El duopólio, que fue más bien una orgánica derivada de la corriente histórica y el encorsetado del binonominal (y que ahorita incluye a PC-Forgoten Arcis y sus vericuetos), estaría entonces inscribiéndose con otro nombre en el imaginario de la población algo consciente: Partido Transversal Impune. Llamémosle PaTI, aunque no es hombre ni mujer ni del tercer sexo, sino del enésimo.
¡Bingo para Chile!
Delicuencia de todo orden, impune; el político que prestó el poto y se enriqueció en el camino, impune (Araña Rincón, Matasanos Rossi y la señora Pizarro son arquetipos de esta gama, y los 5 derechitas formalizados la excepción metoldológica soft que confirma la regla); el empresario que dejó de pagar impuestos, impune (que también tiene su excepción soft —Delano-Lavín— para confirmar la misma regla); el que puntéo a la vieja en la micro para robarle los morlacos, impune; la devastación de natura vía sobreexplotación o incendio, impune; vulgaridad en auto caro o con jockey picante pero caro comprado a cuotas, impune; bellaquería, impune; singergonzonería, impune… Y la que anoche me pringó, ¿impune? ¡Desde luego, el huevón es uno!
Evo debiera apiadarse y dejar el merecumbé para más rato (si todavía hay Chile).
PaTI va con el pelo teñido, masca chicle –una halitosis probable–, ocupa anteojos oscuros (como buen ciego que es) y cantinflea a tontas y a locas jurándose néctar. Mientras, la gestora principal del partido (por ocupar el cargo que ocupa y abdicar de un imperativo a su rango en un país presidencialista desde el huevo –ab ovo suena más lindura– repite la muletilla: “¿No es verdad?”.
Y lamentablemente es verdad.
La conducta de la tal PaTI hizo hace que los dioses nos quiten la lluvia. Y qué diablos, si los zombies no tomamos agua ni cultivamos la tierra.