Nunca ha dejado de haber guerras terminada la antifascista en 1945.
El fascismo nunca tampoco ha desaparecido.
La brutalidad racionalizada empezó de inmediato con la matanza norteamericana de civiles en Hiroshima y Nagasaki. Luego en Corea.
Si poco se habla sobre la paz menos aún de la guerra.
El conflicto armado activo o no entre países es tan normal en la humanidad que lo militar es tarea política como la educación, la salubridad, el trabajo, la cultura.
Como consecuencia se debería estar conscientes que ahora -o en el futuro los descendientes- es posible quedar en medio de combates en calidad de civiles o reclutados.
La Unión Soviética en la Gran Guerra Patria sufrió 27 millones de muertes, solo en la batalla de Stalingrado 1,1 millones. Drama histórico debilitado como enseñanza casi actual por la propaganda de los estados occidentales.
Los jóvenes japoneses poco saben de lo hecho por sus abuelos imperialistas.
Hoy se advierte la preparación para una Tercera Guerra Mundial. Los bloques están definidos. La paz depende de fascistas, accidentes, el empate tecnológico de los armamentos.
Sin embargo no se ven las manifestaciones sociales para explicarla y frenarla.
Ya no se hicieron para las devastaciones de Yugoslavia, Iraq, Afganistán, Libia, Siria… Yemen.
El hecho es que la guerra nunca está completamente ausente de la vida, una forma es la guerra civil.
Próxima o lejana debería ser un tema sensible permanente.
Como prueba de esta amenaza que pende sin ser vista basta examinar el ministerio de defensa de cada localidad, sus generales, sus armamentos, el nombre del enemigo en los ejercicios.
Nunca se trata solo de represiones internas. Siempre hay planes de guerra externa.
Cada día apuntan a otros pueblos.
La crisis del sistema global no es un factor a favor de la paz aunque debiera.
El socialismo fraterno no es quien decide.
Por un Movimiento para una civilización sustentable-solidaria
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