Noviembre 24, 2024

David Harvey: “Estamos en un punto de inflexión de la historia de la acumulación capitalista”

David Harvey es uno de los geógrafos más citados e influyentes en la actualidad. Conocido por sus profusos trabajos en esa área, sus investigaciones también se han extendido a otros sectores del conocimiento, tales como el urbanismo, la crítica cultural y el pensamiento económico. Reconocido marxista, es por cierto un radical crítico al neoliberalismo y a las bases en las cuales se apoya el sistema capitalista. Nacido en Inglaterra, gran parte de su carrera la ha realizado en Estados Unidos, donde actualmente vive.

 

 

 

Entre sus decenas de libros y artículos, de los más recientes y citados podemos mencionar, traducidos al español, El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión, Breve historia del neoliberalismo, El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Pero es Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, su último libro, publicado en 2014 en formato electrónico y descargable bajo licencia libre, el texto que posiblemente lo haga mundialmente conocido para el gran público. Harvey analiza los efectos de la acumulación capitalista, de cómo afecta y golpea en la vida cotidiana de las personas el modelo neoliberal. En el libro desarma desde sus bases todos los mitos del capitalismo.

 

Harvey estuvo en Chile la semana pasada junto al artista visual chileno Alfredo Jaar, ambos residentes desde hace muchos años en Nueva York. La conversación con el geógrafo marxista tuvo lugar en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, donde dio una conferencia y charla junto a Jaar.

 

Su último libro está centrado en el análisis de diecisiete contracciones del capitalismo. Es en apariencia un libro más directo y político que los anteriores. ¿Cuál es su objetivo?

 

Los libros anteriores son también muy políticos. Creo que mi intención ha sido hablar acerca de las contradicciones presentes en la vida cotidiana de las personas, hablar de las contradicciones que genera el proceso de acumulación capitalista. Analizo las consecuencias de vivir en una sociedad en la cual el objetivo supremo es la acumulación de capital. Al mirar las contradicciones en este proceso, al mirar, por ejemplo, cómo el uso del dinero afecta la vida diaria de las personas y cómo su uso genera inequidad social. La idea es tomar conciencia respecto cómo la vida cotidiana está conectada a la acumulación del capital, cómo esta sociedad está constantemente transformada por la acumulación del capital.

 

Los estudios clásicos estaban orientados por los modos de producción, pero hoy en día vivimos en un mundo cada vez menos dominado por la industria, lo que a su vez ha cambiado las condiciones tradicionales de la clase obrera. Es por ello que orienté mis estudios a poner atención en cómo las contradicciones del capital afectan la vida cotidiana de las personas.Volví a Marx, como usualmente lo hago, y ví cuántas contradicciones se podían detectar. De este modo llegué a una configuración de diecisiete.

Se trata de un estudio muy dinámico. Esos efectos del capital sobre la vida cotidiana de las personas están generando actualmente un fuerte malestar social global…

 

Los temas que me preocupan no son sólo míos. Durante los últimos años hemos visto cómo han emergido miles de movimientos sociales que protestan. Movimientos que emergen, bajan, caen, desaparecen, pero surgen nuevamente en otras formas. Mi interés es entender esos movimientos. Por ejemplo, en las protestas de Brasil y Turquía se pueden observar que no son de clase obrera en el sentido clásico. Son grupos cuyas demandas están orientadas a temas específicos pero se refieren en el fondo a más participación en las decisiones políticas. Incluso en las protestas iniciales en Ucrania y Siria, antes de ser corrompidas por configuraciones geopolíticas, existían esos objetivos. La idea predominante es de un descontento general con las condiciones de la vida cotidiana.

 

Una de las primeras contradicciones desarrolladas está relacionada con la teoría del valor de Marx.

 

Los creadores de valor no tienen posibilidad de apropiarse de ese valor porque la producción la realizan personas con trabajos precarios, sin sindicatos ni organizaciones. Hay una contradicción en cómo el valor es producido y cómo es realizado, que es una de las principales contradicciones. El valor producido por los trabajadores chinos es apropiado en Estados Unidos. Por ejemplo, las ganancias operaciones de Apple Computer en EE.UU. son de un 26 por ciento en tanto el productor en China tiene una ganancia del tres por ciento. En otras palabras, el valor producido por el fabricante en China es apropiado por Apple Computer en Estados Unidos. La idea del libro es entender problemas de este tipo, contradicciones de esta naturaleza.

 

Como valor de uso y valor de cambio…

 

Sí, la primera contradicción de la que me ocupo tiene que ver con el valor de uso y valor de cambio en Marx, cuyo ejemplo más claro es la vivienda. En la vivienda el capitalismo ha llegado a la conclusión que la mejor forma de crear valor de uso de viviendas es a través de su valor de cambio. Pero este sistema ha fracasado para la mayor parte de la población, que por el valor de cambio ha perdido su vivienda como valor de uso. Con este y tantos otros ejemplos podemos ver que estamos en un punto de inflexión de la historia de la acumulación capitalista.

 

 

Usted ha escrito y analizado las diferentes crisis del capitalismo y, tal como Marx, usted concluye que éstas son parte del proceso del capital. Sin embargo, usted también alerta respecto a la crisis actual en cuanto un proceso diferente. ¿Qué diferencias tiene la actual crisis que se arrastra desde el 2008 con las anteriores?

 

La acumulación de capital y su constante expansión, hoy global y tal como señala el Manifiesto Comunista, encontrará sus límites cuando conquiste el mercado mundial. Hoy hemos llegado a ese punto. El proceso de acumulación ha penetrado a Rusia, los expaíses soviéticos, al interior de China…Por otro lado, creo que estamos en un rumbo de colisión entre las fuerzas que impulsan esa expansión y las consecuencias sociales y ambientales de ello, que aparecen cada día con mayor evidencia no sólo para los especialistas sino para todo el mundo. Algo debe suceder. Porque la gran pregunta es adónde va el capital ahora. Puede ir a cualquier parte y seguir agudizando esas contradicciones, ¿o necesitamos un cambio hacia un mundo en el cual la acumulación de capital no sea más el principal objetivo de la sociedad?

 

Una de las contradicciones se refiere a la acumulación por desposesión, un proceso que ha creado un grupo de multimillonarios en tanto el resto de la población se empobrece. ¿Esta transferencia de la riqueza llevará a una colisión social?

 

La colisión social está ocurriendo. Es lo que estamos viviendo. En la crisis que ha golpeado a Estados Unidos desde 2008 el 1 por ciento más rico ha ganado de manera enorme tanto en poder como en riqueza mientras el resto del mundo padece miserias. Lo que tenemos es una situación en la cual el capital lo está haciendo muy bien, en especial los grandes capitalistas, mientras la mayoría de la población lo pasa muy mal. Este es un hecho y una situación muy inestable en la medida que vemos más y más descontento y explosiones sociales, como en Brasil este año, en Turquía, las que sorprendieron al mundo, ahora en Hong Kong, Taiwán y otros lugares. Todas parecen diferentes, pero sin duda hay una relación entre todas ellas: es una profunda alienación y descontento con las condiciones de vida que sufre la gran mayoría de la población frente a un mundo en que el crecimiento económico sigue en marcha, en que las ganancias empresariales son muy altas y donde los ricos son cada vez más ricos.

 

¿Cuál es su visión sobre latinoamérica? Chomsky en un artículo reciente se muestra esperanzado respecto al curso que sigue Latinomérica.

 

Actualmente puede verse en Latinoamérica la frustración que generó el llamado neoliberalismo. Hoy puede verse un pensamiento antineoliberal. En algunos países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, han habido movimientos y gobiernos que en algún grado se denominan anticapitalistas. Pero permanece la pregunta sobre el rumbo de Latinoamérica. Porque hay claridad de que la retórica actual de estos movimientos no conduce necesariamente a algo diferente de lo que hay. En Ecuador y Bolivia el capitalismo está muy vivo aún cuando ha habido una redistribución de la riqueza. Es un desarrollismo estatal con importantes contradicciones, como, por ejemplo, la exportación de petróleo para el comercio exterior. Hay una tensión real al contribuir al capitalismo global por un lado y hacer algo completamente diferente como lo es, por ejemplo, el concepto del “Buen Vivir”. Estos conceptos son difíciles de traducir en acciones concretas sin entrar en grandes contradicciones. Sin embargo encuentro muy importante que hoy podamos tener conversaciones, debates en Latinoamérica que no eran posibles en las décadas pasadas. Podemos hablar de revolución ciudadana en Ecuador, sobre los derechos indígenas y la relación con la naturaleza en Bolivia, temas que no se pueden hablar ni en Estados Unidos ni Europa. El debate aquí es hoy día más abierto. Hoy la discusión política tendrá que tomar estas ideas y traducirlas en acciones. Eso es muy interesante.

 

Al final del libro usted expone varias ideas para la lucha política y hacia la transición a una economía y sociedad no capitalistas. ¿Cómo se pueden traducir en acciones concretas. ¿A través de procesos eleccionarios, a través de organizaciones de masas o grupos revolucionarios anticapitalistas?

 

La revolución es un proceso, no un evento. Creo que si hubiéramos tenido esta conversación en 1970 estaríamos hablando de una forma muy diferente. ¿Cómo ha cambiado el curso de las cosas desde entonces? Ahora es una mezcla de fuerzas, en elecciones, ideas en conflicto, la organización de grupos anticapitalistas. En otras palabras, es un proceso completo que está cambiando el mundo de los fundamentos neoliberales. Creo que las sociedades cambian y a veces cambian de manera dramática. Eso depende de la conjunción de las fuerzas políticas. Si el conjunto de estas fuerzas políticas fluye de manera más o menos simultánea en muchas partes del mundo, como ha comenzado a pasar en Latinoamérica, se podría iniciar un proceso de cambios globales profundos, pero no tardará menos de una generación. En cualquier caso, los procesos electorales pueden como no pueden tener importancia. Depende de muchos factores. Es un proceso y creo que tenemos que reconocer que será largo. Es por ello que tenemos que organizarnos para una larga batalla. No se trata de ir a la calle, manifestarse y al día siguiente esperar los resultados. No, las cosas no van por ese lado. Hoy hay numerosas protestas en todo el mundo. Puedes estar dos semanas en la calle y después todo tranquilo. Pero eso nos llevará a cambios de largo plazo. El movimiento Occupy en los Estados Unidos puso el tema de la inequidad social en la agenda política, lo que significa que algo se hizo. Antes de Occupy nadie sabía lo que era el 1%. Hoy el 1% más rico es parte del lenguaje cotidiano.

 

Sí, el movimiento parece hoy deprimido y disperso.

 

Pero eso es algo característico de los movimientos. Suben y bajan. Ningún movimiento puede mantenerse por años.

 

Como en Chile con los estudiantes…

 

Ocurre con todos los movimientos en todo el mundo. Pero si uno mira desde finales de la década de los 90 hasta ahora, los últimos 15 años, veremos que surgen numerosos grupos, los que emergen cual erupciones volcánicas en todas partes. Si uno tiene una mirada amplia, puede ver que es una expresión de un descontento global contra la forma como el mundo está organizado.

 

Usted ha hablado que los cambios radicales podrían tomar una generación. Al respecto, Immanuel Wallerstein prevé en muchos textos que este proceso podría tomar unos veinte y muy movidos años. ¿Podemos decir que estamos en el centro de esos cambios?

 

En efecto, estamos viviendo esos cambios. Es importante reconocer que vivimos al interior de esos cambios. Antes de la crisis nadie hablaba de neoliberalismo, hoy todo el mundo habla de ello. Vivimos en ello desde los 80 y 90 en adelante pero no sabíamos cómo llamarlo, no sabíamos exactamente de qué se trataba. Mi esperanza, y es lo que me lleva a escribir libros como las Diecisiete contradicciones, es que las personas puedan comprender la sociedad en la cual vivimos y hacia dónde nos conduce.

 

¿Qué visión o percepción tiene de Chile? Esta es su tercera visita.

 

Es difícil para mi tener una opinión concreta desde la distancia y con mis breves viajes. Mi impresión es que la inequidad social no ha disminuido aquí desde la época de Pinochet, que hay otros temas más profundos como la organización capitalista en Chile en cuanto el capital hace lo que quiere y cómo influye en los gobiernos. Me pregunto en qué forma es posible para los movimientos populares socializar lo que el capital está haciendo en áreas como la minería o la agricultura. Cómo colectivizar las actividades económicas en movimientos populares más que en la gestión del Estado.

 

Una versión resumida de esta entrevista ha sido publicada en Revista Punto Final

 

PAUL WALDER

 

 

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