Las fallas del Metro mostraron a muchas personas indignadas con el gobierno porque dicho medio de transporte interrumpió varias líneas impidiendo el viaje a sus actividades laborales usuales, un enojo justificado y legítimo. En la actualidad, el Metro de Santiago traslada 2.500.000 personas diarias. Duplicó su capacidad, producto de la falencia del transporte de superficie que viene siendo cuestionado por la gente desde hace bastante tiempo por inadecuado, lento e incómodo, nacido con una matriz diseñada para ganar dinero. Calcularon que si los buses mantenían cierta velocidad, un ritmo determinado de circulación (lo que implica modificaciones urbanas de cargo del Estado), y comprimiendo los pasajeros en las horas punta, sólo se necesitarían 6.500 buses para rentabilizar un negocio que eliminaría 10.000 o 11.000 micros amarillas que estaban en manos de miles de pequeños empresarios.
Nunca estuvo en la mente de los diseñadores privilegiar el traslado de personas en espacios cómodos, menos en las horas punta. Es como las casas de 36 m2 que se construían para los pobres. Hoy está demostrado que 6.500 buses son insuficientes, ineficientes, lentos, muy pesados para nuestras calles y con alto costo operativo. Consumen 1 litro de petróleo por cada kilómetro recorrido y llenan de hoyos las calles, un modelo de buses que son exportados a países pobres. Fue una compra muy cara y rara, porque no les importó el alto precio del petróleo, ni que los buses no pudieran doblar en ciertas calles ni transitar por ciertos pasos bajo nivel por su altura, pero ahí están, cada vez más desarmados, dando vueltas, algunas de las cuales las dan vacíos para cobrar como servicio realizado.
En realidad, los reclamos del público son justificados y se multiplican en todos los servicios, como en el servicio de salud. Valiosos grupos de trabajo fueron desarticulados en el Gobierno de S. Piñera, igual que en el Metro. Ingenieros, expertos, especialista, médicos muy comprometidos con el servicio público que trabajaban en novedosos sistemas computacionales inteligentes para la atención en salud, fueron despedidos. Quedó en el olvido la conexión electrónica entre los diversos sistemas operativos de atención médica, la ficha médica única electrónica, las bases de datos integradas, los sistemas de consulta automática para solicitar horas médicas, la integración electrónica de los exámenes clínicos de los CRS y los consultorios, etc., todos esos planes fueron desechados optándose por gastar el presupuesto en salud, pagando los servicios a las clínicas privadas donde están los empresarios expertos en lucrar con la salud.
Las personas quizá no perciben que una gran mayoría de los reclamos que se hacen a los diversos servicios afectan a millones de personas en Chile y a miles de millones en todo el mundo, porque tiene que ver con un proceso que avanza hacia la precarización. Estamos perdiendo la batalla por tener una vida digna, con soluciones estables y seguras reemplazándolas por soluciones de parches y deficientes que provienen de una raíz o matriz común originada en la ideología que alienta a dejar fuera a más personas a medida que aumenta la población mundial. Los que carecen de recursos quedan a merced del mercado. Paul Krugman, dice, “Los políticos estadounidenses no se atreven a decir abiertamente que solo los ricos deberían tener derechos políticos (al menos, no todavía). “A la derecha, por muy bien que le vaya en las urnas, siempre le ha incomodado la democracia”.
El informe del PNUD hace hincapié en otro aspecto del desempeño social: la vulnerabilidad. Señala que, si bien muchos países lograron sacar a las personas de la pobreza, la vida de muchas de esas personas continúa siendo precaria. Una pequeña vicisitud, por ejemplo, una enfermedad en la familia, puede empujarlas nuevamente a la indigencia. La movilidad descendente es una amenaza real, mientras que la movilidad ascendente es limitada.
El problema de fondo es poder distinguir la ideología que está detrás de este modelo económico neo liberal que excluye por competencia. Se sumerge en el inconsciente de la gente para aflorar realzando lo peor del individualismo, que exige actuar con desprecio visceral hacia los demás. La violencia es un subproducto de lo mismo, instalada en todas partes ya no causa extrañeza ver alumnos que agreden a un profesor o una profesora, o verlos a ellos mismos golpearse hasta sangrar, da lo mismo. Los que incendian buses como protesta no entienden que el problema es al revés, faltan buses. Se ven tipos muy bien vestidos bajarse de un elegante automóvil para darle una feroz patada en el pecho al conductor de atrás porque no le gustó que le tocaran la bocina. Robos y asaltos al por mayor, balaceras en los barrios periféricos donde muere gente inocente, y lo que es peor, niños de muy corta edad, pagando con su vida, la existencia del narcotráfico en Chile, nada más brutal que eso.
La duda es si la gente entiende que está atrapada en un modelo de economía neo liberal que emplea una ideología perversa entronizada en la cultura y carente de valores éticos. Que acentúa las debilidades humanas, en que todo vale para tener éxito, partiendo por derrotar al que se ponga por delante. Enseña que la especulación es un acto moral superior al esfuerzo de trabajar para ganarse el pan con el sudor de la frente, y que debemos cambiar la norma horaria para adecuarla al negocio de vender licor de sol a sol, en nombre de la libertad, esa que permite al hombre ahogar en alcohol los problemas que vive. El punto es como consensuar, ¿Qué país queremos construir? Un mundo de esfuerzo, con instituciones sanas y transparentes donde se pueda establecer bases de desarrollo sustentable y que nos integre a todos con justicia y deje recursos naturales para nuestra descendencia. O, el otro mundo, el que nos ha puesto en la precariedad por la avaricia de los muy ricos, para dejar las sobras para el resto.
No podemos elegir. La mediana de la riqueza cayó más del 40% desde el año 2007 al 2013, pero no a los de más arriba, el 1% más rico se queda con el 44 % de la riqueza mundial. Para la elite, los pobres no deben votar. Paul Krugman es un economista autodefinido como liberal y hablando de los Plutócratas contra la democracia, llega a decir, ¿Y qué puede hacer entonces un plutócrata? Una de las respuestas es la propaganda: decirles a los votantes, con frecuencia y bien alto, que el hecho de gravar a los ricos y ayudar a los pobres provocará un desastre económico, mientras que rebajarles los impuestos a los “creadores de empleo” nos traerá la prosperidad a todos. Otra acción de los plutócratas, “consiste en asegurarse que los programas gubernamentales fracasen, o nunca lleguen a existir, para que los votantes nunca descubran que las cosas pueden hacerse de otra manera”. ¿Le resulta familiar estás palabras con lo que acontece en Chile?, la reforma a la educación, la “terrible” reforma tributaría “que está llevando al país al desastre”, o la ferocidad que se nos viene encima con la reforma laboral.
Joseph E. Stiglitz, otro connotado economista, premio Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Columbia cita lo siguiente, “dos nuevos estudios muestran, una vez más, la magnitud del problema de la desigualdad que azota a Estados Unidos. El primero, el informe anual sobre ingresos y pobreza, emitido por la Oficina del Censo de Estados Unidos, muestra que, a pesar de la supuesta recuperación de la economía desde la Gran Recesión, los ingresos de los estadounidenses comunes continúan estancados”. “Antes se pensaba que la mayor fortaleza de Estados Unidos no era su poder militar, sino un sistema económico que era la envidia del mundo. Sin embargo, ¿por qué otros buscarían emular un modelo económico mediante el cual una gran parte —incluso una mayoría— de la población ha visto que sus ingresos se estancan mientras que los ingresos de los ubicados en la parte superior de la distribución de ingresos se disparan al alza? Un segundo estudio, el Informe sobre Desarrollo Humano 2014 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, corrobora estos hallazgos”.
La ambición humana no tiene límites y cada vez más, los recursos que dispone el planeta son acumulados por el 5 % más rico de la población y cuando el producto interno bruto crece, nos dicen que el país está progresando, una falacia que se cae de solo ver cómo viajan ellos y como lo hace la población sofocada en buses o trenos repletos.
Hasta donde entendemos el gobierno, renunció, (no sabemos si voluntariamente o fue hábilmente invitado a hacerlo), para seguir presentando proyectos sin discutirlo o consensuarlos con la derecha, los empresarios, los grupos fácticos y todos aquellos dueños del país, que exigen desde el anonimato. El establisment chilensis ve con malos ojos que se gobierne con el programa de reformas ofrecido al pueblo y por los cuales votó la ciudadanía para elegir a Bachelet y su mayoría parlamentaria. Algunos dicen, ¡pero hombre!, no puede gobernar con la “calle”, no se puede hacer caso a personas incapaces de entender lo que lee o gente que nunca a leído a Witten, Fukuyama, Whitman, y que nos están arrastrando a una debacle como país, mire Ud., como está
Europa. Tal cual, incluso hay un sociólogo que participa en un programa de la TV los domingos, que se refiere en términos similares.
Lo he señalado en diversos artículos anteriores sobre la crisis económica, están terminando con un mundo que hipotecaron con deuda y dinero que salió de la nada y que ahora debemos pagar todos, nuestros hijos, los nietos y los que vendrán, porque es impagable. Están terminando con algunos beneficios básicos que existían para la gente en Chile, Francia, España, EE UU, Europa en general, en ningún país se recuperarán. La avaricia del modelo es tan destructiva que avanzará hasta destruir todo antes que termine esta crisis. Lamentablemente, la rigidez del hombre impide un razonamiento tal que implique reconocer culpas y ceder espacio a los hombres sensatos, eso no existe.
La caída del petróleo no es producto del azar, como tampoco la recesión en Italia, Japón, el bajón de China, Chile, toda Europa está en crisis y no es casual ni accidental, fue fríamente pensada por poderosos grupos para trasladar la riqueza bajo su dominio. Alistair Maclean D., político británico, Ministro de Hacienda del Reino Unido entre 2007 y 2010, fue entrevistado en el 2014 y su mayor sorpresa fue una respuesta que recibió de los bancos ingleses. Cuando les pidió a los bancos más grandes de Gran Bretaña que dieran cuenta de los riesgos contenidos en sus negocios, los banqueros fueron incapaces de llegar a una respuesta coherente. Esta falta total de conocimiento, junto con la arrogancia de una toma de ganancias basada en el crédito laxo, fue el corazón de la crisis financiera, que no ha terminado. Está tomando más fuerza en la sombra para irrumpir sorprendiéndonos, más temprano que tarde.
La soberbia de la postura de la derecha chilena y su avaricia es la misma que se observa en la derecha norteamericana o inglesa, si no cree, ponga atención en lo que dice ex Ministro de Hacienda Felipe Larraín, Antonio Kast, Ernesto Silva, o Coloma, etc., ellos no se sienten parte del problema, la culpa es de los otros, los que piden salud, educación gratis, vivienda propia, un transporte decente y seguridad para vivir en paz. Tal como hablaba Mitt Romney a los selectos electores ricos que lo apoyarón contra B. Obama. Ellos creen que los pobres sobran y no deben tener derechos políticos ni derecho a voto. Lo han dicho, el mundo sería mejor y volvería a ser feliz, si hubiera miles de millones de personas menos. Suena familiar a la “solución final” del III Reich.
Mario Briones R.