicacional organizado por el actual diputado, Daniel Farcas, en ese entonces Director del SENCE, quien consiguió que La Moneda instruyera al Ministro del Trabajo, Ricardo Solari, al Subsecretario de Salud, Ernesto Behnke y a la Directora del Comité de Inversiones Extranjeras, Karen Poniachick., para que todos juntos aparecieran en la televisión, en todos los canales, engullendo hamburguesas chorreantes para defender a una sucursal del Mc Donald’s que había sido sancionada por el Servicio Metropolitano del Ambiente por intoxicar con sus restos de carnes, a un niño chileno, con el síndrome hemolítico urémico provocándole una enfermedad renal grave. Por esta acción vergonzosa recibimos el reconocimiento de Woods Staton, a la sazón Presidente de dicha empresa para el Cono Sur, quien nos perdonó el incendio del local de La Cisterna y, usando frases del Presidente Lagos, opinó: “Chile está haciendo las cosas bien”, agregando que eso siempre daba mucha tranquilidad a la compañía, por lo cual a los 69 establecimientos existentes en Chile agregaría los Mc Café. Nuestros líderes defendían con pasión a la cadena chatarra que nos ha traído la obesidad mórbida, donde no hay sindicatos ni se respetan los derechos de los trabajadores, al punto de que el diccionario colegiado, Merriam-Webster´s incorporó el término “McJob”, para referirse al trabajo mal pagado y sin futuro. Antes, había acuñado el término el novelista norteamericano Douglas Coupland en su novela “Generación X”, publicada en 1991, donde describe el término como “un trabajo poco prestigioso, de poca dignidad, poco beneficio y sin futuro en el sector de servicios”.
Otro recuerdo que me tortura, especialmente cuando veo al Senador Ignacio Walker pontificando de lo humano y lo divino para ofrecerse como Presidente de la República, es un suceso inolvidable del 2004 que protagonizó personalmente al ser Canciller de la República.
Todo empezó con uno de los pocos programas de la TV de fines de los 90 que estimulaba y enseñaba a los jóvenes a desarrollar su vocación por el canto y el baile: Rojo, Fama contra Fama. Sus directores impulsaron la relación de sus participantes con los más pobres, los discapacitados, los menos privilegiados por el poder y la riqueza. Destacaron la importancia de la humildad, incorporando al equipo de estudiantes a campañas como la del Hogar de Cristo, enseñándoles la necesidad de estudiar, el orgullo de sus orígenes, incluso el respeto a sus hermanos extranjeros. En el plano inmediato el programa inspiró a cientos de niños chilenos a ingresar a academias de música y danza.
En este contexto, los éxitos de una niñita de 13 años, la menor del programa inicial, con un padre afectado por una difícil enfermedad, caracterizada por su ternura y humildad renovaron en muchos la capacidad de soñar.
María José Quintanilla constituyó un símbolo de esperanza, el ejemplo que muchos niños siguieron, con aquella lejana convicción, que algún día tuvimos con Gabriela y Pablo, y luego con Violeta, de que todos, viniéramos de donde viniéramos, podíamos triunfar. Podíamos dedicarnos a nuestro arte, podíamos comunicar algo a los demás. Podíamos ser importantes.
Cuando se decidió la canonización del Padre de Alberto Hurtado fue muy fácil incorporar al feliz evento a los jóvenes del programa y así lo sintió también el sacerdote Renato Poblete. Más aún, pudimos observar que el mensaje del Santo se encarnaba en la humildad de María José Quintanilla. Así lo sintió todo el país cuando el sacerdote Poblete nos comunicó que ella era la elegida por la Iglesia para cantar en su canonización en Roma. Y con ella, muchos jóvenes y niños se sintieron también elegidos. La selección también se debió a su voz maravillosa, a que había trabajado y puesto su fama al servicio de la campaña. Había cantado para el Hogar de Cristo. Se había logrado gracias a Rojo, que el Sacerdote chileno Alberto Hurtado y su canonización identificara a los latinoamericanos que participaban diariamente en el programa. Una actividad de nuestro país convocaba a otros pueblos, más allá de las relaciones diplomáticas y los negocios.
Pero el Canciller Ignacio Walker revirtió la decisión de la Iglesia, decidió que María José no cantaría. La reemplazaría su mujer, Cecilia Echeñique. Nos enteramos por los diarios. Había sido soñar demasiado.
La codicia de las dinastías es insaciable y no se puede esperar de ellas que ni por pudor demuestren bonhommía. Ellas lo tienen todo y también cantaron en Roma a la pobreza.
Alicia Gariazzo
Miembro del Directorio de Conadecus