Noviembre 25, 2024

La democracia y la revolución bolivariana deben defenderse

Lo que está en  disputa hoy en Venezuela no son dos opciones democráticas de gobierno, sino la supervivencia misma de la democracia o el aplastamiento del gobierno constitucional  y la revolución bolivariana con la imposición de una dictadura que dada la profundidad del movimiento revolucionario no puede sino tener características sangrientas y prolongadas.

 

La asonada golpista de la cual hemos tomado conocimiento por estos días y que incluía el asesinato de dirigentes políticos revolucionarios (hace poco tiempo mataron a cuchilladas a un  diputado socialista) tiene su programa político, ilegal e inconstitucional,  allí está plasmado el consenso golpista. Ningún gobierno democrático puede tolerar esto. El recambio de autoridades en Venezuela se hace mediante elecciones y en  ellas pierde la contrarrevolución, por ello su permanente recurso al golpe de estado.

La participación protagónica de los norteamericanos en las iniciativas a instalar una dictadura se perciben claramente; el gobierno de Caracas  ha entregado pruebas abundantes al respecto. Hay que ser muy iluso para no percibir que cambiaron de táctica en Cuba para dedicarse a Venezuela en plenitud.

La situación venezolana se parece mucho a la de Chile en 1973. En esos momentos el gobierno del Dr Allende denunciaba la participación de las agencias americanas en los desórdenes callejeros y los planes golpistas. Se decía que Allende deliraba, luego por propia investigación del senado norteamericano mediante el informe Church de 1975, supimos de la intervención norteamericana proporcionando asesoría conspirativa, dinero en abundancia, armas, diseños publicitarios y apoyos internacionales (el ejército argentino y brasileño) y todo lo que fuera necesario, la intervención contra la izquierda venía cuando menos desde 1964 y continuó después del golpe. El general Manuel Contreras, jefe de la policía secreta de Pinochet, fungió como informante rentado de los norteamericanos por años.

Ahora sabemos cómo diarios supuestamente respetables como El Mercurio y partidos como el democratacristiano (ambos ahora muy solidarios con los golpistas venezolanos) recibían dinero e instrucciones de los norteamericanos. Toda la oposición a Allende respondía al diseño de la Central de Inteligencia Americana, la oposición nativa a Allende no fue sino simple operadora de la estrategia imperial. La marina norteamericana (Operación Unitas) contempló incluso su participación en los combates si la guerra civil se hubiera desatado.

El informe Church es muy concluyente en cuanto a la agresión sufrida por Chile, pero sólo supimos parte de la verdad; el entonces director de la CIA fue condenado a dos años de pena remitida por haberle mentido al senado norteamericano en la elaboración de informe Church, es decir la intervención fue mucho más impresentable de lo que allí se consigna.

La libertad y la democracia eran la consigna de los opositores a Allende, lo real no era lo que decían sino la terrible y sangrienta dictadura que impusieron.

La mano americana en la agresión contra Venezuela se nota claramente. Los medios de prensa chilenos como CNN Chile y TVN convocan agitadores golpistas que se autoproclaman analistas políticos y ellos para justificar el golpe en curso muestran una Venezuela regida por una dictadura implacable; no señalan por ejemplo que ninguno de los golpistas que secuestraron al presidente Chávez y que llegaron a jurar sus cargos usurpados en el palacio Miraflores fue condenado a pena alguna. No dicen nada del golpe petrolero que intentaron dar meses después, mediante un gigantesco sabotaje a PDVSA, empresa de petróleos venezolana, para dejar sin petróleo y gas el consumo interno e incumplidos los compromisos internacionales.

Ninguno de estos analistas chilenos ha tenido una palabra para la chilena asesinada de un balazo en la cabeza por los golpistas venezolanos. Se suman también a estos “análisis” algunos supuestos izquierdistas acicateados por el rencor de no haber consumado negocios personales al amparo de la riqueza petrolera de los venezolanos.

La agudización de la lucha de clases permite ver en la política doméstica chilena de qué lado está cada uno. Juan Pablo Letelier (que salió de la cárcel por corrupción con un impresentable fallo de la Corte Suprema), Isabel Allende (que fue a decirle al juez que no investigara la muerte de su padre) solidarizan con el alcalde de Caracas. Saben que ser alcalde no es ser impune, olvidan el papel de ese caballero en las matanzas en defensa del modelo neoliberal que dieron origen al Chavismo, nada dicen de los muertos y daños que hoy provoca la oposición golpista venezolana de la que forma parte, del legitimo derecho de una democracia a defenderse. Hay un pinganilla de menor envergadura recién llegado al congreso al olor del erario nacional que también se suma, ahí está; eso es lo que son.

Instalada una dictadura sólo quedan los lamentos. El pueblo de Venezuela tiene el derecho y el deber de no dejarse estrangular  por la contrarevoluciòn. Si son derrotados, ninguna declaración de Naciones Unidas le devolverá la vida a los muchos que morirán. El pueblo venezolano debe confiar en su propia fuerza y determinación. No deben olvidar que la contrarrevolución no tendrá piedad con ellos. A mayor  conciencia de un  pueblo de sus derechos mayor es el terrorismo de estado que desatan la oligarquía y el imperialismo para hacer olvidar esa experiencia, para dar un escarmiento histórico.

ROBERTO AVILA TOLEDO

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