Guadalajara.- En entrevista con La Jornada Morelos, el escritor argentino Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967) presenta la novela Ser feliz era esto y comparte su nueva experiencia cinematográfica: “Colaboré con el director argentino Juan Taratuto en el guión de Papeles en el viento (2015), me gusta estar metido en el proceso de filmación, me daría un poco de miedo desentenderme”. Esta vez se involucró en el rodaje, al punto que confesó: “Saldré en Papeles en el viento, cuando veas la película reconocerás a un mozo, como le decimos a los meseros en la Argentina, es el momento culminante de la película, son 10 segundos de una densidad inexistente”.
LJM.- En tu nueva novela, Lucas, el protagonista se cansa de escuchar las mismas cinco preguntas de los periodistas, ¿te pasa algo parecido?
ES.- En general agobia cuando alguien te hace una entrevista con lo que se supone que has escrito, o porque los reporteros suponen que eres conocido. No es tu caso, porque tú sí leíste la novela Ser feliz era esto, a veces me pregunto para qué estamos charlando si los periodistas no han leído la novela, y cuando eso pasa, suelen caer las cinco preguntas frecuentes, los escritores sufrimos un poco al tener que reiterar lo que decimos, si me dan a elegir entre hablar y escribir, yo prefiero escribir.
LJM.- “La pregunta de sus ojos” se detonó por tu trabajo en el juzgado. Ahora eres profesor en provincia y cuentas la historia de una niña y su padre, ¿escribes a partir de lo que conoces?
ES.- Y no olvides que también trabajo como padre. Para mí es importante conocer sobre lo que estoy escribiendo, sentir una base sólida en uno de los sitios, de lo contrario corres el riesgo de caer en estereotipos, de repetir fórmulas y miradas, creo que es lo peor que nos puede pasar como autores.
LJM.- Lucas lleva ocho años sin escribir, él argumentó: “eres escritor cuando se tiene la necesidad de escribir”. ¿Aplicas esta teoría contigo, o sólo al personaje?
ES.- Indagar sobre esta cuestión de ser escritor es algo frecuente para mí, pero no con el grado de preocupación ni con la melancolía de Lucas, en el personaje hay un forzamiento de ciertos miedos ante la falta de creatividad. En cambio, yo me siento cómodo siendo escritor, se me ocurren nuevas cosas para escribir, y me hace feliz escribir –a diferencia de Lucas-, me gustaba pensar al personaje más allá de la escritura, para interrogarlo sobre la comodidad versus el deseo, a veces inercialmente tendemos a estacionarnos en algunos lugares, profesiones, o vínculos que no necesariamente nos hacen felices, peor todavía si durante la inercia nos va bien o ganamos dinero, el libro de Lucas tiene un éxito impresionante, sigue comiendo de las regalías, desde una mirada exterior sería un buen escritor y debería estar cómodo con eso.
LJM.- Lucas sería feliz cultivando una huerta, sin saberlo se estaba preparando para ser padre, ¿era una metáfora intencional?
ES.- No lo había pensado, pero creo que sí. No voy a relacionar la paternidad y el cultivo de plantas, pero creo que sí: Lucas es un tipo que ha aceptado un destino impuesto por su mujer y eso lo hizo abortar ciertas posibilidades y cualidades de su forma de ser. La aparición de su hija Sofía lo hace volverse a preguntar cosas que había dejado clausuradas. Vos fíjate cómo Fabiana –la esposa de Lucas– se inquieta ante el hecho de las nuevas preguntas, creo que en los malos vínculos hasta las preguntas están prohibidas y la aparición de Sofía antes de renovarle las respuestas a Lucas, al menos le reveló las preguntas y eso desequilibra a Fabiana, la pone agresiva, la descoloca, ella es un personaje muy inseguro, por eso es tan autoritaria. Coincido con vos, en la posible relación de un deseo de cuidado, de abrigo, de protección, de ejercicio de la paciencia, que son cualidades que Lucas tiene sin saberlo.
LJM.- Tu novela podía caer en el cliché del padre que no conoce a su hija, y ella llega a presentarse para cambiar la vida de ambos. ¿Cuál era el riesgo de repetir una historia cursi?
ES.- El gran riesgo era construir un arco dramático que se iniciase con el desconocimiento, la confusión, la incomprensión y la pelea; luego una etapa de aflojamiento y conocimiento; por último, un acercamiento. Me gustaba jugar con la idea: ¿qué pasa si Lucas y su hija Sofía comienzan a llevarse bien?, lo que queda por resolver en la novela no es el vínculo entre ellos dos, sino las vidas de ellos dos, en todo caso, tener un vínculo sano cuando no lo has tenido –porque Sofía no lo tenía con su madre, y Lucas no lo tiene con su mujer Fabiana-, el vínculo sano puede ser el combustible y el motor, puede dotarlos de la energía necesaria para modificar el resto de sus vida, la gran tarea al iniciar la novela no es llevarse bien entre ellos, sino la gran tarea de Sofía es dejar de ser una niña desadaptada para convertirse en una adolescente, y el gran desafío de Lucas es dejar de ser una especie de adolescente eterno y convertirse en un adulto, ser padre es un buen camino para madurar.
LJM.- Sofía es “perspicaz” aunque ella no sabía el significado de la palabra, ¿exploraste otro tipo de personalidad al definir a Sofía?
ES.- A lo largo de la novela, los lectores se enterarán de varias cosas de Sofía, de su pasado con su mamá, sin duda es una de esas chicas forzadas a ser adultas y fue inicial en la novela. Al ser profesor y estar en contacto con adolescentes veo un perfil muy frecuente: chicos que crecen muy solos, chicos que se ven obligados a asumir roles de adultos y eso me genera compasión, me entristece, porque siento que sobre las espaldas de esos chicos, bajo la falsa apariencia de libertad y madurez lo que hay es un profundo abandono. Para la novela, me gustaba trabajar con una niña abandonada, tal vez con Lucas tenía más dudas, necesitaba que fuera un tipo muy solo, la idea era que de la recíproca necesidad surgiera toda la historia.
LJM.- “Ser feliz era esto” se publicó primero en Argentina, ¿leyeron la novela tus estudiantes y otros adolescentes?
ES.- Por suerte en Argentina existe la costumbre de regalar mis libros a las escuelas, no están pensados para adolescentes, sin embargo los estudiantes son mis lectores. Me ha pasado que los chicos dicen, por twitter: “me sentí representando por tu novela, me gustó mucho Sofía”, es una forma de decir, con franqueza y ocultamiento: “yo estoy ahí en medio de Sofía”, los adolescentes son muy sinceros pero se refugian pudorosamente de exhibirse.
LJM.- Para hacer enojar a Sofía, su papá la llama “Viernes”, ¿por qué recurres a la referencia de Robinson Crusoe?
ES.- En la novela hay un juego de mundos lingüísticos y literarios, con frecuencia Lucas se burla del modo de hablar de Sofía, de su barbarie lingüística y ella se burla de Lucas lo ve como “un museo andante” porque usa palabras que nadie sabe su significado. Mi generación leyó ciertos libros que ahora no se leen, eran clásicos, libros que se leyeron durante siglos, Robinson Crusoe (1719) es un libro que leyeron mis bisabuelos, mis abuelos y mis padres, pero en las escuelas de mis hijos no los aconsejan leerlo, por eso la referencia literaria a “Viernes” para que los adolescentes se animen y lo lean, aunque sea por la curiosidad.
LJM.- ¿Qué significado tienen las referencias de las novelas que “escribió” Lucas?
ES.- Es un punto ciego de la novela, busqué algún título que sólo pudiera aludir a novelas juveniles, son títulos al azar. De hecho, si vos me preguntás: ¿cómo se llama la exitosa novela que escribió Lucas?, no lo sé, creo que: “El desierto de los fantasmas”.
LJM.- ¿Fue consciente la elección del escenario rural en Ser feliz era esto?
ES.- Morón está pegado a Castelar –mi pueblo-, son dos estaciones del tren suburbano, cada una con su población a las orillas, cada vez me siento más cómodo situando mis novelas en mundos conocidos, mis historias transcurren en la línea de pueblos que conozco.
LJM.- A Lucas le proponen adaptar al cine “El desierto de los fantasmas”, ¿piensas en una versión cinematográfica de Ser feliz era esto?
ES.- Ser feliz era esto no me suena a una adaptación cinematográfica, como tampoco me sonaba Papeles en el viento y se filmó ahora en Buenos Aires, como tampoco me sonaba La pregunta de sus ojos (Oscar a la mejor película extranjera en 2010). Para mí es un misterio dónde reside la supuesta cualidad cinematográfica de mis libros.
LJM.- ¿No lo discutes con el director José Campanella?
ES.- Sólo cuando viene Campanella y comenta conmigo sus proyectos, me entusiasma que hagamos un guión para cine, pero no es algo que yo piense de entrada, sinceramente no lo veo, tampoco lo quiero ver, hay un tema de renuncia, si algún director de cine considera que esto es cinematográfico fantástico, y si no, no importa.
LJM.- ¿Colaboraste en el guión de Papeles en el viento?
ES.- Sí, colaboré con el director argentino Juan Taratuto en el guión de Papeles en el viento (2015), me gusta estar metido en el proceso de filmación, me daría un poco de miedo desentenderme.
LJM.- Finalmente, en julio de 2010 te pregunté: “¿por qué no tenías un papel de reparto en El secreto de sus ojos?”, ¿saldrás en Papeles en el viento?
ES.- Saldré en Papeles en el viento (2015), cuando veas la película reconocerás a un mozo, como le decimos a los meseros en la Argentina, es el momento culminante de la película, son 10 segundos de una densidad inexistente.
*Entrevista publicada originalmente en La Jornada Morelos (25/02/2015), se reproduce en Clarín.cl con autorización del autor.