En una ceremonia realizada en el Palacio de la Moneda, la presidenta, Michelle Bachelet, recibió el informe elaborado por el Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de influencias y la corrupción. En su discurso destacó que Chile no es un país corrupto y que su Gobierno tiene como norte “dejar una democracia más transparente, más ética y más legítima a los ojos de sus ciudadanos”.
Resaltando el sentido de la comisión y agradeciendo su labor, afirmó que “es cierto que desde el retorno a la democracia hemos hecho esfuerzos importantes, -Gobierno, partidos políticos, Parlamento-, para que la vida económica y política sea más transparente. Pero hoy es evidente que no fue suficiente, que no bastó. Lo que durante tanto tiempo se practicó como forma normal de hacer política o negocios, desde hace ya un tiempo los ciudadanos lo vienen denunciando como privilegios y abusos”.
En la misma línea aseveró también que “esta es la hora de la sinceridad y de la acción. De otra manera el país no va a devolvernos su confianza. Y hay una verdad que debemos reconocer: los que estamos en la política, en los negocios, en el Gobierno, estamos en deuda con Chile”.
Y agregó que como Presidenta será la líder y conductora del proceso de renovación “que nos llevará a construir una democracia de todos, transparente y en la que la sociedad pueda depositar su confianza y sus sueños”.
“Pudimos hacer más para que prime la transparencia en la relación entre la política y los negocios” indicó, añadiendo que “pensamos, erradamente, lo vemos hoy, que las leyes que teníamos podían limitar las malas prácticas que hoy erosionan la legitimidad de la democracia”.
La Jefa de Estado hizo un llamado a actuar de forma decidida para reconstruir la confianza social. Afirmando que esta es “la hora de la democracia. De una democracia capaz de encarar sus debilidades. La fortaleza de nuestro orden político no se medirá por la ausencia de conflictos o de errores, sino por la honestidad y valentía con que seamos capaces de asumirlos y corregirlos por vías institucionales”.
Como primer paso, pidió dejar actuar con “autonomía” a las instituciones judiciales “para que determinen las responsabilidades y sanciones individuales en cada caso”.
Haciendo hincapié que para que las cosas cambien en el futuro, la máxima autoridad del país, aseveró que “será clave que perfeccionemos nuestras leyes. Pero también que encaremos con decisión las prácticas irregulares en la vida cotidiana, que no por pequeñas son menos dañinas para la vida común, desde no pagar el transporte público hasta pagar consumos privados con facturas de empresas. Debemos hacer más estrictos los valores éticos que nos orientan”.
Durante sus palabras, reafirmó que Chile no es un país corrupto y que el mejor ejemplo de aquello, fue el amplio rechazo que entregó la ciudadanía a los abusos y privilegios conocidos durante el último tiempo.
A esto último, explicó que su Gobierno dejará como legado “una democracia más transparente, más ética y más legítima a los ojos de los ciudadanos. Una democracia que nos pertenezca efectivamente a todos y no sólo a los que tienen el poder del dinero, las redes o los pitutos”.
Finalmente subrayó que“me comprometo a que no descansaré hasta dejar fortalecidas las bases institucionales y éticas que hagan que nuestra convivencia cívica esté a la altura de la confianza y transparencia que Chile necesita para ser una sociedad más equitativa. Este proceso lo conduciré personalmente, y en ello emplearé toda mi fuerza personal y la de mi Gobierno”.