Comenzamos el 2015 y nada ha cambiado en el mercado desregulado de las universidades. Durante este año, por fin, esperemos, la reforma en ciernes toque los vicios y estafas de la educación superior en Chile. Hasta el día de hoy, la fiscalía investiga por el delito de lucro a las siguientes universidades: Andrés Bello, Las Américas, Viña del Mar, la U. del Desarrollo, Santo Tomás, San Sebastián, Autónoma, Central, la Del Mar, UNIAC, SEK y Pedro de Valdivia, y la justicia se ve impedida de condenarlas, pues no existe una tipificación del delito del lucro, por consiguiente, no hay penas, lo cual incita a seguir engañando a los incautos.
El mercado universitario funciona igual que el financiero: se crea para lucrar a costa de sus alumnos y sus familias, considerados como consumidores. Un fondo de inversión, por ejemplo, como el norteamericano Laureate, es dueño de la Universidad de Las Américas, que cuenta 34.455 alumnos, y la Andrés Bello, con 45.233 estudiantes, que suman 80.000 alumnos – el doble de los de la Universidad de Chile, que tiene apenas 37.173 estudiantes – y por su directorio han pasado connotados personajes, tanto de la Concertación, como de la Alianza – Herman Chadwick Piñera, primo del ex Presidente; Genaro Arriagada, ex ministro del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle; Jorge Selume, ex ministro de Pinochet; Alfredo Mayol, pinochetista; Pilar Armanet y Pilar Romaguera, ex ministra y ex subsecretaria del gobierno de Bachelet -. Este Fondo considera como su cartera de inversión a los estudiantes, es decir, se trata de ganar dinero con las universidades.
La Universidad del Desarrollo pertenece a otra mafia empresarial; en su junta directiva figuran las siguientes personas: Hernán Büchi, ex ministro de Hacienda de Pinochet y ex candidato presidencial de la derecha; Joaquín Lavín, que renunció a su cargo en ese directorio al ser nombrado ministro de Educación durante el gobierno de Sebastián Piñera, pero que se reintegró al dejar el ministerio; Cristián Larroulet, que tenía un fideicomiso ciego, pero que acaba de “recuperar la vista” una vez finalizado su cargo como ministro de Piñera; Federico Valdés, ex presidente del Club Azul Azul; los integrantes del Grupo Penta, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, hoy imputados por el caso PentaGate – en la actualidad, la U. del Desarrollo tiene 16.980 alumnos, según estadísticas de 2013 -.
La Universidad Santo Tomás, que hoy pertenece a Juan Hurdado Vicuña – uno de más poderosos millonarios de Chile, como accionista principal de Entel y Consorcio – es cuñado de Carlos Larraín Peña, ex presidente de Renovación Nacional y ex senador designado. Esta Universidad contaba, según datos de 2013, con 29.526 alumnos.
La Universidad Autónoma pertenece a la familia Rivera – padre, Teodoro, ex ministro de Justicia de Piñera, e hijo, Jaime -. En la Universidad Mayor están los más connotados ex miembros del gobierno de Augusto Pinochet: Ricardo García, ex ministro del Interior; Jorge Prado, ex ministro de Agricultura; René Salamé, ex ministro de Educación; Mario Arnello y Sergio Melnick.
Universidades, como la Aconcagua, relacionadas con la industria de pollos y cerdos – los primeros en manifiesta colusión y, los segundos, violadores de las leyes sobre el medio ambiente, sobre todo por la contaminación de la ciudad de Freirina – fue adquirida por Gonzalo Vial Concha- hijo de Gonzalo Vial Vial dueño de Agrosuper, Superpollo y La Crianza -.
Del total de los alumnos universitarios, un 53, 82% está en las universidades privadas, un 25,93% en las estatales y un 20,2% en las pertenecientes al Cruch. En 33 años después de implementada la privatización, las universidades públicas sólo representa el 15%.
(Los datos que aparecen en este artículo los he tomado de la investigación de María Olivia Monckeberg, Reforma Educacional y educación pública, publicada en el libro Reforma y Educación Pública: Reflexión y debate desde la Universidad de Chile, 19 de agosto de 2014).
Que el alumno se salve de ser parte de la cartera de inversión de algunos de los grandes Grupos económicos, y si además tiene bajo puntaje en la prueba del PSU, corre en riesgo de verse obligado a formar parte de las universidades no reconocidas por el Consejo Superior de Educación, lo cual se agrava al no poder acceder a ningún crédito fiscal, y lo más grave, luego de pagar grandes sumas y pérdida de años de escolaridad, esos títulos no sirvan para convertirse, ni siquiera, en esclavos del trabajo. Entre estas universidades destaca U. Bernardo O´Higgins, propiedad de los milicos, la muy antigua, Gabriela Mistral o la potentada Universidad de Las Américas, y otras menores.
Es muy difícil conceder el insigne nombre de universidades a estos verdaderos negociados de la casta financiera, dueños de este país, pues en algunos casos, son como colegios, como la U. Finis Terrae, de los Legionarios de Cristo y otras del Opus Dei donde, entre otras prohibiciones, se impide leer a F. Nietzsche – como las revistas de las “conejitas”, podría desviar las almas destinadas a Dios -. Dentro de este triste panorama sólo se salvan las universidades Diego Portales y Alberto Hurtado, que son verdaderos centros de docencia, extensión e investigación – la U. Alberto Hurtado cuanta con la mejor Biblioteca del país, incunables imposibles de encontrar en el Archivo de Indias, de Sevilla, o en la Biblioteca Nacional, entre ellas las obras de los Jesuitas, expulsados por Carlos III de España.
En resumen, el sistema de universidades privadas, en su mayoría, se rige por las leyes del mercado desregulado y, en muchos casos, es un verdadero circo donde predominan las universidades docentes, que son pura y simple repetición del saber creado por otros. A mi modo de ver, sin investigación, libertad de pensamiento y extensión, es imposible concebir una universidad. No se trata de mejorar el sistema, sino de refundarlo desde sus cimientos y, para lograrlo, la “retroexcavadora” es imprescindible.
Rafael Luis Gumucio Rivas
02/01/2015