Eso es lo que genera la reaparición de los señores dueños de camiones en la escena política del país. No han cambiado mucho. Ellos serían las “víctimas” de un estado de violencia y subversión desatada, adjudicada a grupos mapuche, y donde el Estado chileno ha mostrado su “ineficiencia”. Porque ellos sí lo saben: este Estado es “su” Estado. Está para proteger sus derechos. Son, además, “apolíticos”, cómo no. Sólo les interesa poder trabajar “tranquilos”. Los otros, todos aquellos que ven las cosas de otra manera son calificables de “terroristas” o subversivos. Nunca les ha interesado mucho que se sepa aquello que llaman pomposamente, “diálogo”.
Por todo esto es tan importante tener algo de memoria histórica. Los dueños de camiones o “camioneros” fueron co-responsables y agitadores del golpe de Estado del 73, financiados por manos muy oscuras, de aquí, pero también de fuera. Está documentado. ¿Vamos a olvidarlo así como así? ¿Qué desean ahora?.¿ Dialogar? ¿Con quiénes? ¿Les interesa entender la situación en la Araucanía? ¿Comprender la historia de esa región y sus pueblos protagonistas?
No se trata de justificar cualquier acción y cualquier cosa. Pero sí les cabe a esos actores más responsabilidad y sabiduría histórica. No se sabe que ese gremio haya hecho un mea culpa por su compromiso en la creación de condiciones para el golpe de Estado. Por lo demás, están siendo alentados y acompañados, vaya qué casualidad y muestra de apoliticismo, por la derecha política y comunicacional y por el gremio de latifundistas, muchos de ellos pertenecientes a la recordada SNA. Todos ellos, lo único que desean es que no se les toque su modelo neoliberal impuesto en los años del dictador Pinochet y sus civiles. Dígame lector/lectora, ¿qué extraño no?. Qué casualidad. Otra vez ellos y otra vez aliados con la derecha chilena. ¿Qué quieren? Obviamente, lo que llaman “mano dura” en la región. ¿Olvidan la represión y acoso que sufren los mapuche y sus comunidades? ¿Sus muertos y engaños? Por siglos. Imbuidos del interés de sus negocios – de ellos y las empresas forestales- , eso parece no importarles mucho. La vida y tierra de esas comunidades no es importante. Lo importante es la propiedad y el orden por la fuerza. Punto. Lo demás, otra actitud y mirada es ser blando, complaciente, socio de “terroristas” y “comunistas” y un largo etc.
Qué casualidad, lo mismo se decía antes del 11 de todos aquellos que simpatizaron con el proyecto de cambios. Y algo que resulta novedoso: el alto mando de Carabineros haciendo de mediador de esos dueños de camiones¡ Esto sí que es algo inédito. Para ellos comparece la más alta autoridad de Carabineros, para estudiantes y otros disconformes, bastonazos, carros lanza aguas, golpes ¿Qué bien distinguen las autoridades quien tiene poder en Chile, no? ¿Se habrán enterado esos dueños – de tierras o camiones-, de que existe también terrorismo de Estado? ¿De que lo hubo en Chile en su peor formato después del 11 de septiembre? ¿ Por casualidad, reclamaron en su momento esos dueños por los torturados, ejecutados, desaparecidos, exiliados, poscritos, tan chilenos como ellos? ¿Dijeron algo?
Que se sepa, nada en particular. De nuevo, claro, las vidas humanas valen menos que las propiedades y el orden que les conviene mantener. Su propiedad y su orden. No hay Estado “fallido” en la Araucanía. Allí actúan las policías y las autoridades día a día. Y muchas veces, reprimiendo. Otra cosa es la evaluación que podamos hacer de la forma en la cual los gobiernos han abordado la situación y demandas históricas de pueblos originarios, en particular, del pueblo mapuche. Podemos diferir sobre esas políticas contingentes. Pero, al parecer, hay un acuerdo amplio de que existe una deuda histórica con ellos. Así fue establecido y reconocido por un grupo de personalidades de distintas tendencias y visiones –presidida, si no me equivoco – por el mismísimo expresidente Aylwin-, en el Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, en los primeros años de postdictadura. Sería quizá útil que el gobierno y los dueños de camiones y aliados de la SNA pudieran –antes de sentarse a conversar-, releer ese Informe, el Convenio 169 de la OIT, firmado por el propio Estado chileno y la última encíclica de francisco, Laudato, Si . De seguro la mayoría de esos señores son muy católicos, además.