Ni la derecha ni los socialistas españoles entiende el movimiento de descontento colectivo de los ciudadanos españoles indignados que desde hace cuatro días sacude al Estado español (*).
El movimiento es de hartazgo y en contra del sistema, los políticos, la crisis de las instituciones y la situación de pobreza material que se instala en la península ibérica y en toda Europa. “No nos representan” exclaman las muchedumbres movilizadas que acampan organizados en lugares públicos de Madrid. Y ante el peligro de rebelión social la Junta Electoral de Madrid prohibió la manifestación convocada para este jueves en la Puerta del Sol por considerarla que no se justifica en un período eleccionario. Medida antidemocrática que no hará más que exacerbar la indignación de los ciudadanos en contra de las autoridades inmersas en una profunda crisis de legitimidad.
El inesperado movimiento convocado gracias al poder de difusión de llamados y a la conectividad de las redes sociales virtuales en Internet tiene raíces recientes. Imposible no establecer una relación con las multitudinarias movilizaciones de los ciudadanos y trabajadores tunecinos y egipcios que derrocaron a dos dictadores y donde el reclamo de democratización de las instituciones choca con los intereses políticos y económicos del establishment dominante. Tampoco hay que negarse a ver que un nuevo ciclo de movimientos ciudadanos ya salió de su estado de gestación y se expresa con sorprendente vitalidad allí donde las frustraciones ciudadanas se acumularon para hoy explotar.
Los partidos hegemónicos españoles fueron tomados por sorpresa y hoy sus declaraciones muestran el grado de incomprensión de lo que sucede en la sociedad civil que no tiene miedo en poner a la luz del día la conflictividad social antes latente. Cabe señalar que el derechista Partido Popular de Rajoy y el Partido Socialista (que conserva el calificativo de obrero) de Rodriguez Zapatero fueron modelos para los partidos políticos chilenos de la Alianza derechista y de la Concertación. Pero ni el uno ni el otro ha sabido responder a las exigencias democráticas de satisfacción de las necesidades sociales de los asalariados españoles, al aumento de la cesantía y a la crisis y ofensiva neoliberal que golpea a toda Europa.
En Chile, la ineficacia de las instituciones ambientales y energéticas así como las decisiones aberrantes de las oligarquías propietarias en el plano económico como el proyecto de HidroAysén, donde la sociedad civil chilena se siente atropellada por los actores políticos, las empresas Endesa y Colbún y las grandes y energívoras compañías mineras (las principales beneficiadas con la depredación de la Patagonia) e intereses del modelo generan también un potente sentimiento de indignación.
Las declaraciones del Gobierno empresario de Piñera provocan una suerte de rebelión moral y ciudadana al ver el cinismo que se esconde cuando hoy se dice querer “consultar” a la ciudadanía. Consultación que realizarán los dueños del proyecto depredador de HidroAysén después que la construcción fue ordenada y digitada desde el Estado y Gobierno mismos. Si alguna preocupación democrática hubiera existido, un proceso independiente e imparcial hubiera sido realizado antes, por un organismo u oficina de audiencias públicas del Estado para consultar a la ciudadanía de las regiones implicadas. Pero esto es demasiado democrático para las elites binominales y sus políticos saltimbanquis que como el Sr. Lagos van de voltereta en voltereta desprestigiando la política ciudadana.
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(*) Ver nuestra columna acerca del origen del movimiento de indignación en el libro de Stéphane Hessel “Indignaos” disponible también en Internet.
http://generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=11834