Diciembre 26, 2024

La nueva unión de la derecha “vale callampa”

No es la primera vez que la derecha busca fusionarse en un solo partido político: después del derrumbe de liberales y conservadores, en las elecciones parlamentarias de 1965, la derecha fundó un partido único, el Partido Nacional, que abarca a liberales y conservadores, pero liderados por un sector nacionalista portaliano, que venía de la revista Extranjero, cuyo mentor era Jorge Prat Echaurren. Este nuevo sector se caracterizaba por la admiración al franquismo y un militarismo que, en ese tiempo, era expresado por el ibañismo. El líder indiscutido del Partido Nacional fue Sergio Onofre Jarpa – hoy retirado a sus “cuarteles de invierno” -.

 

La evolución de esta derecha en torno al Partido Nacional fue lenta, pero segura: en las elecciones municipales de 1967 obtuvo el 14,3% de los votos; en las parlamentarias de 1969, el 20%; en las municipales de 1971, el 18,1%. En la época republicana, (1925-1973), los candidatos presidenciales de la derecha se presentaban como independientes y superiores a los partidos – el caso de Gustavo Ross y Jorge Alessandri – con la excepción de las candidaturas de Eduardo Cruz-Coke y de Fernando Alessandri, en 1945, marcando la división entre liberalismo y socialcristianismo -.

 

La segunda vez que se formó un partido único de la derecha, Unión Nacional, fue a raíz del plebiscito de 1988 con el triunfo del NO a la continuación de la dictadura de Pinochet, pero su existencia efímera, pues no tardó en producirse la división entre los seguidores de Onofre Jarpa y los fanáticos de Jaime Guzmán, dando lugar a Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente.

 

En la actualidad, el escándalo de PentaGate-Soquimich-UDI no ha hecho más que sacar a la luz algo que siempre, en la historia de Chile, fue evidente, es decir, que la derecha tiene como soporte las grandes empresas financieras, lo cual equivale a que sus políticos son sólo funcionarios de estos conglomerados económicos.

 

Desde el parlamentarismo, (1891-1925), la lucha ideológica entre Estado docente y libertad de enseñanza fue perdiendo sentido – los temas religiosos dejaron de ser importantes – dando paso a la lucha por el poder económico y, de ahí en adelante, liberales y conservadores no tenían mayores diferencias, salvo que unos iban a misa de 9:00 horas y otros a la de 11:00 horas – en el caso de mi abuelo, Manuel Rivas Vicuña, que era liberal, se le ocurrió la mala idea de asistir a una sesión de la masonería, pero apenas mi abuela, Eduviges González, fuera de retarlo, lo conminó a rezar diariamente el rosario, acompañado de los familiares; también cuentan que el liberal y ateo Diego Barros Arana sabía de memoria el breviario, que lo recitaba cuando estaba escondido en la Recoleta Domínica, huyendo de la dictadura de José Manuel Balmaceda -.

 

Nuevamente, la derecha ahora derrotada y casi en derrumbe, no sólo producto de la estrepitosa caída en las elecciones presidenciales y parlamentarias, sino también por el escándalo del Penta-UDI, quiere intentar la fundación de un partido único que, esta vez, incluya a la UDI, Renovación Nacional con sus fragmentos – Evópoli y, posiblemente, Amplitud -. Al parecer, el único cuerpo ideológico que unificaría fracciones tan disímiles sería la oposición a las reformas impulsadas por la Nueva Mayoría, tratando de regresarnos al Chile administrado por la Concertación y la Alianza, a fin de seguir ganando sobre la base de las trampas y corrupción.

 

Como muchas veces ha ocurrido en la derecha, esta contrarreforma tendría un líder empresarial, supuestamente por encima del posible partido único, que sería Sebastián Piñera Echeñique, el genio de los negociados a través del trono.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

30/01/2015

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