Francia sabe de qué va la cosa. No es un Estado y no es islámico. Es una banda de asesinos, armada hasta los dientes y dotada de las más sofisticadas capacidades de comunicación; dispuestos a exhibir la máxima crueldad y a utilizarla para aterrorizar a sus enemigos y seguir reclutando a su ejército terrorista. Darle el nombre de Estado Islámico de Irak y de Siria es legitimarla y acreditar la veracidad de lo que dice el enunciado, el mítico califato de los primeros tiempos de expansión del islam.
La última superproducción difundida por la banda acredita la aspiración proselitista de estos asesinos cortadores de cabezas. Una hilera de jóvenes barbudos, casi todos de origen europeo, avanzan en fila india y en uniforme de combate, cada uno llevando por el cuello a un prisionero del ejército sirio. La estética y los movimientos parecen inspirados en los juegos de la violencia ninja, que tanto éxito ha cosechado entre los jóvenes ususarios de consolas digitales. También hay planos cortos que nos acercan los rostros de unos y otros y el gesto repetido con que cada uno de los verdugos recoge de una caja el puñal con el que degollarán a sus víctimas. Son en total una veintena, que se colocan en fila y en pie, con los reos arrodillados, antes de que uno de ellos, enmascarado y distinguido por su vestido negro, probablemente el yihadista británico que decapitó a los anteriores rehenes occidentales, se dirija amenazante a la cámara.
Son occidentales que matan a occidentales, franceses muchos de ellos, al servicio de una causa que agota todo su sentido en el propio sinsentido de los asesinatos en serie. Por eso no merecen, según el gobierno francés, la denominación propagandista de Estado Islámico, sino la de Daesh, acrónimo árabe de la misma expresión (al Dawla al Islamiya al Iraq ua al Shams), que en la lengua del Corán tiene connotaciones negativas por su proximidad a palabras que significan opresión y división.
Esta última superproducción, junto al asesinato del rehén estadounidense Peter Kassig, llega después de varias noticias negativas para el grupo terrorista. Su máximo dirigente, el autoproclamado califa Al Bagdadi, estuvo a punto de perecer y puede incluso que esté herido como consecuencia de un ataque aéreo. La ciudad siria de Kobane, fronteriza con Turquía, ha resistido al cerco del ISIS y evitado así la victoria propagandística de su conquista por los yihadistas. A falta de éxitos militares, el vídeo es la respuesta a estas dificultades y por tanto una demostración de debilidad, como ya han señalado algunos expertos.
No hay terrorismo sin propaganda. Pero las decapitaciones de Daesh son a la vez banderín de enganche; terrorismo y oferta de trabajo a los asesinos de todo el mundo, que tienen la oportunidad de desplegar sus instintos sanguinarios bajo la bandera de este califato primitivo y criminal.