Diciembre 26, 2024

Roberto Ampuero: más mentiras

A este capítulo mío sobre “Detrás del muro”, último libro de Roberto Ampuero, además de “Más mentiras” lo llamaremos “El encuadre político a la salida de Ampuero de La Habana”. No lo nominaremos “El Mal Agradecido” porque podría aparecer como paternalista, y porque esa característica se desprende sin necesidad de subrayarla con un título melodramático.

 

 

Dice Ampuero en parte de su recién publicado libro “Detrás del muro” (págs.124 y 125):

Después de mi renuncia a la Jota en La Habana opté por arrimarme a un buen árbol, porque ser independiente era riesgoso y podría día ser letal ingresé a la Unión de Jóvenes Democráticos de Chile, UJD –tan liberal como pequeña y tolerante- lo que me permitió salir de la isla bajo un pretexto noble: estudiar marxismo-leninismo en la RDA para continuar en el futuro el viaje a Chile en el marco de la política de retorno de la izquierda y fortalecer la resistencia contra Pinochet”. “En fin mi nuevo partido, la UJD, era la organización juvenil del partido MAPU Obrero y Campesino. El hecho de que el partido se llamara así indicaba que carecía precisamente de obreros y campesinos. La UJD reunía a decepcionados del socialismo real, de la dictadura del proletariado y de la estructura leninista de los partidos de izquierda y proponía una sociedad democrática, liberal y tolerante…Ahora debía moverme con cautela…”

1. Ampuero confiesa ahora, por escrito, a 35 años de los hechos, el porqué de su militancia política en éste o aquél: sólo “arrimarse a un buen árbol”, sean cuales sean las características del árbol y de la época.

Hace 35 años, al MAPU OC en La Habana; desde el año 1991 (“Nuestros años verde oliva”) a la derecha en Chile y EEUU. ¿Qué mejor árbol para un oportunista que el de los que tienen el control del poder económico y hace poco eran gobierno? ¿Hay un árbol que dé más “frutos” que el del multimillonario en dólares Sebastián Piñera? Sus últimos frutos para Ampuero: la embajada y el ministerio.

Ahora, que en los centros de poder occidentales aumenta el poder político de la extrema derecha (en EEUU el Tea Party, en Francia Le Pen) ¿no será más rentable para este liberal vendelibros arrimarse a ese bosque y a la UDI en Chile?

2. En La Habana hubo algunos chilenos que renunciaron, como en todas partes, al Partido Comunista (es su caso), al PS, al Mir, al PR y al propio MAPU OC. Ellos no recibieron represalia alguna que se conozca y algunos viajaron, además, a otros países. Sin renunciar a sus partidos viajaron también a otros países, a México y Venezuela, por ejemplo, la familia de Julio López y la familia de Francisco González, sin oposición de su partido y sin oposición, por el contrario –como también en el caso de Ampuero- con el apoyo del Partido Comunista Cubano.

3. Sobre “la cautela de los independientes” (era “riesgoso y podía ser letal”, dice), digamos que chilenos independientes de partido hubo en La Habana y no pocos. No conocí, y estoy seguro que Ampuero tampoco porque estaría preparando un tercer libro con las persecuciones a éstos, a independientes perseguidos o maltratados por serlo. Recuerdo a uno, el Doctor Vidal, un profesional muy destacado que fue director en “La Ceguera” (Hospital Oftalmológico de La Habana) y llegó a ser médico oftalmólogo de Fidel Castro, Raúl, Lage y los demás miembros del Buró del Partido Comunista de Cuba. Atendió también a muchos chilenos.

4. Después de alabar a la UJD por ser “liberal y tolerante” y por “proponer una sociedad democrática, liberal (de nuevo) y tolerante (de nuevo) en Chile”, la ridiculiza por ser raquítica y porque su partido madre, el MAPU Obrero y Campesino carecía, dice, precisamente de obreros y campesinos. Según él, el MAPU OC era un partido liberal, tan liberal en Cuba, digo yo, que lo mandaba a estudiar marxismo leninismo a la RDA (“materialismo histórico y comunismo científico”, agrego), además de literatura alemana, todo en universidades que dependían del Ministerio de Cultura que encabezaba Margot Honecker (¿o eso fue también una sorpresa para él?).

Caracteriza a Roberto Ampuero el intentar minimizar y ridiculizar superficialmente (muchos años después, claro, y cuando ya está inmerso en otro ambiente y poder y es otro el árbol a que se ha arrimado) a los que lo acogieron y, en muchos casos, lo apoyaron y lo mantuvieron. No es sólo un recurso literario en el escribidor palaciego. Lo hizo así con familiares muy cercanos, con Cuba y sus dirigentes, con la RDA y los suyos, incluso con aquellos a los que aseguró lealtad (Ej.: Luis Corvalán, Gladys Marín, los Honecker, Vilma Espín, Raúl Castro, Fernández Retamar, su primer suegro Fernando Flores, nosotros).

Lo caracteriza también el no tener reconocimiento alguno por aquellos que le tendieron la mano en momentos clave de su vida. Es lo que sucede con el MAPU OC y su juventud, la UJD (Unión de Jóvenes Democráticos), a quienes, confiesa a estas alturas, con un dejo aventurerista de ex embajador derechista y niño mimado, haber engañado, ya que se habría “arrimado” a ellos sólo para no quedar independiente, y sin jamás proponerse volver a Chile (!), como les dijo, “a fortalecer la resistencia”, cuestión a la que por cierto no estaba obligado.

El MAPU OC y su juventud jamás se plantearon, para sus militantes, “la política del retorno de la izquierda”. Dejaron a cada uno hacerlo según su criterio y la opinión de lo que llamábamos “el interior”. Sus dirigentes y cuadros clandestinos volvieron y salieron de Chile sin decirle nada a Roberto Ampuero. Hoy, a estas alturas, 35 años después, Ampuero se mantiene ignorante de lo que fueron las políticas de los partidos de izquierda en esos años, en las que posa de ser experto para alagar a la derecha y, por cierto, para vender libros a incautos y poco informados.

En los años a que se refiere Ampuero en su libro cumplimos en Cuba con nuestro deber militante al apoyar su viaje también militante a la RDA. Él era un exiliado en Cuba, muy bien considerado por el PC cubano, el gobierno de Fidel Castro, la Casa de las Américas dirigida por Fernández Retamar que lo destacó como escritor joven, la Federación de Mujeres Cubanas, y de una militancia comunista ya larga y muy intensa, en el Chile de Allende y Gladys Marín y en el Berlín Oriental de Honecker y Luis Corvalán, al que el escribidor soñaba con volver, y donde antes había elegido vivir después del golpe en Chile.

Estoy convencido que Ampuero eligió postular al MAPU OC en Cuba, después de abandonar el PC allí, y no postular, a otros partidos chilenos porque –no lo dice- el MAPU OC era una organización política con representación y acogida no sólo en Cuba, sino también en la RDA y la URSS, donde tenía representación ante sus partidos y sus gobiernos. El otro MAPU, la IC, el PR, el MIR y algunas otras organizaciones socialistas chilenas no tenían representación en Alemania Oriental y la URSS. O sea, Ampuero solicitó ingresar al MAPU OC porque así podía viajar a Alemania (donde había vivido y donde tenía amigos, algunos que militaban en el MAPU OC y habían sido compañeros de colegio en Chile, como K, V y G). Ese era “el buen árbol al que se arrimó”.

A fines de 1980 en Berlín era cabeza del MAPU OC el compañero Enrique Correa, en ese tiempo “un marxista por los cuatro costados”, que fue quien recibió y presentó al gobierno de Honecker al “liberal” Ampuero.

Y una última cosa al respecto:

A la altura en que Ampuero ingresó al MAPU OC (mayo de 1979), el partido y su juventud eran por cierto organizaciones democráticas, con vida democrática, con dirigentes electos, y luchaba por recuperar la libertad y establecer en Chile una democracia nueva que abriera camino a un socialismo por cierto democrático.

Creíamos en un socialismo que no fuera “ni calco ni copia” y lo decíamos. Los MAPU tenían ya más de 40 compañeras y compañeros asesinados por la dictadura, y entrar al MAPU OC o al MAPU en Cuba no era chunga: muy cerca de la fecha en que Ampuero se incorpora y sale de Cuba a la RDA, y milita en el MAPU OC, varios compañeros de Ampuero (y compañeras) se inscriben y preparan militarmente para ir a luchar con el Frente Sandinista en Nicaragua. Algunos fueron sus amigos. ¿Se olvidó de ellos ahora?

Desde su nacimiento, en 1969, como partido socialista, el MAPU tenía una aproximación crítica a las teorías revolucionarias, las sociedades y los estados. También la tenía con respecto a sus aliados. De otra manera no se explica su nacimiento. Pero esa visión crítica no le impedía tener una firme política de alianzas con el PC y el PS chilenos y una búsqueda de solidaridad y reciprocidad con partidos y estados antiimperialistas y del comunismo real.

No sólo en 1979 había, entonces, en ambos MAPU, una visión crítica del comunismo real, que se daba, en el caso del MAPU OC, en medio de una postura solidaria con el llamado campo socialista. A pesar de lo “pequeño” que éramos pensábamos con nuestra propia cabeza, y admirábamos en primer término las revoluciones cubana y vietnamita. El MAPU OC, además, mantenía relaciones privilegiadas con el partido soviético, el cubano, el alemán de Honecker, el polaco, el búlgaro, el rumano y hasta el coreano de Kim Il Sung. Como con los comunistas, socialistas y demócratas de todo Occidente: el Partido Comunista Italiano, el PS francés, el PSR peruano, el MIR boliviano, etc. En Chile teníamos fuerte presencia juvenil en entidades culturales de masas, una muy buena relación con la Iglesia Católica (en ese tiempo un bastión democrático) y producíamos publicaciones como “La Bicicleta” y “Primera Línea”, revista oficial de la UJD.

La dirección exterior del partido al que ingresó Ampuero estaba integrada por José Miguel Insulza, Enrique Correa, Eduardo Rojas, Alejandro Bell, Carlos Bau, José Antonio Viera Gallo, el Dr. Martínez, Gabriel Rodríguez, Juan Enrique Vega y el que escribe, a quien Ampuero llama en su libro, y con razón, “Ismael”.

En Chile, encabezaban la UJD compañeras y compañeros como Francisco Estévez, María Eugenia Pavez, Paulina Elissetche, Ricardo Wilson, J.Cuevas, Raúl Fernández, Rafael Guilisasti, Claudio Rammsy, Andrés Oyarzún, el cineasta Ignacio Agüero, los poetas Eric Polhammer, Jorge Ragal, Antonio Gil, Guillermo Bastías (Guillo) y otros.

Todos los partidos de la izquierda chilena que Ampuero conoció en esos años duros, para nada ridiculizables, le han dado democracia a Chile, a costos enormes y dolorosos. Ampuero, que hoy goza la democracia sin haber movido un dedo personal por ella, es muy pequeño como para rasguñarlos. Él aparece, lo confiesa hoy día, “aprovechándose” de la izquierda chilena en Cuba y la RDA. También por cierto se aprovechó de Cuba y la RDA. Creo que en ese tiempo sólo lo guiaba su olfato oportunista y marchó sin saber a ciencia cierta hacia dónde se dirigía.

Ahora, está claro para qué.

(Seguirá, porque el libro de Ampuero da para un comentario más).

 

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