Noviembre 19, 2024

Lanzamiento de libro “Asesinato de Imagen” de Jorge Lavanderos

 

El 25 de Mayo se lanzó en la ciudad de Temuco el libro del ex senador Jorge Lavanderos. En el salón principal del Hotel “Nicolás”, ante una nutrida concurrencia que repletó el recinto, el texto fue presentado por el abogado de Derechos Humanos Roberto Ávila Toledo cuya intervención  reproducimos íntegramente.

 

 

 

Estimados amigos y amigas, me corresponde presentar este libro “Asesinato de Imagen” de Jorge Lavanderos”. Estoy aquí pues me asiste la convicción de estar en presencia de una violación a los Derechos Humanos.

 

Es un libro que despierta sensaciones y sentimientos, primero sorpresa; cómo pudieron hacer esto en un país en que recocemos el funcionamiento de un estado de derecho, indignación ; cómo puede consumarse tamaña injusticia, y también un sentimiento de preocupación: hay un método de represión política nuevo, inicuo a más no poder, refinado y eficaz que puede ser utilizado de nuevo, si funcionó contra un Senador, ¿en qué quedamos los ciudadanos de a pié? Preocupante.

 

Reprimir a los opositores políticos de los poderosos, bajo acusaciones falsas es algo muy antiguo.

 Al viejo Platón  lo acusaron de corromper” la juventud, a Jorge Dimitrov los nazis lo acusaron de incendiar el parlamento alemán, hoy todos sabemos que lo habían hecho ellos mismos. Julián Assange, el periodista, está encerrado, asilado, en la embajada ecuatoriana en Inglaterra bajo acusación falaz de delitos sexuales. Este fue el periodista que publicó en Internet todas las impresentables maniobras y conversaciones de las cancillerías de los países más poderosos de la tierra.

 

Llevo adelante un juicio en contra de los inventores del Plan Z en la vecina Valdivia, el Intendente y el Alcalde secuestrarían a los niños de los uniformados para dar un autogolpe para lo cual serían ayudados por tropas cubanas que vendrían de la isla, seguramente en botes inflables, pues Cuba no tiene marina de guerra, con buques de línea. En Iquique se dijo que los marxistas envenenarían el agua, nunca explicaron como el cianuro distinguiría las gargantas de los seguidores de Carlos Marx de los que no lo eran (risas en el auditorio). De reprimir estamos hablando.

 

Por estos días se está canonizando al obispo Arnulfo Romero, en el Salvador dejaban los muertos tirados en las calles, ese método desató la ira popular y llevó al país a más de un decenio de guerra civil. Hoy gobierna El Salvador el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Método ineficaz.

El dictador Rafael Videla, en Argentina, refinó la perversión, se trataba ahora de los detenidos desaparecidos, que no estaban ni vivos ni muertos. Han pasado casi 40 años, Videla murió en prisión y nada lo que él quería reprimir , las ideas, las convicciones, han muerto. Ahí está Cristina.

 

Ahora se trata de matar en democracia, ya no se puede matar el cuerpo, hay que matar la imagen. Qué bien elegido el título del libro “Asesinato de Imagen”, ya no se trata del balazo en la nuca. Se trata de matar lo que eres, hacerte un repugnante, que nadie por la calle te mire, que incluso los tuyos sientan repulsa, que la duda sobre tu honestidad te envuelva y destruya.

 

En la literatura peruana, creo, hay un cuento donde el dictador condena al opositor, Carabombo, a la invisibilidad, lo decreta invisible, nadie puede hablarle o mirarlo, es mejor que matarlo, pues muerto será un bandera, un ejemplo.

 

Este método refinado, perverso y cruel, es nuevo, debemos estar alertas. Es muy peligroso pues se endilga desde un estado democrático, desde los tribunales, con toda la legitimidad que ello lleva aparejada.

 

No conocía personalmente al ciudadano Jorge Lavanderos cuando leí en la prensa que había sido condenado por la justicia. Si es así, será verdad me dije, lamentable en una persona que ha entregado su vida y hasta sus bienes materiales a mitigar los dolores de los pobres y los humildes, que ha luchado de manera incansable por denunciar este saqueo colosal que es el regalo que reciben las transnacionales de nuestras riquezas mineras en especial el cobre. Pero, bueno me dije, lo condenó la justicia. Los medios de prensa atizaban las cosas, se declaró culpable titulaban.

 

Cuando tuve conocimiento en fechas recientes de los antecedentes, me percaté de algo gigantesco. El ciudadano Jorge Lavanderos había sido condenado sin juicio. Escuchan bien, no me he equivocado, sin juicio, subráyenlo, lo repito, les ruego difúndanlo, sin juicio. Pongámoslo en un recuadro, sin juicio.

 

Un juicio es un proceso contradictorio donde el Ministerio Público y los querellantes imputan un delito  a alguien y aportan sus medios de prueba, la defensa presenta la inocencia del inculpado y sus propios medios de prueba, que pueden ser recíprocamente observados, impugnados, analizados y al fin de todo esto un tercero imparcial, un Tribunal resuelve, condena o absuelve. Si no hay prueba inculpatoria se absuelve, se presume la inocencia, la culpabilidad debe probarse Nada de esto ocurrió con el ciudadano Lavanderos.

 

Existe una salida alternativa, distinta al juicio, se llama procedimiento abreviado. Se trata del caso en que el imputado acepta la acusación, acepta ser culpable, pues entonces no tendría sentido un juicio, sería el absurdo del fiscal acusando y el defensor y el imputado diciendo que es cierto, que los medios de prueba en su contra son válidos. Para estos casos y en virtud del principio de economía procesal la ley establece un procedimiento abreviado. Acusador y defensa acuerdan una verdad, la culpabilidad y la presentan al juez, quien dicta sentencia condenatoria. Esto conviene al imputado que obtiene en razón del acuerdo una petición de pena más baja y al Fiscal que se evita a ir a un juicio que es siempre una contingencia incierta de ganancia o pérdida. La ley pone condiciones a este procedimiento que lleva a un ciudadano aceptar condena por un delito. La pena signada al delito no debe ser superior a cinco años y un día, lo que habitualmente implica que se cumplirá firmando y el imputado debe aceptar libre y voluntariamente.

 

En este caso, el imputado nunca aceptó la culpabilidad, su abogado hizo ingentes esfuerzos de convencerlo y él no aceptó, preguntado por el Juez, si aceptaba libremente el procedimiento dijo que no y que estaba presionado. Allí llegaba a su fin el procedimiento abreviado, pero se siguió adelante. Nunca aceptó la culpa, le revocó el patrocinio a su abogado ese misma día, exigió ir a juicio con otros abogados, lo escribe hoy, pero las cosas siguieron adelante y ese derecho al cual tiene todo ciudadano, de que su responsabilidad penal se le pruebe en juicio, le ha sido negado.

 

Ahora viene otra vulneración de derechos constitucionales. Abandona la sala y enfrenta a la prensa para decir que es inocente, y el procedimiento abreviado se sigue adelante en su ausencia. Ningún Tribunal del mundo, ni ahora ni antes, ni nunca ha podido condenar a un imputado en ausencia, ni en el procedimiento de la Legis Actio, el procedimiento formulario, ni en la cognitio extraordinariem del viejo derecho romano, ni en Suiza ni en Corea del Norte, ni en Argentina ni en el Congo.  Hasta los nazis condenaban en presencia del imputado, pero aquí se siguió adelante. No se puede condenar a nadie en ausencia, es un principio elemental de todo el derecho, de todos los países y de todos los tiempos.

 

La Juez preguntó, qué hacemos y acusador y defensor, curioso defensor, por decir lo menos, dijeron sigamos adelante.

 

Existieron varios fiscales antes, que investigaron la causa y no encontraron delito alguno, se envió uno especial para que lo encontrara. Sus dificultades para probar sus sistemáticas acusaciones por la prensa, más propias de un tribuno parlamentario, que de un sereno fiscal en busca de la verdad, quedaron reflejadas en una que lo explica todo: “me conformo con sacarlo del parlamento”. ¿Qué queda allí del `principio de objetividad?, que por ley obliga al fiscal a investigar con igual celo lo que inculpa que lo que exculpa. Nada queda, sólo el empecinamiento de un enemigo, personal o político, o por otras razones menos presentables, vaya uno a saber, pero eso es enemistad y encono en estado puro, lo que se busca es causar perjuicio, por angas o por mangas, no se busca la aplicación objetiva y serena de la ley.

Lo que ustedes pueden encontrar en el libro son el desasimiento, como un cubo de hielo en el desierto, de los medios de prueba que el Ministerio Público decía tener, pero que no necesitó, ni nunca presentó en juicio, pues no se necesitó de un juicio para mandar a un ciudadano al calvario.

 

Leerán ustedes testigos que señalan que nunca han sido objeto de ningún agravio por el imputado, testigos que reprochan a sus familiares sus mentiras, cartas que demuestran a las claras la incoherencia con imputaciones graves, todo está dicho ante notario público, hay relatos muy circunstanciados, se señalan pagos para inculpar. Pero como ya lo he dicho son desmentidos de pruebas que nunca necesitaron presentar pues no hubo juicio alguno.

 

Lean el libro, lean los documentos, no son alegatos de inocencia subjetivos, están allí los documentos.

Hay algo en el libro que es contundente y permite rematar esta presentación, el propio Ministro de la Corte que en definitiva legítimo este proceder irregular, al momento de jubilar es entrevistado por la prensa y señala que el caso Lavanderos fue uno de los más importante que le toco fallar, que el imputado había luchado por las riquezas naturales de Chile, echándose enemigos poderosos encima y que esto influye.

 

Lo dice el juez de la causa no el litigante vencido a la salida del tribunal.

 

Más claro echarle agua diría mi abuela querida. Al buen entender pocas palabras.

 

Lean el libro.

 

(Aplausos prolongados).

 

 

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