Acaba de terminar en Costa Rica, la Conferencia de La Comunidad de los Estados latinoamericanos y del Caribe. Muchas de las discusiones de los asistentes, de un modo u otro, aludieron a la gigantesca tarea que tienen por delante. La región desea alcanzar la unidad y el desarrollo integral en las próximas décadas. En otras palabras, un objetivo importante es que la mayoría de la población de la comunidad obtenga un estándar de vida decente. Algo parecido al nivel de vida que hoy día tiene la clase media de países ricos y desarrollados tales como Suiza y países escandinavos. En otras palabras, se aspira a un buen ingreso per cápita, buena salud, buena educación, trabajo digno y bien remunerado, buen transporte público, buenas jubilaciones, buena vivienda y en general buenos servicios sociales. En ese brillante futuro, la pobreza y la miseria extrema ya no existen y los derechos socioeconómicos de la inmensa mayoría, están resguardados y protegidos por un Estado benefactor eficiente y eficaz.
Este es un desafío civilizacional para los actuales líderes de la CELAC. Modelos de desarrollo que se creían apropiados, han sido desprestigiados con la experiencia histórica de los últimos cien años del desarrollo humano. Primero se desprestigió el modelo conservador y su variante moderna, el fascismo. El modelo de sociedad orgánica y de cooperación entre distintas clases sociales inventado por Platón, hizo crisis existencial con los fracasos del fascismo en Europa y Japón antes y durante la segunda guerra mundial. Luego se desprestigió el llamado modelo de los socialismos reales, cuando se desplomó la Unión Soviética y los países de la Europa Oriental a fines del siglo 20. Finalmente, cayó en desprestigio el modelo liberal, con la crisis asiática de fines de los años 90 del siglo XX. Luego la crisis inmobiliaria de Estados Unidos y Europa entre los años 2007 y 2009 y hoy día con la crisis deflacionaria de Europa, Japón y muchos países emergentes.
En suma, los tres modelos de desarrollo inventados por la civilización occidental (conservadurismo, socialismo y liberalismo) hoy a comienzos del siglo XXI, son un triste fracaso. Al parecer, el único modelo de desarrollo humano que está mejorando sustancialmente el estándar de vida del pueblo, y que no ha terminado en una desastrosa crisis económica o en una catastrófica guerra mundial, es el modelo chino.
No obstante, este modelo chino no ha tenido una buena prensa en el mundo occidental. Ya va más de 30 años donde publicaciones especializadas vaticinan el inminente colapso del modelo. A Vía de ejemplo, la revista especializada estadounidense en asuntos internacionales “Foreign Affairs”, así como la revista británica “The Economist” se las han arreglado para vaticinar, en recurrentes artículos, el eminente colapso del modelo chino.
En el año 2009, Hoffe señalaba que China tendría que ser de otro planeta para evitar una catastrófica crisis de crecimiento. Esto pues en los últimos dos siglos, todos los países que han crecido aceleradamente, tarde o temprano sufren un eventual colapso. Gran Bretaña, Europa occidental y los Estados Unidos, tuvieron varios tipos de crisis en el siglo XIX. Estados Unidos, Europa y el resto del mundo, sufrieron la depresión de 1929. Japón todavía sufre de su crisis deflacionaria iniciada a fines del los años 80 del siglo XX. Los “tigres asiáticos” tuvieron su crisis de crecimiento en la última década del siglo XX. i
Por su parte, Pen, indica que a pesar de los buenos resultados de la economía china en los últimos años, el país necesita crecer al menos en un 8% por año, a fin de dar trabajo a los diez millones de inmigrantes que cada año se trasladan del campo a la ciudad. Pen pronostica que un crecimiento debajo del 8%, seguramente producirá el fin del partido comunista chino.ii Scissors argumenta que desde hace años, los líderes chinos han olvidado las reformas de mercado iniciadas por Deng décadas atrás. Señala que ahora, una vez más, el Estado ha tomado las riendas de la economía y esto le traerá a China graves consecuencias.iii Shovanac por su parte señala que la burbuja inmobiliaria ya ha explotado en China y que ella acabará con el milagro chino. Este autor documenta su preocupación con una avalancha impresionante de datos tenebrosos que pronostican que el sistema financiero chino está al borde del colapso.iv Finalmente Ong señala que China construye ciudades a una velocidad vertiginosa y que su economía depende de esta expansión de la industria de la construcción. Indica que esta estrategia de crecimiento es sumamente peligrosa. Los gobiernos locales piden préstamos a los bancos y usan la tierra que poseen como garantía colateral de dichos préstamos. Pero pagan los intereses de los préstamos con dinero que obtienen por la venta de esta misma tierra. Señala que esta es una estrategia sumamente riesgosa. Si los precios de las viviendas caen, ello seguramente producirá una catastrófica crisis financiera. Finaliza su argumento señalando que ya hay varias ciudades fantasmas con edificios que no ocupa nadie.v
Efectivamente, las burbujas inmobiliarias han explotado en China, pero la gran catástrofe generalizada predicha no se produce. ¿Cuáles son las causas o factores determinantes de este increíble fenómeno? Una respuesta que se puede dar es que China posee un sistema político de excelencia. Tan bien calibrado, que le permite apagar todo tipo de incendios antes que estos adquieran proporciones inmanejables. La crisis inmobiliaria regional se produce, y el partido comunista inmediatamente toma mediadas que evitan el colapso económico de la región afectada. El partido tiene tanta organización y poder institucional, que es capaz de ajusticiar rápidamente a los líderes corruptos causantes de la crisis, y simultáneamente, abrir líneas de nuevos créditos para que los bancos e industrias en problemas puedan seguir adelante. Después de más de una década de apaga fuegos, los resultados de la economía china, siguen siendo espectaculares.
Greg Hunter, escribiendo a fines del año 2012, indica que la deuda del gobierno chino, es sólo un 60% de su producto bruto anual y el financiamiento de esta moderada deuda, no constituye ningún problema. Señala que las razones para esto son las siguientes: primero, no hay acreedores extranjeros. En segundo lugar, es el gobierno quien fija la tasa de interés que se paga a los dueños de la deuda. En tercer lugar, con un crecimiento de un 7% por año, la proporción de la deuda con respecto al producto bruto, constantemente disminuye. En cuarto lugar, si ello es necesario, el gobierno chino tiene una enorme capacidad para aumentar sus ingresos mediante el uso de nuevos impuestos. En quinto lugar, el gobierno es dueño de una enorme riqueza. Su deuda de dos trillones de dólares, se balancea con 3.2 trillones de dólares de reserva en moneda extranjera. A esto hay que agregar 2.6 trillones de dólares en bonos extranjeros y otros bienes financieros. Fuera de todo esto, hay varios trillones de dólares en bienes fuera de lista. En sexto lugar, la deuda del gobierno es balanceada por una muy pequeña deuda privada. El pueblo chino posee más de 20 trillones de dólares en riqueza personal y sólo tiene 1.4 trillones de dólares en deuda inmobiliaria. El 27% de la riqueza del pueblo chino (5.5 trillones de dólares) está en depósitos bancarios y el 58% de esta riqueza está invertida en propiedades. De esta forma la riqueza china (tanto del gobierno como de su pueblo) no es afectada gravemente por los problemas del mercado financiero. Para ponerlo en forma simple, si hay un colapso general en el precio de las propiedades, el pueblo chino tiene suficiente dinero en sus depósitos bancarios para pagar todas sus deudas y aún tiene excedentes de más de 4 trillones de dólares para otros imprevistos. En conclusión, China no tiene los problemas de deuda que tiene Europa y los Estados Unidos. En estos países occidentales, la deuda tanto pública como privada en proporción al producto interno bruto es inmensa, y además de todo esto, el oeste está estancado económicamente. A todo esto hay que agregar que el funcionamiento del sistema político en occidente es deplorable. En Estados Unidos, la política partisana, impide tomar las decisiones necesarias y en Europa la corrupción neoliberal impide salir de la crisis deflacionaria.vi
Los logros chinos son inmensos. El país es un ejemplo de desarrollo acelerado. Creció sobre el 10% por año por más de 30 años. China se convirtió en la fábrica del planeta con cientos de millones de obreros trabajando con alta productividad y tecnología. Logró sacar de la pobreza a más de 700 millones de personas y ha creado la más grande clase media del planeta. Estos resultados de los últimos 30 años, superan con creces los logros que el modelo liberal tuvo en Gran Bretaña y en los Estados Unidos en los primeros cien años de su implementación. Igualmente supera con creces los logros que la social democracia tuvo en Europa en un periodo similar de tiempo.vii
La comunidad de países de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) debería estudiar el modelo chino con sumo cuidado y dedicación académica. Los chinos lograron todo su éxito con un pueblo que en los 200 años anteriores a 1949 sufrió opresión, discriminación, desprecio y explotación. Padeció primero la crisis civilizacional y cultural que se produjo con el opio impuesto por los ingleses. Luego sufrió el ataque y la colonización occidental seguido por la caída del imperio a principios del siglo XX. Posteriormente, padeció una guerra civil, la brutal y salvaje ocupación japonesa, una nueva guerra civil, la guerra de Corea y finalmente los experimentos sociales de Mao Tse Tung. En suma, si hay un pueblo aporreado y súper explotado, estos son los chinos. No obstante, sobrevivieron y luego, en los últimos 30 años, desde 1984, han obtenido una hazaña civilizacional jamás antes experimentada por la humanidad.
La civilización latinoamericana y del Caribe, tiene muchísimo que aprender de la civilización china. Los latinos y caribeños también han sido explotados por siglos. Trescientos años bajo el salvajismo europeo y luego doscientos años más bajo corruptas oligarquías feudales que traicionaron el sueño de Bolívar.
La clave del éxito chino, sin duda está en su desarrollo político. Es gracias a la excelente organización del partido comunista chino que se ha logrado todo el éxito social y económico de los últimos 30 años. La CELAC debería estudiar a fondo este verdadero éxito politológico si es que quiere algún día llevar a la región a los niveles de desarrollo humano que los latinoamericanos esperan.
Los chinos han comprobado hasta la saciedad, el hecho de que sin desarrollo político, el desarrollo socioeconómico es imposible. Este principio lo descubrió Polibio, lo sistematizó Maquiavelo, lo modernizó de Tocqueville y lo operacionalizó Samuel P. Huntington. La clave del desarrollo civilizacional está en la calidad de las instituciones del Estado. Sin instituciones políticas desarrolladas que funcionen con alta eficacia y productividad, el desarrollo socioeconómico se arranca siempre hacia el futuro, como un espejismo inalcanzable. Sociedades que han sufrido un proceso de corrupción política por siglos, no serán capaces de salir del pantano en que se encuentran a menos que nazca de su corrupto seno, como el ave del Fénix, una estirpe de príncipes redentores. Esto lo dice Maquiavelo una y mil veces. Ahora en el siglo XXI sólo un poderoso, disciplinado y bien organizado partido político es el sustituto adecuado a los príncipes redentores. Es el partido único el que crea el nuevo Estado y es el partido el que le da legitimidad a todas las instituciones que lo conforman.
i Josef Hoffe, “The Default Power” Foreign Affairs, Sept. – October, 2009
ii Minxin Pen, “Will the Chinese Communist Party survive de Crisis” Foreign Affairs, March-April, 2009. Es necesario señalar que Pen sigue las profecías de Gordon Chang que ha predicho el colapso del partido comunista chino, desde hace varias décadas atrás.
iii Derek Scissors “Deng undone. The cost of halting market reform in China” Foreign Affairs, May – June 2009
iv Patrick Shovanac, “China’s Real State Bubble may have just popped” Foreign Affairs, Nov. – Dec. 2011.
v Lynene H. Ong “Indebted Dragon. The Risky Strategy behind China’s Construction Economy” Foreign Affairs, Nov. – Dec. 2012.
vi Ver Greg Hunter en comentarios al artículo de L. H. Ong en Foreign Affairs, Nov. – Dec. 2012.
vii Una contribución poco conocida fue el hecho de que China salvó al mundo de una gigantesca catástrofe en el año 2007. Niall Ferguson en el prefacio de su última y monumental obra, señala textualmente que “Después del verano del 2009, el peligro de una segunda depresión se alejó´, aunque no desapareció del todo. No obstante, el mundo había cambiado. Cabría haber esperado que el impresionante colapso del comercio global causado por la crisis financiera, al cortarse en seco el crédito para financiar las importaciones y exportaciones, devastara las grandes economías asiáticas, que se decía que dependían de las exportaciones a occidente. Sin embargo, gracias a un programa de estímulo público sumamente eficaz, basado en una masiva expansión crediticia, China sólo sufrió una ralentización del crecimiento. Fue una hazaña notable, que pocos expertos habían previsto. Pese a la manifiesta dificultad de controlar una economía continental de 1300 millones de personas como si fuera una gigantesca Singapur, en el momento de redactar estas líneas (diciembre de 2010) sigue siendo mayor que nunca la probabilidad que China continúe avanzando en la senda de su revolución industrial, y de que en el plazo de una década llegue a adelantar a Estados Unidos en términos de producto nacional bruto, tal como (en 1963) Japón adelantó al Reino Unido.
Durante la mayor parte de los 500 años anteriores, occidente había disfrutado manifiestamente de una auténtica y sostenida ventaja sobre el resto del mundo. La brecha entre las rentas occidental y China habían empezado a abrirse ya en la década de 1600, y habían seguido ensanchándose hasta una fecha tan reciente como finales de la de 1970, o incluso más tarde. Pero desde ese momento había pasado a estrecharse con asombrosa rapidez. La crisis financiera venía a cristalizar la siguiente cuestión histórica que yo deseaba plantear: ¿Había desaparecido aquella ventaja occidental? Sólo determinando en que había consistido exactamente ésta podía tener la esperanza de obtener una respuesta.”
En el resto de su brillante trabajo, Ferguson explica cómo y por qué la civilización occidental ha entrado en un peligroso periodo de aguda declinación. Ahora son los líderes occidentales los que han empezado a observar con pavor el desarrollo y fortalecimiento de las otras civilizaciones que occidente aplastó sin misericordia por medio milenio. Ver: Niall Ferguson, Civilización. Occidente y el resto. Editorial Debate. Santiago, 2014 pgs. 22 – 23
F. Duque Ph.D.
Cientísta Político
Puerto Montt, enero de 2015