El 19 de febrero es el Día Nacional del Cooperativismo en Nicaragua, fijado por ley por el nuevo Gobierno Sandinista, llamado desde 2007 Gobierno de Reconciliación Nacional, Cristiano, Socialista y Solidario.
Y este 19 en Managua lo celebraron casi 5.000 personas socios y no socios. Vinieron familias con hijos, desde lugares lejanos, y con canciones populares se acompañó la venta de sus productos, la exposición de sus creaciones y la alegría de sentirse dueños de sus destinos. La celebración se hizo en las instalaciones del CIPRES, ONG que desde la derrota de la revolución en 1990, ha luchado por apoyar a los campesinos y a los pobres de Nicaragua desde infinitas formas. Una de ellas ha sido el impulso a la formación de cooperativas que, a juicio, del Director del CIPRES, el sociólogo Orlando Núñez, están cambiando la economía de Nicaragua y estableciendo un nuevo modelo económico de largo plazo, la “economía social”, compuesta por el movimiento asociativo de los pequeños y medianos productores, de los cuales las cooperativas y las asociaciones por rubro son el sector más avanzado y numeroso.
En el acto hablaron un sacerdote católico y un pastor evangélico, coincidiendo ambos en el carácter ecuménico de Augusto César Sandino, el líder de los nicaragüenses que logró expulsar a los yanquis del país con un Pequeño Ejército Loco en 1931 para ser asesinado por la espalda por el Dictador Anastasio Somoza en 1934. En su intervención, Núñez, reconociendo el acercamiento a la religión que ha estado recientemente expresando el sandinismo, afirmó que ellos no tenían la culpa si Dios era revolucionario.
La economía social, popular y asociativa o economía social y solidaria, según los impulsores del concepto, se refiere a un conjunto de organizaciones de trabajadores, productores, consumidores y pobladores, motivados y orientados por la participación democrática, la gestión colectiva de sus recursos, el bien común y la reivindicación de un sinnúmero de derechos encaminados a la igualdad de oportunidades para todos y criticando éticamente los valores del mercado. Está de más decir, que estos nicaragüenses viven y trabajan en condiciones abrumadoramente precarias, pero sus dirigentes piensan que esa situación podría cambiar si con la organización llegan a desarrollarse en todos los eslabones de la cadena productiva.
En Nicaragua existen 5,000 cooperativas con 389,000 socios, en todas las ramas de la economía, como leche, carne, granos, hortalizas, transportes, vivienda, turismo, ahorro-crédito, entre otros. Muchas están agrupadas en Centrales o Uniones de Cooperativas, las que a su vez están integradas en Federaciones. Más de tres uniones y centrales forman una federación de cooperativas.
El sector genera el 53% del ingreso nacional bruto disponible del país, el 60% de las divisas netas en concepto de remesas familiares. El peso de la población ocupada por la economía social genera el 70% de la población ocupada, 2.5 millones. Solo las cooperativas generan 450,000 ocupados, es decir el 18% de la PEA nacional ocupada, incluyendo las ocupaciones que generan las familias, del campo y la ciudad, organizadas en los programas sociales del gobierno.
Estas cifras demuestran que el cooperativismo es en verdad una forma de organización popular adecuada para un país pequeño como Nicaragua, más aún cuando, al igual que en el resto del mundo, el empleo generado por el sector empresarial está llegando a sus límites de crecimiento. En el primer mundo y en los países más desarrollados desaparecen las fuentes de empleo por la tecnología digital y en Nicaragua también debido a la escasa industrialización del país.
Pero las cooperativas aún tienen un largo camino que recorrer. Mucho que avanzar y para ello el apoyo económico del Estado es fundamental, porque es difícil que solo con el esfuerzo propio puedan pasar a otros niveles en la estructura productiva del país. Tampoco hay que minimizar lo difícil que es competir en un mundo donde predominan las formas más salvajes del capitalismo, nunca vistas antes en el mundo. Pero quizás, justamente por su humanidad, una economía social y solidaria podría ser una alternativa complementaria y novedosa, por la cual luchar, especialmente si los que pertenecen a esta, están guiados por principios solidarios, por la defensa de los derechos humanos, el respeto a la mujer y al medio ambiente.
¡¡¡¡SIGUE ADELANTE NICARAGUITA!!!!
Alicia Gariazzo
Directora de CONADECUS