Capítulo VI: “Pitucos con plata”
“Erase una viejecita/ sin nadita que comer/sino carne, frutas, dulces/tortas, huevos, pan y pez/. Bebía caldo chocolate, leche, vino, té y café/y la pobre no encontraba qué ni qué beber/. Y esta vieja no tenía ni un ranchito en qué vivir/fuera de una casa grande con su huerto y su jardín. Nadie, nadie la cuidaba sino Andrés, Juan y Gil/ocho criados y dos pajes/de librea y corbatín…/Y esta pobre viejecita/no tenía qué vestir/sino trajes de mil cortes/y de telas mil y mil/…Se murió de mal de arrugas/ y encorvada como un tres/ y jamás volvió a quejarse/ni de hambre ni de sed”. (La pobre viejecita, Rafael Pombo, fabulista colombiano).
En “el país de Alí Babá y los cuarenta ladrones” se acaba de descubrir que el holding Penta-UDI- Soquimich, además de todas las fechorías conocidas por todos los ciudadanos, también se ha convertido en una “institución de caridad”, una especie de “Ejército de Salvación”, pero con muchos más millones de pesos y más eficiente: junto con financiar a la UDI – desde su creación – ahora se ha descubierto que auxiliaba “a una pobre viejecita”, muy parecida a la fábula de Pombo, en agradecimiento por “los grandes servicios prestados a la patria” de su marido, “el capitán general, un tirano, asesino, traidor ladrón y, para rematar, genio de las finanzas.
Según la periodista Alejandra Matus, autora del libro Doña Lucia. Biografía no autorizada, nuestra viuda y pobre viejecita, aunque cuenta con una jubilación de $4.000.000 y 27 propiedades a su haber, además de su colección de sombres, amulando a Imelda Marcos – mujer del dictador de Filipinas, que lo hacía con su colección de zapatos – está muy sola y triste, pues todos los frescos que se aprovecharon para enriquecerse, con el beneplácito y apoyo directo de su marido, lo abandonaron cuando se enteraron de que, además de genocida, era ladrón.
Al parecer, todavía hay algunos fieles servidores – post mortem – entre ellos Carlos Eugenio y Carlos Alberto, además de su leal mozo, Hugo Bravo – sólo a los “roteques” los menciono con nombre y apellido para confundirlos con los “caballeros” que, generalmente, tienen dos nombres -. En las grabaciones del “traidor” Hugo Bravo aparece mencionada doña Lucía, que recibía hasta antes de destaparse el escándalo una suma de dinero en efectivo, contante y sonante – igual que Pablito Longueira -.
La religión de estas “caritativos personajes – me refiero a los dos Carlos, fundamentalmente – tiene sólo dos mandamientos: “amar el dinero sobre todas las cosas” y “robar a los ciudadanos contribuyentes cada vez que se quiera y pueda” y, como los calvinistas, creen que es un signo se salvación eterna ser muy hábil en el robo financiero.
La pobre viejecita, doña Lucía, era la portadora de los pantalones en la pareja Pinochet-Hiriart. Según Alejandra Matus, “era una verdadera dictadura dual”, pues doña Lucía trabajaba, codo a codo, con Manuel Contreras y también dominaba a su amaño a las mujeres de los jefes facciosos de las demás ramas de las fuerzas armadas.
No podemos sino “valorar” el generoso gesto de los dos Carlos de Penta-UDI, que cumple con el precepto bíblico de auxiliar a la viuda, sobre todo cuando se encuentra en la miseria, sola, vieja y con su familia dividida.
Rafael Luis Gumucio Rivas
24/01/2015