El 06 de octubre de 1988 millones de ciudadanos colmaron las calles de Santiago liberando una celebración que venía contenida desde el comienzo de la dictadura. Ese día hombres y mujeres, jóvenes y viejos celebraban el inapelable triunfo electoral que le decía NO a la dictadura y sus horrores, triunfo que se debe al esfuerzo y resistencia a la tiranía que ejercieron miles de compatriotas dentro y fuera de Chile, por distintos medios y en los distintos lugares de trabajo, de estudio y especialmente en las poblaciones. El movimiento popular fue acompañado por la acción de los partidos y organizaciones políticas democráticas, quienes enfrentaron el horror y derrotaron a la dictadura con el objetivo de construir un nuevo Chile democrático y solidario.
A 27 años del triunfo del NO en el Plebiscito de 1988, podemos constatar que la salida de Pinochet y sus cómplices civiles y militares solo significó su reemplazo por una camarilla de dirigentes políticos dispuestos a sostener por cualquier medio el modelo económico y social heredado. Para ello no dudaron en legitimar la Constitución de 1980 negociando, en 1989, unas reformas que sólo consiguieron dificultar cualquier modificación sustancial de la misma; desmantelaron el tejido social que hizo posible el triunfo del NO, transformando al ciudadano en cliente dependiente de las dádivas del estado neoliberal y sus políticas focalizadas que perpetúan una vergonzosa desigualdad; condonaron las deudas tributarias de El Mercurio, evitando de ese modo su quiebra y desaparición, al mismo tiempo que estrangulaban a los medios independientes y de izquierda que fueron indispensables en la articulación de la lucha contra la dictadura.
Pero la traición de la concertación, a lo largo de sus cuatro gobiernos, también fue acompañada de desarticulación y represión social para profundizar este modelo individualista, desigual y depredador del medio ambiente, constituyéndose junto a la derecha pinochetista en una camarilla político-empresarial dispuesta a despojar al pueblo de sus derechos, entregando al país y sus recursos gratuitamente a manos de transnacionales y traspasando miles de millones de pesos del erario público a manos de sus patrones empresariales. Lo mismo ocurre con los recursos de los trabajadores en las ISAPRES y AFP, quienes son condenados a un régimen laboral cercano a la esclavitud y a una vejez en la miseria. Todo esto acompañado de un vergonzoso financiamiento empresarial de la actividad política, que busca mantener el Statu Quo, hoy investigado por el Ministerio Público en los casos PENTA y SQM, punta del Iceberg del oscuro contubernio entre el dinero de la oligarquía y la camarilla política.
Ante esta realidad sostenemos:
1. Ningún cambio sustancial al modelo neoliberal puede conseguirse sin una nueva Constitución democrática que reemplace la institucionalidad autoritaria heredada de la dictadura cívico-militar.
2. La nueva Constitución sólo puede ser construida por medios democráticos y de efectiva participación ciudadana.
3. Es tarea de todos quienes aspiramos a conquistar una democracia radical y participativa construir una alternativa política que encarne las aspiraciones y demandas de las grandes mayorías y que dispute el poder a la camarilla político empresarial que lleva 25 años en el gobierno.
En la construcción de la mayoría política y social que permita superar la institucionalidad neoliberal, apostamos a recuperar el espíritu popular, ciudadano y participativo que caracterizó a la movilización social que devino en el triunfo del 05 de octubre de 1988, demandando igual que ayer, una profunda transformación de Chile en un país democrático, solidario, inclusivo, multicultural, plurinacional y respetuoso del medio ambiente.