Diciembre 26, 2024

 El espíritu de Bandung y el nuevo régimen de la India

El Primer Ministro de la India, Narendra Modi, decidió no asistir a la celebración del Sexagésimo Aniversario de la Conferencia de Bandung de los países asiáticos y africanos, del 21 al 24 de abril, y en su lugar envió a la Sra Sushama Swaraj, Ministra de Asuntos Exteriores.  Este hecho es una señal del cambio de enfoque introducido por el nuevo régimen de India, en el poder desde mayo de 2014, que conlleva a preguntarse si la línea de política exterior adoptada se estaría distanciando de las campañas anti-imperialistas y anti-racistas, iniciadas en el período de la post Segunda Guerra Mundial, que construyeron la solidaridad entre los países recién liberados de Asia, África y América Latina e iniciaron procesos dirigidos a democratizar la economía política mundial.  La construcción de relaciones más estrechas con Estados Unidos y sus aliados y el énfasis en invitar al capital extranjero para el crecimiento económico de la India, parecen dominar el pensamiento del nuevo régimen.

Nueva postura del gobierno de India

La aparente indiferencia hacia el legado de Bandung se enmarca en una serie de otros casos en los que el nuevo gobierno ha mostrado una actitud distinta.  Cuando se celebró el Sexagésimo Aniversario de Panchasheel (Cinco Principios de Coexistencia Pacífica), en Beijing en junio 2014, Modi envía al vicepresidente Hamid Ansari mientras que el otro cofundador de la doctrina, Myanmar, se hace presente con su Presidente.  Los Cinco Principios (respeto de la soberanía y la integridad territorial, la no injerencia, la no agresión, la igualdad y el beneficio mutuo y la coexistencia pacífica), primero contemplados en el Acuerdo de la India y China sobre el Tíbet en 1954 y adoptados por Myanmar, fueron la base de los famosos diez principios que los 29 jefes de Estado y de gobierno concibieron en Bandung en 1955, conocidos como los Principios de Bandung.  Se convirtieron en la piedra angular de un modelo alternativo de asuntos internacionales durante la Guerra Fría y en el núcleo del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL).  Por lo tanto, son los Cinco Principios que dan lugar al Espíritu de Bandung en tanto perspectiva para poner fin al colonialismo y al neocolonialismo, abstenerse de la creación de bloques militares, consolidar la independencia y trabajar hacia la creación de un nuevo y más equitativo orden político y económico internacional.

Cuando la Alianza Nacional Democrática (NDA, por sus siglas en inglés, que llevó al poder al actual gobierno) estuvo en el poder en India por primera vez (1998-2004) bajo el liderazgo del primer ministro Atal Behari Vajpayee, no había tal ruptura con el legado de Panchasheel y Bandung.  Sin duda, un cambio estratégico para forjar relaciones más estrechas con Estados Unidos había comenzado en ese momento y ese proceso continuó durante el mandato del gobierno de la Alianza Progresista Unida –UPA- (2004-2014).  La histórica visita de Vajpayee a China, en junio de 2003, que dio un nuevo impulso a las relaciones India–China, se basa en el marco de Panchasheel y lo profundiza.  Bajo el régimen de la UPA, India estuvo representada en las celebraciones del Jubileo de Oro de la Conferencia de Bandung por el primer ministro Manmohan Singh, quien fue elegido para hablar en nombre de Asia.  De hecho, Singh y el presidente chino, Hu Jintao, ubicados al lado del anfitrión, el entonces presidente indonesio Yudhoyono, encabezaron el desfile de los líderes de la Conferencia.

Homenaje a los fundadores de Bandung

La canciller Sushama Swaraj y su colega el ministro de Estado V.K. Singh evitaron cualquier referencia al ex presidente Nehru en sus discursos durante la reunión del sexagésimo aniversario, salvo una referencia general a los “líderes visionarios de Asia y África…”.  Esto llamó la atención de todo el mundo, pues marca la decisión del nuevo gobierno de India de romper con el legado Nehru.  Los delegados se extrañaron bastante, porque Nehru fue uno de los principales organizadores de la conferencia de 1955, en tanto India fue uno de los cinco patrocinadores, junto con Myanmar, Indonesia, Pakistán y Sri Lanka.  Es bien conocido que Nehru tomó la iniciativa de abrir un diálogo entre el primer ministro chino Zhou Enlai y los líderes afro-asiáticos, para que éstos acepten a China no como miembro del bloque soviético, sino como un país asiático recién liberado.

En contraste con las intervenciones de los delegados de India, el presidente de China, Xi Jinping, (una de las estrellas destacadas de la conferencia del sexagésimo aniversario, siendo que la principal fue el presidente indonesio Joko Widodo, quién ha tomado una serie de medidas para institucionalizar el Espíritu de Bandung) recordó la contribución del primer ministro Zhou Enlai a la Conferencia de Bandung y cómo China ha continuado acatando el Espíritu de Bandung.

La declaración conjunta adoptada por 108 delegados, 29 observadores y 25 organizaciones internacionales, llamado el Mensaje de Bandung de 2015, incluyó un párrafo entero dedicado a reconocer la contribución de los fundadores originales de la Conferencia de Bandung.  Los ministros de India se aprovecharon de la Plataforma de Bandung para promocionar los planes del primer ministro Modi: ‘Make in India’ e ‘Digital India’, aunque en términos generales apoyaron la agenda principal de la conferencia sobre “Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur, para Promover la Paz Mundial y la Prosperidad”.

Reestructuración global versus reequilibrio

Compiten dos procesos en el mundo de hoy: uno de ellos es el proceso de reequilibrio global y otro es el proceso de reestructuración global, este último simbolizado por el Espíritu de Bandung.  Cuando las economías como las de China, India y Brasil toman impulso con altas tasas de crecimiento económico, mientras que las economías occidentales entran en una crisis tras otra, los organismos mundiales dominados por el Banco Mundial hablaron de la necesidad de reequilibrar la economía y la política globales.  Significó la incorporación de los países con crecimiento acelerado dentro del orden económico y político internacional existente.  Este proceso comenzó con los países industrializados del G-7, (durante un tiempo el G-8), que invitaban a varias de las grandes economías de Asia, África y América Latina a un encuentro ampliado cada vez que se reunían.  A raíz de la crisis financiera de los sub-prime del 2008 en Estados Unidos y luego a nivel mundial, este mecanismo asumió una nueva forma conceptual con la aparición del G-20.  Desde entonces, esta reunión de las veinte economías más grandes del mundo se ha realizado cada año, para tratar temas de las finanzas y el comercio internacionales y otras cuestiones globales.  La pregunta es si el G-20 está llevando al mundo en la dirección de los objetivos fijados por el G-77 –el Grupo de más de un centenar de países en desarrollo que han estado tratando de cambiar el carácter de la economía política mundial existente—, o si está siguiendo la agenda fijada por el G-7.

La Conferencia África-Asia de Bandung 1955 definió una visión integral para transformar el orden político, económico y cultural mundial.  Esto fue reiterado con motivo de su Jubileo de Oro en 2005, cuando se adoptó NAAS (Nueva Asociación Africana Asiática).  Esa visión tiene como objetivo la reestructuración de la economía política mundial y apunta hacía la conformación de un mundo auto-gobernado, participativo, equitativo y descentralizado.  El objetivo es reemplazar el sistema financiero de Bretton Woods y los bloques militares de la ‘guerra fría’, la política de alianzas y el orden cultural y educativo dominado por Occidente.  La perspectiva de la reestructuración global apunta a democratizar las relaciones de poder en todos los niveles, nivel local, nacional y mundial para promover condiciones de igualdad, dignidad y la realización de las aspiraciones materiales, culturales y políticas de todas las personas y todas las regiones.  De otro lado, la perspectiva de ‘reequilibrio global’ mantiene el patrón actual de las relaciones de poder, con la inclusión de algunas grandes potencias adicionales en la mesa principal de decisiones mundiales, o algunas potencias nuevas que ocupan los puestos de las declinantes.

Lo paradójico es que, en el marco del proceso en curso de la ‘globalización’, ambos procesos están vigentes.  Las élites dominantes en India, China y la mayoría de los países emergentes comparten la ‘perspectiva de reequilibrio’ mientras que hay movimientos populares dentro de esos países, así como movimientos que actúan en las cumbres de ONGs mundiales y algunos sectores del Foro Social Mundial que abogan por la ‘reestructuración’.  El Espíritu de Bandung, sin duda, favorece la tendencia histórica de la ‘reestructuración global’ que responde a las crecientes aspiraciones de los pueblos en todo el mundo para hacer realidad la autodeterminación.  Ello vincula los legados anticoloniales con la herencia civilizatoria de todos los países de todas las regiones del mundo y con un futuro que se vislumbra en la Carta de las Naciones Unidas de 1945, pero que aún está pendiente.

Luchas futuras

La celebración del Sexagésimo Aniversario de Bandung ha reavivado la esperanza de la posibilidad de recuperar el impulso de la transformación democrática del orden global.  Como dijo el presidente de Indonesia Joko Widodo, “este renacimiento de la Voz Afro-Asiática no puede ser sustituido por nadie”.  Extender el marco de Bandung a Suramérica para que se convierta en un movimiento del Sur, o ASAFAS (Asia, África y América del Sur), y asumir el papel de ser la fuerza motriz para el futuro del planeta, representa un avance importante en la época contemporánea.  El mensaje de Bandung adoptado en la Conferencia 2015 proyectó una perspectiva integral de la transformación mundial, colocando el cambio climático, la seguridad energética, los derechos humanos, el empoderamiento de las mujeres, la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y la gestión de desastres como el núcleo del programa de desarrollo.  El hecho de focalizar el diálogo civilizatorio con la participación de todas las culturas y regiones del mundo, en un marco de consolidación de la paz y de respeto mutuo, constituye una respuesta oportuna a las consecuencias alienantes de la actual ola de globalización y la política de poder impulsada por las fuerzas hegemónicas.

La creación de un Centro Bandung como secretaría permanente y de coordinación de estos programas, la puesta en marcha de mecanismos de coordinación con diversas organizaciones multilaterales, la construcción de una Red Universitaria Afro-Asiática y sobre todo la declaración del 24 de abril como el Día de Bandung a celebrarse cada año en todo los países de África y Asia, tendrán sin duda alguna una importancia a largo plazo.  El hecho de que la Conferencia de Bandung tuvo un programa especial para proteger los intereses de los pequeños países insulares del Pacífico y otras regiones transmitió un mensaje distinto.  En 1955, muchos políticos de los EE.UU. y otros países occidentales compartieron este punto de vista y se hicieron presentes en Bandung, mientras el Secretario de Estado estadounidense, John Foster Dulles, asumió una posición antagónica con los términos de la Guerra Fría(1).  Hoy, hay muchas personas en EE.UU. que desean apoyar la perspectiva de Bandung, porque podría ayudar a su país a reorientar su perspectiva hegemónica para ser un socio en el proceso de democratización mundial; mientras que, por su parte, sus élites dominantes todavía afirman su papel de dominación y liderazgo mundial.  Esa postura da lugar a políticas hegemónicas similares en todas las regiones, para buscar equilibrarse entre sí.  Frente a esta política internacional basada en la teoría neorrealista, Bandung representa la política global de la teoría creativa, ubicada en la dinámica de la transformación democrática que promueve la realización del potencial creativo de todos los individuos, grupos y regiones en un marco de reciprocidad e interdependencia.

A pesar de que el nuevo régimen de India tomó la decisión de subestimar la importancia de Bandung, el resto de los partidos políticos, los grupos de la sociedad civil, incluso muchas personas dentro del mismo partido gobernante, el BJP, sí comparten los valores y aspiraciones de transformación global encarnada en el Espíritu de Bandung.

-*Manoranjan Mohanty, profesor jubilado de Ciencias Políticas de la Universidad de Delhi, es actualmente Profesor Distinguido en el Consejo para el Desarrollo Social de Nueva Delhi www.csdindia.org.  Autor de Ideology Matters: China from Mao Zedong to Xi Jinping, entre otras obras.

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