El socialista español Felipe González nos ha sorprendido a todos diciendo que “Pinochet respetó mucho más los DDHH que Maduro”. Esto es una falsedad que ofende a los chilenos en su ethos histórico. Pinochet no respetó más o menos que otros los DDHH; el dictador chileno nunca respetó ningún derecho fundamental de los chilenos ni de los extranjeros que estuvieron a su alcance; hay varios compatriotas del sr González brutalmente asesinados.
Pero hay un trasfondo político que va más allá del juicio histórico.
Para fundar su razonamiento ha dicho que el vino a Chile en los 70, patrocinado en lo inmediato por la ministra de Justicia de la dictadura Mónica Madariaga a interceder por dos presos políticos, que luego salieron en libertad. Uno de ellos sería luego alto funcionario del gobierno derechista de Sebastián Piñera, el otro figura importante de la “renovación socialista”.
Chile vivía en aquél tiempo una masacre, una orgía de sangre perpetrada por la DINA, los crímenes se van conociendo en el mundo y los norteamericanos operan sobre la dictadura para evitar mayor desprestigio y sobre todo la radicalización de una salida. A fin de cuentas Pinochet es uno de los suyos.
Es impensable la venida de un dirigente socialista español de verdad a las cárceles de la dictadura sin el patrocinio norteamericano. Lo de Mónica Madariaga fue una tapadera. ¿Cómo podía conocerla y ser su amigo?
Cuando Felipe viene Chile hay dos circunstancias que explican la operación.
Primero: Felipe ya es un operador consolidado de los norteamericanos en la política española, que empieza a prestar estos servicios a nivel internacional; lo hará luego para desbancar a la URSS, fracasará respecto de Cuba, le prestará todo el apoyo al medieval Rey de Marruecos en su opresión al pueblo Saharauí y ahora Venezuela.
Segundo: hay una operación en gran escala de los norteamericanos para erosionar por dentro la voluntad revolucionaria del Partido Socialista de Chile; lo que no ha conseguido con homicidios, torturas y exilio la dictadura del homenajeado del sr González.
Lo primero, el Partido Socialista Obrero español celebra su XXVI Congreso (Agosto de 1972) en Toulouse, Francia, allí el partido se divide como consecuencia de la “renovación” impulsada por González. La militancia opta mayoritariamente por el dirigente Rodolfo Llopis. Los norteamericanos le dan entonces una manito a su pupilo y este puede organizar el XXVII Congreso de su “ilegal” PSOE en un hotel céntrico de Madrid, en plena dictadura y sin que la policía se tome siquiera la molestia de concurrir al lugar.
A este Congreso asiste la socialdemocracia europea: Palme, Mitterrand, Brandt y Carlos Altamirano, secretario general del PS de Chile. Este contrariando abiertamente los acuerdos del Pleno de La Habana de Mayo del año anterior que han ratificado al PS como una fuerza revolucionaria. Su preocupación inmediata es como sacar al Comité Central del PS de Alemania Oriental, sus nuevos amigos harán posible la división de los socialistas chilenos y el traslado de su fracción a París.
Los norteamericanos operaron en toda la transición española con la triada, Adolfo Suárez, Felipe González y Juan Carlos.
La democracia española les importaba poco, lo suyo era la incorporación de España a la OTAN. Realizaron operaciones políticas notables. El “bunker” de la continuidad franquista lo desmantelaron operando para que la policía no desbaratara el atentado al Almirante Carrero Blanco. Los autores fueron amnistiados y a nadie le interior esclarecer el asunto.
Este Congreso en la “clandestinidad” céntrica de Madrid legitima a Felipe González en las poco informadas bases del PSOE del interior. El otro PSOE, que no siendo comunista no cuenta con apoyos internacionales, naufraga en la historia, esto lo conocemos los chilenos.
La participación de Altamirano en este Congreso es parte de otra operación mayor de los norteamericanos. En el Congreso de la Serena de 1971 el PS de Chile ha ratificado su adhesión al marxismo leninismo, homenajeado a sus militantes caídos en la guerrilla boliviana, expresado su adhesión a la revolución cubana y manifestado la construcción del socialismo como “una tarea de esta generación”.
Tan pronto se consuma el golpe los norteamericanos envían su presente griego en las filas del maltrecho y disperso socialismo chileno. Le conceden una beca a Ricardo Lagos Escobar para la universidad norteamericana de Duke, asilan a Orlando Letelier en Washington quien crea un centro de estudios con la colaboración de Juan Gabriel Valdés que años después como canciller “democrático” se anotará el porotito de haber salvado a Pinochet de la justicia internacional en Londres. Esta es la cuna real de la renovación socialista.
La DINA percibe esto y la historia es conocida, ello explica el enojo y persistencia de los norteamericanos por aclarar el crimen de un “socialista”.
Para este esfuerzo de los norteamericanos es que viene a rescatar dirigentes renovados a Chile don Felipe González.
Sus percepciones y sobre todo la de sus mandatarios han quedado claras; para ellos es mejor Pinochet que Maduro. El burdo razonamiento de González sólo se explica por los intereses a los cuales sirve, pues de tonto; nada.
ROBERTO AVILA TOLEDO
Ex miembro del Comité Central del PS de Chile.