El presidente de Uruguay, José Pepe Mujica, consideró que el mundo debe implementar medidas para manejar el cambio climático, entre ellas el adaptarse a los fenómenos derivados del calentamiento global, ante la falta de consenso político para mitigar los efectos de las variaciones en el clima.
En entrevista concedida a teleSUR, durante la visita que realiza a Venezuela para reunirse con el presidente Hugo Chávez, Mujica resaltó que el daño provocado por la actividad industrial y la sociedad del consumo en torno al cambio climático es irreversible.
“Yo creo que tenemos que ir tomando medidas de aprender a manejar el cambio climático en todo lo posible, como se hace en biología. Tratar de adaptarnos”, expresó durante la entrevista con teleSUR.
“Es más fácil lograr la adaptación que lograr consensos políticos que puedan contribuir a revertir la situación. Si logramos consenso político, a lo sumo podremos mitigar las medidas, pero hay un daño que ya está hecho”, añadió.
Se refirió a los aspectos relativos a su visita a Venezuela, dijo que al reunirse con Chávez, abordarán asuntos relativos al intercambio comercial, revisión de acuerdos bilaterales y el tema referente al ingreso de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur).
Sobre esto último, Mujica consideró que “definitivamente Venezuela puede entrar al Mercosur, pues tiene la aprobación de casi todos los países. Falta una cosa, quisiera ayudar en ese sentido”.
A continuación teleSUR ofrece el texto íntegro de la entrevista realizada al presidente uruguayo:
¿Cuál es el sello de esta reunión bilateral con el presidente Hugo Chávez?
Existe un conjunto de cosas menores; menores para el mundo pero, seguramente, no menores para los involucrados. Esas cosas tienen que ver con el intercambio comercial.
Uruguay es un buen comprador de petróleo venezolano. Uruguay vende algunas cosas en Venezuela. Procuramos ajustar esos mecanismos para el tiempo que viene, revisar cómo están marchando algunos acuerdos, tratar de mejorarlos.
Definitivamente Venezuela puede entrar al Mercosur, pues tiene la aprobación de casi todos los países. Falta una cosa, quisiera ayudar en ese sentido.
La preocupación de Uruguay porque Venezuela entre al Mercosur es porque el Mercosur es algo cada día más importante y necesario en el contexto de un mundo que, nos guste o no nos guste, más allá de nuestra voluntad, tácitamente parece caminar a organizarse en bloques gigantescos.
La entrada al Mercosur de Venezuela ayudaría a mejorar las asimetrías notorias que existen dentro del Mercosur, porque dos países grandes; uno casi una potencia como Brasil, el otro muy importante como la República Argentina, están acompañados por dos países pequeños, no en recursos, sino en masas, Uruguay y Paraguay.
La entrada de Venezuela con su energía y, tácitamente, una fuente importadora de alimentos, que es el punto fuerte de una parte importante del Mercosur, le da un aspecto mucho más complementario. Me parece que, en una estrategia de mediano plazo, es muy importante.
¿Pudiera adelantarnos qué puede hacer el presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, para que esa entrada de Venezuela al Mercosur sea efectiva, conociendo la resistencia que hay en el Parlamento paraguayo?
Bueno, justamente. Las resistencias no se vencen por obra del Espíritu Santo, se pueden cambia a través de influencias humanas. Hay cuestiones geopolíticas muy viejas. Hay que conocer la historia de Paraguay, seguramente que crea dificultades, no tanto por Venezuela, sino por otras cuestiones. Cuesta desmontar esas cosas. No hay otra herramienta que la diplomacia sutil, sistemática y tratar de generar confianza.
Uruguay, tiene una vieja amistad con Paraguay, muy honda. Yo diría que desde las raíces de la historia. La Guerra del Paraguay, en su momento el genocidio más espantoso que ha vivido la historia de América Latina, comenzó en el Uruguay y dejó una cruda herencia en una multitud de cosas.
Desde entonces hay una honda simpatía y los uruguayo podemos decir algunas cosas, pedir, rogar. En alta política, cuando hay que construir, hay que hacer esas cosas.
¿Esa estrategia de diplomacia ya ha comenzado?
Nosotros siempre andamos con esa valija diplomática. Una cosa son las formalidades y otra cosa los contenidos. Tratamos de practicarla y ayudar en lo que podemos.
Están también otros problemas de la región que son muy importantes. El rumbo de la Unasur, si logramos estructurarlo un poco más. Es una nobel organización, pero ha dado notorios resultados en un par de intervenciones importantes.
Me parece que hay quer afinar. Hay un cambio en la nomenclatura del Gobierno de Brasil, es un hecho importante y tenemos que afianzar todo eso. También hay que tener en cuenta que se va a entrar en procesos electorales en algunos países, que siempre calientan el ambiente.
¿Señor presidente, el Uruguay está dispuesto a apoyar la candidatura de Venezuela a la Unasur en el nombre de Alí Rodríguez Araque?
Sí, yo eso se lo comuniqué (al presidente de Venezuela, Hugo Chávez). En la Unasur intentamos consensuar en todo lo posible, hemos estado hablando con otros Gobiernos de América Latina.
Alí Rodríguez es un viejo amigo personal, tenemos toda la simpatía con él, pero tenemos que dar los pasos para que tratemos de consensuar en todo lo posible.
¿Se repone la Unasur de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, del sacudón que generó esa partida?
Pienso que la vida continúa, no es precisamente reposición. Hay hombres que no se sustituyen así, porque cada ser humano es una identidad arriba del planeta, cada ser humano es un milagro único. A la biología no le gusta repetirse.
Kirchner tenía lo suyo y aportó lo suyo, pero a la muerte se le contesta con la vida. Hay que seguir andando.
Nos dice nuestro corresponsal en su país que usted sigue muy cercano a las actividades del campo, cultivando flores y en esa relación con la tierra. Cómo mandatario, además, de un país productor de alimentos, quisiéramos su opinión de un tema que ha estado en la palestra pública y donde se advierte que el mundo está ante la amenaza del hambre, entre otras razones, por la especulación que se hace con el precio de los alimentos.
No es ninguna sorpresa. Hace rato que el mundo está sometido al hambre, por la sencilla razón de que alimentos hay, pero los que tienen hambre no tienen plata (dinero). No es precisamente la falta de alimentos, sino problemas de distribución, de la concentración de la riqueza y, seguramente, de algunos derroches que nos impone esta civilización consumista, que está por todas partes.
Pero estamos en un nuevo período de la historia de las relaciones comerciales. Ha habido cambios muy importantes en los últimos años.
El crecimiento de todo lo que significa Asia, no sólo de China, sino de todo lo que está a su alrededor, significa que hay millones de personas que están demandando y están consumiendo muy por encima de lo que consumían antes y las producciones agrícolas no son infinitas, no son como producciones industriales que se pueden aumentar en dos o tres años.
Tienen dificultades porque ahí tocamos los límites de la naturaleza, que tienen cierta elasticidad, pero no tanto. Esto ha valorizado los grandes granos que tienen que ver con la vida humana, han tonificado su precio. La región en la que viven la han favorecido, mejoraron los términos de intercambio notoriamente.
Pero, al mismo tiempo, se está especulando con los granos y otros recursos agrícolas, por la desconfianza que existe en la moneda y en las otras formas de papel, que son mucho más adecuadas para especular, pero no hay confianza.
Y como el petróleo, los granos y otras cosas por el estilo tienen el mercado asegurado, la especulación cae sobre ellos. Es un fenómeno que viene, además, de la mano de una alta volatilidad de los valores expresados en papel moneda.
Estamos en un mundo complejo. Los Estados tienen que sumar los riesgos e incertidumbres que está creando el cambio climático. En mi país, en este momento, hay una importante sequía. Te puedo asegurar que la cosecha de maíz está liquidada, porque es muy demandante de agua. Seguramente que la cosecha de soya va a mermar.
El arroz lo vamos a mantener, somos buenos productores de arroz, pero por las características que tiene el cultivo en Uruguay, que se planta con el agua a la vista, se tiene reservada el agua, Pero también lo vamos a notar en la ganadería, algunas pérdidas.
Es probable que, de continuar la sequía, también lo sintamos en la lechería.
Los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes, sequías, inundaciones o temporales de viento. Evidentemente estamos en un mundo que ha multiplicado las incertidumbres. Todo esto influye, está influyendo, en la canasta de algunos alimentos básicos y a su vez objetivamente en el fondo de la economía que es un émbolo relativo a favor de crear tendencias inflacionarias.
Los gobiernos tienen que tener mucho cuidado, tratar de mantener reservas de alimentos,porque en definitiva cuando hay escasez porque es real o por razones de especulación, la única salida es tener reservas de alimentos.
Frente a esas realidades, muchos gobiernos de América Latina hacen un diagnóstico como el que usted acaba de hacer. Pero no se podrían tomar decisiones que tiendan a resolver o a tomar medidas que generen certezas en la población, porque los que tienen las decisiones en sus manos, en este caso las grandes potencias, o no firman los protocolos ambientales o no firman reglas de negocio claras ¿Qué posibilidades, qué expectativas pueden tener los pueblos frente a estos hechos, con nuestros gobiernos, por supuesto?
Yo creo que tenemos que ir tomando medidas de aprender a manejar el cambio climático en todo lo posible, como se hace en biología. Tratar de adaptarnos.
Es más fácil lograr la adaptación que lograr consensos políticos que puedan contribuir a revertir la situación. Si logramos consenso político, a lo sumo podremos mitigar las medidas, pero hay un daño que ya está hecho.
El hombre también tiene capacidades. Yo señalo la gravedad del asunto pero no acompaño la fotonovela de carácter tremendista, inalienable que poco menos nos condena a la muerte. El problema es complejo.
El hombre tiene capacidad científica para introducir en los vegetales algunas de las propiedades, por ejemplo, que tiene la xerófila, la plantas del desierto. El hombre, técnicamente, puede llegar a tener vegetales que consuman menos agua.
El hombre puede generar algunos seres mucho más resistentes. Se pueden generar árboles más fuertes, también se puede operar sobre la biología, porque hoy tenemos ciertas claves científicas.
Hay que invertir mucho en ello, hay que hacer mucho esfuerzo, pero al mismo tiempo hay que aprender a trabajar.
En mi país, ganadero y lechero, siempre se hacen reservas de forrajes para sobrellevar el invierno. La gente más perspicaz está decidida a acumular las reservas para dos años de poder mantener las vacas; es decir, en lugar de lloriquear cuando llega la sequía o la inundación, tener un forraje que precisan las vacas guardado.
Ello va a significar sacrificio. Yo sé que estas cosas no son sencillas, pero el hombre puede siempre hacer algo mientras los locos (sociedad de consumo) se convencen que hay que salir del desastre.
Con este tipo de civilización que hemos creado y en la que estamos inmersos, incluso quienes la criticamos, tenemos que mirar las cosas con realismo.
Queremos preguntarle por el plan habitacional que ha emprendido en su país, no solamente porque resulta interesante conocerlo más a fondo, sino porque también por el cambio climático se han producido enormes desastres naturales en el norte de nuestro continente y hoy las poblaciones particularmente de Venezuela, de Colombia, de Panamá, algunas también de Ecuador han quedado desplazadas por estos cambios climáticos, por las fuertes lluvias, pero adicionalmente sin donde vivi
Se está olvidando de Brasil. Es un cataclismo lo que pasó en Brasil. Es un problema complejo; el Uruguay no tiene la gravedad de ese drama, tiene un drama más sordo y si se quiere más humilde, menos espectacular para los medios de prensa, pero tiene un atraso acumulado en la cuestión de la vivienda y es un país notoriamente envejecido.
El problema estratégico más grave del Uruguay es la baja natalidad. Es el país proporcionalmente más despoblado de América Latina y con una tasa de crecimiento propio de los países más viejos de Europa.
No obstante, está necesitando entre cincuenta y cien mil viviendas nuevas. No quiere decir que la gente esté a la intemperie, es que hay una franja de gente importante que vive en condiciones paupérrimas; y la vivienda se junta con otros problemas sociales. Uruguay tiene una tasa de desocupación de seis y medio por ciento, diría que estamos en un período de relativa bonanza.
Nuestro per cápita nos coloca en un país de desarrollo medio, once mil dólares y pico. Para dar una idea, históricamente siempre fuimos el país más equitativo de América Latina, no por obra de este gobierno, ni del otro, por historia.
Muy tempranamente, allá por 1915 tuvimos un proyecto diríamos un tanto social demócrata que modeló que las distancias sociales en el Uruguay no son tan graves como en otras partes de América Latina.
No obstante, ello, estamos padeciendo lo que el mundo entero que la riqueza tiende a concentrarse demasiado y nos queda un montón de gente que tiene malas viviendas, pero yo diría lo de mala vivienda es lo de menos, lo peor es que tiende a quedar marginada al costado del camino y no tiene el grado de oportunidades que debería de tener y tenemos una deuda.
Para esos sectores, los más paupérimos, y lo voy a definir: mujeres solas que tienen tres o cuatro hijos, que hay muchas, porque los que más se reproducen, los que tienen más coraje para reproducirse son los pobres.
La clase media para arriba tienen un hijo o dos cuando mucho. Los sectores más pobres no vienen con un pan bajo el brazo, como dice la biblia, no vienen. Pero venir, vienen. Y si nos quedamos de brazos cruzados dentro de veinte años esos muchachos que nacen en hogares a veces un poco desintegrados, mal atendidos van a ser una parte sustantiva de la fuerza de trabajo del Uruguay.
Entonces, nosotros tenemos varias franjas; pero para los sectores más débiles tratamos de apoyar los mecanismos de autoconstrucción dando material y alguna asistencia técnica; porque no podemos hablar de planes de repago; porque sería ilusorio; lo que puede aportar la gente es sus brazos y tiene que mover los brazos; poque tampoco hay que caer en que las cosas me caigan del cielo y yo no ponga nada, no tanto por el valor sino por la promoción de la gente.
Después, hay obreros que tienen ingresos medianos y tienen dificultad de vivienda, para eso hay unos planes que se van a instrumentar a través del Ministerio de Vivienda, y vamos a apelar a todas las formas de la sociedad, vamos a dar facilidades para que alguna gente en el lugar de un país de históricamente de mucha clase media humilde. Es decir, de sectores un poquito acomodados, pero no mucho. Es frecuente tener solar, tener una casa, y hacer una casita en el fondo para alquilarla para tener unos pesos más; bueno a eso le vamos a dar facilidades para que ayude.
¿Y alguien ha seguido su ejemplo de donar el 20 por ciento del salario para este proyecto sobre viviendas?
Para esas mujeres con hijos fundamentalmente sacamos un plan junto donde hacemos recortes de nuestros ingresos como una manera de pedirle a la sociedad que se haga cargo, porque si esperamos que tengamos soluciones económicas los niños van a crecer y no los vamos a atender
¿Queremos tener su reflexión sobre lo que está sucediendo en Haití?
Es penoso lo de Haití. Nosotros acompañamos a Brasil. Decidimos acompañar a Brasil, con todas las dificultades y los riesgos que ello significa, porque si Brasil no estaba, iba a estar Francia o Estados Unidos, así de crudo lo digo.
Pero no es fácil revertir la situación; es una sociedad que está muy desintegrada y creo que hay que ayudar en todo lo que se pueda.
Saludamos al pueblo cubano que puso un montón de médicos. Pero las calamidades son tantas que parece que es una especie de castigo de la naturaleza.
¿Calamidades e intereses políticos?
Hay una historia negra. Allí empezó la libertad de América Latina; vaya paradoja, ¿Verdad? Pero hay intereses de todo tipo.
Una sociedad desintegrada sirve para muchas cosas. Pero pienso que los latinoamericanos no debemos de ceder y tenemos que poner de nuestra parte. Va siendo tiempo de que seamos mayores de edad.
¿Hay una deuda histórica de América Latina por esa libertad?
Hay una enorme deuda. Pero las deudas históricas no se pagan, se sufren. Nosotros, Argentina y Brasil tenemos una deuda con Paraguay que nunca la pagaremos.
Entérese de lo que fue la guerra del Paraguay con la casa del hombre mayor de nueve años y cosa por el estilo. Las barbaridades en nombre de la libertad que se hicieron ahí. Nunca le podremos devolver a Paraguay lo que le destrozamos.
Para finalizar la entrevista queremos preguntarle por las anunciadas liberaciones por parte de la guerrilla de las FARC. Pero más allá de este operativo, varios presidentes de la región han hablado acerca de la validez de todas las formas de lucha. Nosotros quisiéramos que usted nos permitiera conocer su opinión acerca de lo que sucede en Colombia en el marco del conflicto armado.
Yo soy un presidente de un país y soy dueño de mi palabra y de mi silencio; cualquier cosa que le dijera poco le serviría a los colombianos. Si un día me precisan para ayudar en alguna gestión concertada de encuentro y de paz, estaré disponible. Las opiniones, de momento, poco importan. Si pudiéramos ayudar, ayudaríamos.
Colombia lleva muchos años en este dolor y sería cosa buena que de alguna forma el pueblo colombiano pudiera reencontrarse.
Para luchar siempre hay forma y habrá mientras el hombre viva; no tenga duda; pero como hombre de Estado yo tengo que tener en cuanta más que mis opiniones personales, que las tengo, la globalidad de mi país.
Por eso reitero lo que le digo, si algún día puedo servir para algo, estoy a la orden.