Estamos conmemorando un nuevo aniversario (1975) de la detención del compañero Carlos Lorca Tobar y su entrada a ese túnel negro que son los detenidos desaparecidos. Nos van a faltar las palabras y cuando encontremos algunas, se nos harán pequeñas, no dirán todo lo que queremos decir.
Cuando hablemos de coraje y heroísmo no nos alcanzarán las palabras, cuando digamos rufianes y miserables tampoco nos alcanzarán.
Han pasado 41 años y los hechos delictuales que privan a Chile de este patriota extraordinario no se aclaran, los autores, aún sin sanción. Es una enorme responsabilidad del estado de Chile que debería avergonzar a todos los que han sido gobierno desde 1990 en adelante, pues los estados no se mandan solos, los administran los que gobiernan.
Un diputado del parlamento chileno fue hecho desaparecer por la dictadura y el estado democrático no tienen ni siquiera una explicación.
Un comentario sensiblero en medio de una entrevista no es sino un afán de recabar simpatías suena más a oportunismo que a otra cosa. De lo que se trata es de hacer justicia, eso no ha ocurrido.
No estamos aquí en condición de historiadores el joven médico Carlos Lorca no nos necesita tiene ya un merecido lugar en la historia de Chile.
Estamos aquí porque el Joven socialista, desaparecido ante de los 30 años, es hoy más necesario que nunca como ejemplo y guía para las nuevas generaciones. Carlos Lorca es hoy un integrante del destacamento de reserva moral del socialismo y la patria, hoy que cualquiera puede llamarse socialista, hoy que cualquiera bajo ese rótulo puede buscar hacer fortuna personal por las buenas o por las malas, habitualmente por las malas. Hoy que cualquier sinvergüenza puede firmar un papel y decirse socialista y después mandar una cartita y no tener que responder de nada y ante nadie.
En 1970 asumió el gobierno de Chile el dr Salvador Allende Gossens por voluntad del pueblo chileno y en contra de la voluntad de la oligarquía chilena y de todas las agencias estatales norteamericanas. Esas voluntades se enfrentarían en los tres años siguientes.
En 1971 la Juventud Socialista le eligió su Secretario General en la XXI Conferencia. La impronta de este nuevo conductor, lector infatigable que podía hacerlo bajo la lluvia más torrencial, se notó rápidamente.
La juventud socialista dio un salto en cantidad y calidad en los trabajos voluntarios de Cabildo, localidad que había sido arrasada por un terremoto. Había que ser el primero, en el estudio o en el trabajo. Yo recuerdo haberlo escrito en mi cuaderno de liceano: trabajar más, estudiar más, producir más, por la patria y la revolución.
En las elecciones de 1973 fue elegido diputado por Valdivia, los recuerdos de sus compañeros de esas jornadas nos hablan de un ser humano excepcional, ajeno a todo protagonismo, de una sencillez que conmovía y de una agudeza de pensamiento que superaba con creces sus pocos años.
La conducción de la Unidad Popular cometió el error estratégico de pensar que las fuerzas armadas chilenas no traicionarían a su patria sin deserciones, no logró percibir que eran todos traidores, los que dispararon y los que se negaron a defender la constitución y la ley para no dividir a su sacrosanta institución.
Este error impidió el involucramiento de la juventud socialista en las tareas de defensa del gobierno, la constitución y la Patria. Pero faltaron las armas no el coraje, en la sede central de la organización de calle Arturo Prat como en todo Chile la juventud socialista acudió sin vacilaciones el 11 de Septiembre.
Este joven revolucionario, sin hacer aspavientos, no abandonó el país, que de haberlo hecho no se le podría formular reproche alguno. Se quedó aquí en la dura y difícil clandestinidad, en la senda que a nadie se le puede exigir, eso que esta más allá del deber y que se llama heroísmo.
Durante casi dos años su figura, fue un quebradero de cabeza para la jauría que sin dios ni ley le buscaba con propósitos claramente criminales.
Lorca es el autor principal del Documento de Marzo que sería el primer intento de teorizar el triunfo de la contrarrevolución y las razones de la derrota. Quizás un análisis muy impactado por la profundidad de la masacre desatada pero que abriría el debate en el cual entraría otro documento de aquellos años terribles “Liberación y socialismo cueste lo que cueste”.
El propio Pinochet declaró al canciller panameño que pedía su liberación; “este es un pez muy gordo”.
De las entrañas de la bestia nos llegan relatos que hablan de su coraje extraordinario a la hora de la tortura. De cómo su entereza superó en densidad ética a los rufianes miserables que eran dueños del poder total.
Por eso cuando un joven nos pregunte como debe ser un joven socialista revolucionario la respuesta no puede ser sino, en el sacrificio, en la sencillez, en la austeridad, en el coraje y en la honestidad debes ser como Carlos Lorca Tobar. La vara es altísima pero él fue capaz de ponerla allí.