Diciembre 26, 2024

Colombia: Intelectuales opinan sobre el proceso de paz

Como ya lo confirmó la misma guerrilla, el domingo 16 de noviembre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) interceptaron al general Rubén Alzate, junto a un soldado profesional y a una abogada, cuando desembarcaron en un caserío a la orilla del río Atrato, en el departamento de Chocó.

El país conoció la noticia la noche del hecho y, al día siguiente, el presidente Santos anunció que los diálogos de paz quedaban inmediatamente suspendidos, con el fin de presionar al grupo guerrillero para liberar a los secuestrados.

Tras los últimos acontecimientos, el proceso de paz se encuentra viviendo el momento más álgido desde su inicio, en septiembre de 2012. Mientras tanto, la clase política del país se debate y cuestiona si los diálogos de La Habana han transcurrido de manera consecuente, si las condiciones han correspondido con un proceso de paz justo y si las acciones de las FARC son una muestra de la lejanía del fin del conflicto.

Por su parte, Arcadia se encargó de consultar a varios personajes del sector académico e intelectual colombiano, quienes manifestaron opiniones encontradas con respecto al camino que se ha recorrido durante los diálogos en Cuba, pero convergen al opinar que este escollo se resolverá y probablemente el proceso de paz siga adelante.

Para Moisés Wasserman, anterior rector de la Universidad Nacional, es necesario que el pueblo colombiano sea consciente del equilibrio a la hora de juzgar los acontecimientos y, así, poder sortear sucesos graves, como el ocurrido con el secuestro del General. Para este reconocido bioquímico, las opiniones de los colombianos recaen, generalmente, en dos errores extremos: mucha gente que se opone al proceso de paz es radical y cuestiona todo lo propuesto, mientras quienes están a favor pueden “estar dispuestos a conceder cualquier cosa”.

De la mano de concebir las ideas desde una posición equilibrada, también está la creación de espacios de diálogo y discusión, ajenos y paralelos a las conversaciones en La Habana. Para Laura Quintana, directora de posgrados del Departamento de Filosofía de la Universidad de los Andes, a raíz del proceso de paz “han emergido debates muy productivos”, pero el secuestro del general Alzate demuestra que “es tiempo de hablar sobre lo que implica negociar en medio de la guerra y ello puede implicar reflexionar acerca de la conveniencia de un cese bilateral del fuego”.

Las implicaciones negativas de llevar a cabo un proceso de paz sin pausar el conflicto pueden afectar al país en distintos ámbitos, pero, sin duda, las víctimas son el factor que más preocupa a los intelectuales consultados. La intelectual Florence Thomas hace un especial hincapié en el rol de las mujeres durante el proceso, argumentando que el género femenino “ha sido la principal víctima de estos 50 años de conflicto”. “Sé que la guerra es un asunto de hombres, pero sus estragos los pagan principalmente las mujeres”, afirma.

Para Miguel Iriarte, escritor y director de la revista cultural Víacuarenta, las víctimas de la guerra durante estos dos años de diálogos de paz son prueba de “los riesgos de la decisión política y concertada de negociar en medio del conflicto”, aunque aclara que la opinión pública debe conocer por qué el general Alzate “andaba en esos lugares de manera tan desprotegida y que permite, desde las más perversas sospechas, imaginarse muchas cosas”.

Para el escritor y crítico literario Julio César Londoño, es un error la decisión del Gobierno de suspender los diálogos tras el secuestro de Alzate. “No debieron levantarse de la mesa, pues, al fin y al cabo, se está negociando en medio del conflicto, justamente, para evitar que sucesos como este irrumpan el proceso”, dice, y va más allá, mirando el otro lado de la moneda: “Las FARC no suspendieron los diálogos cuando mataron a Alfonso Cano, un evento importante”.

Adicional al álgido momento actual, si los diálogos han de reanudarse, la agenda todavía aguarda puntos de discusión importantes. Como asegura Wasserman, “se necesitará mucha voluntad, pues los puntos que faltan son los más difíciles, como el de justicia, que es supremamente complicado”, aunque advierte que, al final todo depende de que “haya suficiente interés de ambos lados para superar este escollo”.

Si en algo concuerdan todos los intelectuales consultados es en que una de las mayores necesidades durante todo el proceso es el debate ciudadano, pues resulta necesario que los colombianos discutan entre sí sobre los pros y los contras de las condiciones de la negociación, para llegar a una mayor interiorización del actual momento político.

 

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