El PentaGate cada día se parece más a una tele-drama: si no hubiera sido porque el FUT ha adquirido renombre gracias a la “reformita” tributaria, jamás hubiéramos conocido sobre esta telenovela, con tintes de tragedia. A raíz del fraude al FUT comenzó a aparecer la red del ex martillero público, Jorge Valdivia, que operaba en una red de contactos con funcionarios del Servicio de Impuestos Internos, cuyo líder, Iván Álvarez, junto a otros cómplices, servían al holding Penta para descontar, supuestamente en forma maliciosa, tributos que dichas empresas deberían pagar al fisco.
El primer personaje en caer fue Hugo Bravo – al parecer, por líos tributarios de empresas de su propiedad – que al verse desprotegido por sus patrones del Grupo Penta, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, amenazó con denunciarlos de todas sus fechorías ante la justicia, que cumplió tan eficiente e inteligentemente que la opinión pública pudo conocer una parte de la conversación que sostuvieron Hugo Bravo y Carlos Alberto Lavín e hijo – ¡cómo no sospecharon que este diálogo podría ser gravado!
Jorge Valdivia eran un poco los suches, en extremo peligrosos de esta oscura trama, salpicada de arribismo, mentiras y codicia. La verdad es que cada uno de los actores merece un capítulo especial: Laurence Golborne, cuando se desempeñaba como ministro de Minería del gobierno del millonario Sebastián Piñera, apenas lo conocía su familia y sus más cercanos; de repente, la suerte lo colocó en el primer lugar de la actualidad, gracias al rescate de los 33 mineros. La derecha había encontrado la gallina de los huevos de oro para ganarse a la clase media, con el mito del hijo del ferretero de Maipú, que llegaba a millonario – el slogan podría haber sido, a mi modo de ver, “ser oportunista es posible”- pero hay que reconocer que su biografía era una buena carnada para conquistar a la clase media y cuanto arribista pulula en nuestra sociedad –incluido el famoso maestro Faúndez, personaje inventado por la Concertación -.
Laurence Golborne, al poco andar, se transformó en líder más querido de la UDI: lo nominaron como candidato presidencial para las primarias de la derecha, candidatura que duró hasta el descubrimiento del escándalo de CencoSud y, casi simultáneo, las platas que tenía en empresas en la Islas Vírgenes y, como estos niños del Sagrado Corazón y de los Legionarios de Cristo, muy rápidamente abandonaron a su suerte a este arribista, “roto” metido a gente, a quien tanto querían, sin embargo, les bajó la piedad, y le concedieron la candidatura a senador por la Zona Oriente, seguros de que iba a ganar, también a su hija Ignacia una candidatura a diputada, malográndose ambos personajes.
Como este “emprendedor”, procedente de Maipú, un verdadero mito de las capas medias, es amante del dinero, tal como las moscas a la miel, inoportunamente se le ocurrió pedir $150.000.000 (Bravo lo acusa de $400.000.000), al holding Penta, suma concedida ipso facto, pues este meritócrata era uno de los puntales de la UDI, pues a ambos los une el “precepto” bíblico de “Amar el dinero por sobre todas las cosas” y cagar al prójimo cada vez que se pueda.
Como esta telenovela va para largo, en el capítulo de los arribistas me faltan varios personajes, que pululan en el PentaUDI, las próximas columnas las dedicaremos a este tema de candente actualidad.
Rafael Luis Gumucio Rivas
11/01/2015