El ataque de los empresarios del transporte terrestre cercando Santiago es una semicopia del que hicieron contra el presidente Allende para crear condiciones necesarias al plan del sangriento golpe cívico militar.
Con la colaboración de choferes los patrones bloquearon simultáneamente carreteras en diferentes regiones de país.
Sin fuerza el gobierno cedió en horas. Había prohibido la entrada hacia el palacio presidencial de 13 camiones con vehículos incendiados durante el conflicto de mapuches exigiendo la devolución de tierras y la restitución de derechos arrebatados a su pueblo con el ejército hace un siglo y medio.
Los dirigentes de la provocación respondieron que pasarían y llegarían a la casa presidencial con los camiones aunque tuvieran que estar días sin impidiendo el paso. Y llegaron.
El ministro del interior incumplió su decreto antes de 24 horas.
A la salida de una conversación con el ministro a las puertas de la sede del ejecutivo uno de los jefes del bloqueo advirtió que luego de un tiempo si no se cumplía su petitorio unidos con otros gremios volverían a actuar para hacer volver el país al orden y la seguridad del pasado. No aclaró qué pasado añoraba, uno democrático liberal o el dictatorial.
En pancartas de participantes en un punto del bloqueo se pudo leer que la presidenta se fuera “por las buenas”.
La ofensiva contra el gobierno fue acompañada de acciones simultáneas de políticos de la derecha más neoliberal ante tribunales y la contraloría apoyando la violencia que ocurría en las rutas. Un connotado agricultor en la zona mapuche se presentó a la prensa en el palacio presidencial justificándola.
Durante meses la oposición del gran empresariado a proyectos de ley sobre educación, impuestos, normas laborales, ha sido constante. La jerarquía católica también ha sumado críticas.
En el transcurso del día el trato del canal norteamericano CNN Chile fue permanentemente favorable a los infractores. Lo mismo en el canal cable del estado. Ningún cuestionamiento, preguntas para respuestas favorables previsibles, cámaras para opositores al gobierno.
En síntesis una situación que corresponde a la falta de apoyo político y social durante el programa de reformas de la coalición llamada Nueva Mayoría.
La presidenta Bachelet impulsa reformas al interior de la estructura capitalista pro norteamericana imperante durante las cuales se han cometido gruesos errores de gestión pero que también se explican por la división interna de los políticos participantes.
Algunos las defienden claramente, mientras otros que fueron parte del proceso socialista de Allende cambiaron de posición y se comprometieron con el empresariado y su modelo. En el caso de democratacristianos ellos fueron parte de la sedición junto a los camioneros en 1973 y de la planificación, ejecución y justificación del golpe.
El mismo día los estudiantes marcharon contra el gobierno que crea un sistema de educación gratuita y los mapuches mantenían la ocupación del organismo de políticas indígenas.
En el cuadro la izquierda no influye porque no existe sino en la forma de fracciones pequeñas carentes de poder político más allá del 1, 2, 3% en las elecciones.
Como rechazo al reformismo nadie levanta tampoco una invitación para crear un movimiento por el socialismo sostenible.
La desestabilización en Chile va junto a las de Brasil, Ecuador, Venezuela, Argentina.
El orden fáctico empresarial externo no acepta ni siquiera reformas.
El reformismo capitalista de Bachelet no es el socialismo que se necesita por los hechos ecológicos cada vez más a la vista, pero que no tiene ninguna posibilidad hoy de hacerse.
Lo que cabe entonces es crear esa alternativa.
Paralelamente no justificarse acusando a la presidenta por no hacer lo que incluso no podría por falta de apoyo.
El socialismo sustentable es tarea de los socialistas. No de los otros.
Por un Movimiento para una civilización sustentable-solidaria
Contacto romulo.pardo@gmail.com
Rómulo Pardo Silva
www.malpublicados.blogspot.com