Chile es un país donde los hipócritas abundan, sobre todo entre los pechoños” – a Dios rogando y con el mazo dando”-. Ninguna mujer aborta por gusto, pues son situaciones límites que las conducen a optar por tan drástica medida. Hay que ser muy cruel para conducir a la cárcel, por ejemplo, a una niña violada por su padrastro – como ocurre muy a menudo, sobre todo, en los sectores más vulnerables – como también es inhumano el condenar a prisión a mujeres que abortan por llevar en su vientre un feto inviable.
Los hipócritas beatos, que se erigen en defensores del niño por nacer suponiendo que un feto de tres meses lo es, no levantan la voz en defensa de un alto porcentaje de ancianos que deciden el camino del suicidio ante la desesperanza e inutilidad de su vida de abandono, cuyo destino es caer, en el mejor de los casos, en una sala común de un hospital que, según el relato de una paciente, publicado en el diario El Clarín, no es muy distinto al estar en la cárcel, especialmente por el trato de perros que reciben los pacientes, además de la insalubridad de los baños y de las salas comunes, sumado a la mala suerte de ser discriminados por sus familiares y ser enviados a un asilo de ancianos, donde son tratados, lo sabemos, en forma denigrante e indigna. ¿Qué han hecho por estos ancianos los “cruzados” defensores de la vida por las personas que han trabajado y que ahora están abandonados a su suerte? En muchos de estos casos el suicidio está plenamente justificado.
¿Qué han hecho estos pechoños por tantos niños abandonados en las calles por las madres adolescentes? ¿De qué manera han contribuido para colaborar en erradicación de los campamentos, focos de miseria? En vez de consagrar su vida a los más pobres – como reza el evangelio – los pedófilos de Cristo se dedican a reproducir la clase dominante para que, posteriormente, se encargue de explotar a los pobres. Según la doctrina del Opus Dei, “sus chinas” – empleadas domésticas – los obreros y los demás empleados dependientes, deben ganar el cielo haciendo bien su trabajo, es decir, limpiarles bien el culo a los rubiecitos de su amo.
El proyecto de ley sobre la despenalización del aborto no puede ser más moderado, pues sólo incluye tres causas: el peligro de vida de la madre, la inviabilidad del feto y la violación – personalmente, soy partidario del aborto en general, como se aplica en países civilizados de Europa -, sin embargo, aunque limitado, el proyecto ha sufrido críticas no sólo de la derecha que se empecina en dejar todo igual por los siglos de los siglos, sino también de un sector conservador de los “hipócritas”-cristianos – ya es tiempo de que sus “príncipes” opten por la derecha, como estuvo a punto cuando RN proclamó a uno del trío de los Walker -.
Me cuesta entender la posición de un sector reaccionario de la Democracia Cristiana cuando el mismo Eduardo Frei Montalva no sólo mantuvo el aborto terapéutico, sino que también implementó una importante política respecto a la sexualidad responsable – contraceptivos – y de educación sexual.
De la actual iglesia católica, dirigida por el conservador italiano Ricardo Ezzati, encubridor de curas pedófilos y, además, enemigo declarado de los sacerdotes progresistas – por ejemplo, de Mariano Puga, José Aldunate y Felipe Berríos – sólo se puede esperar políticas reaccionarias, tanto respecto del proyecto de despenalización del aborto, como de la ley de reforma educacional, que puso fin al lucro, al copago y a la selección. También este sector de la iglesia se suma a los “sepulcros blanqueados” – blancos por fuero y podridos por dentro -.
Rafael Luis Gumucio Rivas
16 08 2015