Una vez más el vate catalán viene en mi auxilio: “Prefiero la revolución a las pesadillas”; o si prefieren al gran bardo charrúa: “Y hay quienes se desmueren, y a quienes se desviven, y así entre todos logran lo que era un imposible”.
Lo cierto es que quienes detentan el poder en Chile, no renunciarán. Ya que se han dado cuenta que pueden cometer las bellaquerías más grandes y los crímenes más aborrecibles- no sólo ahora, sino desde que la dictadura refundó el país- y que no recibirán ningún tipo de sanción real. Ellos y ellas explotan el statu quo para su enriquecimiento ilícito; y, como contrapunto, ningún criminal, truhán, tunante, bergante, pillo, sinvergüenza, pícaro o como se les quiere denominar, teme por su libertad; por el contrario, saben a ciencia cierta que la tienen asegurada; o que recibirán una sanción o castigo irrisorio. Ha llegado el momento crucial de derribarlos, mediante la encarnación de la utopía: negarse a participar de una democracia que es un engendro entre fantasmagoría y simulacro.
El bipartidismo, una de las piedras angulares de la opresión, ha dado el marco de referencia y la legalidad vigente para la seudo democracia imperante que ha operado desde la destitución y derrota formal de la dictadura, y que ha permitido la perpetuación en los cargos de representación de algunos siniestros nombres, que llevan en su puesto más de 20 años; todos y todas miembros connotados de algunos partidos políticos, integrantes obedientes, funcionarios de sus burocracias, que son nomenclaturas que no aceptan ningún tipo de disenso, y que son ancilares a los intereses de las respectivas cúpulas, que trabajan silenciosamente para la reproducción y perpetuación del orden establecido.
Lo anterior es cierto más allá de reconocer que las dos coaliciones han maquinado para cambiar la piel, mas no el fondo, con la excepción del pinochetismo a ultranza e irreductible de la Udi, que se opone a cualquier cambio aunque sea en la lógica del gatopardismo.
Cabe tener claridad de que persiguen asegurarse un reacomodo cuasi vitalicio en los sucesivos períodos que vendrán, de modo que no es descabellado pensar que podremos morir y seguirán como diputados, senadores, alcaldes, cores, etc., los mismos que vienen del tiempo en que prometieron que la alegría llegaría, del “regreso a la democracia”, más sus socios y aliados, con el agregado de algunos rostros frescos cuyo único merecimiento es ser tan práctico y abyecto como cualquier otro canalla empedernido e inescrupuloso, para recibir la prebenda y guardar silencio.
A fin de cuentas, la reforma que impide la reelección indefinida, empezará a correr a partir de la próxima elección; es decir, que por lo menos tienen asegurada la posibilidad de repostularse, y casi segura su reelección; y, en la eventualidad de que pierdan, el mundo privado abrirá sus brazos para recibir a quienes conservaran su redes de contacto e influencia; y que, potencialmente, podrán hacer lobby para favorecer los interés de sus patrones.
La única posibilidad es que haya un levantamiento popular, en términos de que la gente se rebele, se alce contra el bipartidismo; que se nieguen a rajatabla a seguir votando por los candidatos y candidatas que imponen los partidos que han dominado, y se han repartido las cuotas y las ganancias.
No se trata de tomar un fusil y salir a combatir; porque aunque en otros rincones confines si ocurre, en Chile no están dadas las condiciones para un levantamiento popular armado- ¿alguna vez se darán?; ¿qué sea el pueblo el que tome la iniciativa, y no siempre el que sea masacrado?-, pero todos y todas tenemos conciencia, voz y voto; y en esta caso, y por ahora es nuestra arma más poderosa: no concurrir a sufragar cuando hayan mostrado de nuevo su apetito voraz, y desplegado su parafernalia para seducir con sus cantos de sirena, mezcla de publicidad y mercadotecnia.
No volver a ser comparsa de su show, que están acostumbrados a valerse de la presencia e ignorancia-ingenuidad de la gente, para después arrogarse la carta de ciudadanía, y el papel de custodio del funcionamiento las instituciones- odioso y detestable lugar común que viene de los tiempos de Lagos, “el mejor presidente de derecha de la historia”- que han estado inventado y reinventado cuantas veces ha sido preciso para hacer creer tanto al pueblo como al mudo que en Chile existe una democracia ejemplar
No es posible seguir votando por los mismos y las mismas, ya que sabemos a ciencia cierta que son funcionarios de uno u otro partido, que no harán nada para favorecer la gestación de una nueva constitución, porque les embarga el terror de imaginar lo que podría acontecer y sobrevenir.
Un horizonte posible sería que: daría pie a que la soberanía popular se ejerciera de forma efectiva; y a que surgieran desde la clase trabajadora personas que pudieran expresar la voluntad de un cambio radical, y que se diera el vamos a un proceso tendente a recuperar todo lo que nos ha robado durante tantos años, a un costo tan alto; que ninguno, ninguna de quienes hoy aparecen como vacas sagradas pagaron en su momento: sangre derramada por hijos e hijas del pueblo; mientras los opresores gozan de excelente salud y bonanza.
Pues bien, no creo que les afecte demasiado constatar que la agenda ha estado saturada con los fétidos casos de corrupción que han salido a la luz pública. Pero tengo la certeza de que: por un lado es la punta del iceberg, en tanto el parlamento, las municipalidades, el gobierno y sus ministerios, están enseñoreados por familias enteras, que son las que estrujan a diario a este pueblo, y que cuando abandonan sus magistraturas o cargos, no lo hacen, precisamente, en la inopia; por ahora, permanecen impunes.
Por otro lado, es una táctica de desinformación masiva, porque no se le explica bien a la ciudadanía lo que ello comporta; y que, por demás, ayuda a saturar de noticias los canales de televisión, los diarios y revistas y las radios que trabajan para el sistema, con excepciones que son bastiones de la libertad y del pensamiento revolucionario; eventos que serán relegados a un segundo o tercer plano, ahora que estamos ad portas del magno evento cultural de Viña del Mar.
El caso Nuera Gate, continuando con el hilo conductor, a propósito de la gangrena y subsecuente putrefacción instalada, demuestra la insolencia, el desparpajo, el descaro, la proclividad criminal, la inescrupulosidad de un sujeto ordinario, que aprovecha su vínculo con la presidenta, electa para regocijo de la burguesía, de los poderes económicos y militares, para en un dos por tres hacerse millonario.
Y, nadie tiene la facultad para coercer o coaccionar al delincuente de cuello y corbata, para que devuelva lo ganado, o para que vaya preso. ¿Y el gobierno, con su vocero, piensa, sin embargo, que somos tan idiotas para aceptar que es un asunto entre privados un negociado que reporta un beneficio de $2500.000 millones a una familia favorecida por el nepotismo, en circunstancias de que el sueldo mínimo en este país no alcanza los $250.000 mil pesos; es decir, un emolumento raquítico, que jamás podrá igualarse con una operación que entrega a los malhechores 10 veces más como mínimo?
¿Para qué referirme al caso Penta, que ya ha sido desmenuzado por tantos intelectuales de pacotilla al servicio del establishment, cuentistas políticos, teóricos de la charlatanería y la mendacidad, de uno y otro bando, que lo único que han hecho es redundar con detalles intrascendentes?. Sin embargo, sabemos que no se atreven a rebelar la verdad, a hincar el diente en el hueso, en orden a que tendrían que llegar hasta las últimas consecuencias: ¿cómo se gestaron las fortunas de los dos Carlos; y, por lo tanto, empezar a revisar todos los procesos de privatización mediante los cuales la dictadura desmanteló el estado chileno, cuya construcción costó un siglo, y que tuvo uno de sus simas más heroicas y nobles en la gesta de la nacionalización del cobre? .
Como corolario tan inexorable como indefectible, necesitamos una revolución en libertad, por cuanto de lo contrario nos iremos al mismísimo infierno por decirlo así, mientras la oligarquía y la plutocracia siguen explotando al pueblo chileno; para que las masas recuerden que son sujetos de derecho, y que a través de la organización popular han de articularse para dar el primer paso: negarse a seguir la farsa, la pantomima, la charada, la mascarada, que ya tenemos bastante de teleseries y sus derivados.
Arturo Jaque Rojas.
10.789.448-9