Noviembre 24, 2024

¿Para qué son los noticieros?

Una persona me preguntaba por qué un noticiario de TV tendría que dar cuenta de los temas de fondo sobre el origen de la delincuencia en Chile. Y un profesional de la prensa de TV me aclaraba que cubrir las protestas contra la “inseguridad” ¾lo cual para un telespectador suspicaz parecería una noticia fabricada¾, sencillamente corresponde a una pauta guiada por rating.

 

 

Para comenzar por la duda arriba expuesta, podría especular que por la edad de quien la formuló se puede asumir una naturalización de los noticieros showligth y su curiosa mezcla. Hoy en los extensos noticieros cabe lo misceláneo: la nota de interés humano, la nota diferente o la nota simpática de animalitos o niños. También los infomerciales, las relaciones públicas y el mercadeo, con notas que terminan en dónde comprar un producto y hasta a qué precio. Obvio que no puede faltar el fútbol, no el deporte en general, ni la crónica roja. Finalmente, noticias nacionales e internacionales tratadas sin profundidad, con casi nulo contraste de fuentes u opiniones, y pocas veces considerando el saber de algún especialista o con la opinión especializada de un solo “lado”.

 

Nada queda de esa televisión añeja ¾enterrada por un ex directivo de TV muy “progresista”¾, que tenía por objetivo educar, informar y, sólo en tercer lugar, entretener. Esos oscuros resabios estatistas que impusiera un ex presidente… de derecha: Jorge Alessandri quien entregara las señales de la TV a las universidades, dada la gran importancia y potencial del medio para el bien común. Pero bué… en el siglo XXI los concertacionistas y nueva mayoría están a la derecha de los derechistas de mediados del siglo pasado.

 

Entonces, para contestar la pregunta de nuestro joven amigo, con ingenuidad decimos: esperamos que la prensa televisiva nos informe con seriedad, profundidad y diversidad. Singular meta que, ¡oh caprichoso hado!, parecería que sí es posible de lograr ganando al mismo tiempo buen dinero.

 

Eso nos da el pase al tema del rating y su influencia en la cobertura noticiosa: en los temas seleccionados y en su tratamientos. En el fondo en cómo se construye la agenda periodística en TV por criterios comerciales (el horario prime debe atraer, no alejar dinero… el cual no es neutral por supuesto: sabemos qué ideología tienen los auspiciadores).[1]

 

Esa TV en función del rating, la TV de mercado, programaría lo que la gente “quiere ver” (no discutiremos si esos puntos de rating miden, en realidad, lo que la gente ve de lo que le ofrecen). De tal forma, como ya expusimos, los noticieros llegaron a ser unos programas muy singulares. En ellos, los periodistas se convirtieron en protagonistas: el ejemplo más gráfico son los “rostros”. Tanto pelear para que los lectores de noticias fueran periodistas titulados… y terminaron siendo locutores de un show. Y uno que irónicamente tiene bajo rating, al punto que deben depender del arrastre de público de los programas que los preceden.

 

Ahora bien, lejos de estar de acuerdo con la neutralidad del rating, la TV de mercado se relaciona a una forma derechista de ver el periodismo. Y desde ahí, por acción u omisión, se aporta a conformar opinión pública derechista y/o desideologizada. Así, ¿es casualidad que en un momento de alta politización antineoliberal en el país, sigamos viendo los mismos noticieros showligth? Por ejemplo, es el caso que dio origen  a esta columna: la delincuencia. Se le da una amplia cobertura a la crónica roja y a quienes están por una “solución” penal (sean políticos o ciudadanía “de a pie”), que implica la visión de un sistema socioeconómico validado en sí y ante sí, donde las responsabilidades por delinquir son individuales. Y al final claro que lo son. Pero no es posible ignorar las influencias del contexto, es decir, ese mismo sistema socioeconómico neoliberal.

 

 En los noticiarios rara vez se entrevista a verdaderos expertos en el tema: criminólogos, sociólogos, antropólogos o trabajadores sociales relacionados al tema. Quienes obviamente podrán estar de acuerdo con medidas penales, pero no con que ello solucionará un problema que tiene orígenes socioeconómicos: una cosa es encargarse del síntoma y otra muy diferente es la enfermedad. No hace falta tener un posdoctorado para entenderlo, ni para concluir que un tratamiento serio del tema llevaría a fijarse en las condiciones socioeconómicas padecidas por millones de compatriotas… Mas, ¿ello sería bien visto por los todopoderosos auspiciadores?

 

En fin, volviendo al rol de los noticiarios de TV es bueno recordar dos visiones de las comunicaciones en general y de la prensa particular. Las cuales uno cree deberían ser del gusto de los libremercadistas y de esos todopoderosos auspiciadores que uno intuye que izquierdistas no son.

 

Por un aparte está la visión liberal de la prensa que, basada en la división de los poderes del Estado, asume el peligro de la concentración de cualquier tipo de poder. En el específico caso de la prensa, ella es la encargada prioritaria para controlar a los tres poderes del Estado al hacer público lo público. La prensa debería ser, precisamente, el paladín anticorrupción por excelencia y la piedra en el zapato del poder político y económico.

 

En segundo lugar se tienen las teorías funcionalistas estadounidenses de mitad del siglo XX, las que además del rol de cuarto poder, le otorgan a la prensa el papel de cohesionador de la masiva sociedad industrial. La idealizada democracia de mediados del siglo XX, tiene su nueva plaza pública en la TV, la radio y en la prensa escrita. Los medios y la prensa son fundamentales como una especie de “cemento” de la sociedad de masas y de nexo entre los centros de poder democrático y la ciudadanía.

 

Vistas así las cosas, nuestro modelo de prensa mercantil no cumple el rol que le fuera instituido desde las teorías derechistas de las comunicaciones. Es más, nuestro fundamentalismo de mercado va contra ellas. Un extraño caso de autocanibalismo que lamentablemente estamos pagando los ciudadanos que consumimos ¾muchas veces sin la menor sospecha¾desinformación, información parcial, fuentes no contrastadas, meras relaciones públicas o publicidad… En ese marco, la presencia de la “gente” y sus intereses, se ha encauzado por medios falaces: comentarios vía tuiter, votaciones en línea y/o denuncias a través de grabaciones hechas con celulares.

 

Ud. dirá que estoy descubriendo la rueda… De acuerdo. Sin embargo, mejor insistir aunque sea obvio, ¿no? También se me podrá decir que no vea TV (la opción libremercadista del consumidor “crítico”), pero prefiero intentar tener un mejor periodismo en la TV abierta. Medios como este deben ser parte de una oferta diversa que nos permita comparar, no la solución para informarse seriamente. Y no sólo medios como éste deben dignificar el fundamental oficio de periodista.

 


[1]Para dar sólo dos ejemplos: la ausencia de cobertura de las huelgas de Jumbo o de Farmacias Ahumada; y la invisibilización por más de noventa días del conflicto en Caimanes con minera Los Pelambres, mientras la primera manifestación pro empresa apareció el mismo día en pantalla.

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