Los portavoces israelíes tienen que trabajar duro para explicar cómo han llegado a matar a más de 1.000 palestinos en Gaza, la mayoría de ellos civiles, en comparación con los tres civiles que han muerto en Israel a consecuencia de los cohetes y morteros de Hamas. Pero en la radio, la televisión y los periódicos los portavoces del gobierno israelí como Mark Regev se muestran más sofisticados y menos agresivos que sus predecesores, quienes a menudo se mostraban visiblemente indiferentes ante la cifra de muertos palestinos.
Hay una razón que explica esta mejora de las habilidades en materia de relaciones públicas de los portavoces israelíes. A juzgar por lo que dicen, el manual de instrucciones que están utilizando es un estudio profesional, bien investigado y confidencial que explica cómo influir en los medios de comunicación y en la opinión pública estadounidense y europea. Escrito por el experto encuestador y estratega político republicano Frank Luntz, el estudio fue encargado hace cinco años por un grupo llamado The Israel Project, con oficinas en EEUU e Israel, para ser utilizado por todas aquellas personas “situadas en primera línea de combate en la guerra mediática a favor de Israel“.
Cada una de las 112 páginas del libro está marcada con la leyenda “no distribuir ni publicar”, y es fácil comprender por qué. El informe Luntz, titulado oficialmente “Diccionario Global de Lenguaje 2009 del Proyecto Israel“, fue filtrado casi de forma inmediata a Newsweek Online, pero su verdadera importancia rara vez ha sido apreciada. El texto debería ser de lectura obligada para todo el mundo, especialmente para los periodistas interesados en c ualquier aspecto de la política israelí, debido a las consignas que imparte a los portavoces israelíes sobre “lo que debe decirse y lo que no”.
Estas consignas son muy reveladoras de la brecha que separa aquello que los funcionarios y políticos israelíes dicen de lo que realmente piensan, estando lo que dicen minuciosamente ajustado al resultado de sondeos específicamente diseñados para descubrir qué es lo que los estadounidenses quieren oír. Desde luego, ningún periodista que entreviste a un portavoz israelí debería hacerlo sin leer este compendio de muchos de los temas y frases empleados por el señor Regev y sus colegas.
El manual está lleno de sabrosos consejos sobre la forma en que deben amoldar sus respuestas a las diferentes audiencias. Por ejemplo, el estudio dice que “los estadounidenses están de acuerdo en que Israel ‘tiene derecho a poseer fronteras defendibles’. Sin embargo, no le aporta ningún beneficio definir exactamente cuáles deberían ser esas fronteras. Evite hablar de fronteras en términos de pre- o post- 1967, ya que eso sólo sirve para recordar a los estadounidenses la historia militar de Israel. Eso resulta especialmente perjudicial en la izquierda. Por ejemplo, el apoyo al derecho de Israel a tener fronteras defendibles cae de un intoxicador 89% a menos del 60% por ciento cuando se habla de ellas en términos de 1967“.
¿Y qué hay del derecho al retorno de los refugiados palestinos que fueron expulsados o huyeron en 1948 y en los años siguientes y a quienes no se permite regresar a sus hogares? Aquí el doctor Luntz tiene un sutil consejo para los portavoces al afirmar que “el derecho al retorno es una cuestión demasiado peliaguda para que los israelíes la comuniquen de manera eficaz, pues en gran parte del discurso israelí resuena el eco de aquel “separados pero iguales” que invocaban los segregacionistas de 1950 y de los partidarios del apartheid de la década de 1980. El hecho es que a los estadounidenses no les gusta, no creen y no aceptan el concepto de ‘separados pero iguales’ “.
Entonces, ¿cómo deben los portavoces actuar con respecto a lo que el folleto admite es una pregunta difícil? Deberían llamarlo una “demanda”, partiendo de la base de que a los estadounidenses no les gusta la gente que hace demandas. “Luego diga que ‘los palestinos no están satisfechos con su propio Estado. Ahora exigen territorio dentro de Israel'”. Otras sugerencias para una respuesta israelí efectiva incluyen decir que el derecho a retornar podría llegar a ser parte de un acuerdo final “en algún momento en el futuro“.
El doctor Luntz constata que los estadounidenses en general tienen miedo a la inmigración masiva en EEUU, por lo que hablar de “inmigración palestina masiva” en Israel no les va a resultar agradable. Si nada de eso funciona, diga que el retorno de los palestinos “haría descarrilar los esfuerzos para lograr la paz“.
El informe Luntz fue redactado a raíz de la Operación Plomo Fundido de diciembre de 2008 y enero de 2009, que causó la muerte de 1.387 palestinos y nueve israelíes.
Hay un capítulo entero dedicado a la cuestión de “aislar a un Hamás respaldado por Irán y que constituye un obstáculo para la paz“. Desafortunadamente, cuando el 6 de julio se inició la operación Borde Protector a los propagandistas israelíes les surgió un problema, pues Hamas se había enemistado con Irán con motivo de la guerra de Siria y no mantenía contactos con Teherán. Las relaciones amistosas se han reanudado en los últimos días, gracias… a la invasión israelí.
Gran parte de los consejos del doctor Luntz se refieren al tono y a la presentación de los argumentos a favor de Israel. Según él, es absolutamente crucial exudar empatía hacia los palestinos: “A los sujetos a persuadir [sic] no les preocupa conocer cuánto sabes sino saber cuánto te preocupas. Debes mostrar empatía hacia ambas partes“. Eso podría explicar por qué numerosos portavoces israelíes aparecen casi sollozando por la trágica situación de los palestinos machacados por las bombas y proyectiles israelíes.
En una frase marcada en negrita, subrayada y escrita con letras mayúsculas el doctor Luntz sostiene que los portavoces y líderes políticos israelíes no deben nunca, nunca jamás, justificar “la masacre deliberada de mujeres y niños inocentes” y deben desafiar agresivamente a quienes acusan a Israel de tal crimen. Los portavoces israelíes sudaron la gota gorda para ser fieles a esta prescripción cuando el pasado jueves las bombas israelíes mataron a 16 palestinos en un refugio de la ONU en Gaza.
Hay una lista de palabras y frases que deben ser utilizadas y una lista de las que hay que evitar. El schmaltz(1) cotiza alto: “La mejor y única manera de lograr la paz duradera es conseguir el respeto mutuo“. Por encima de todo, hay que enfatizar en todo momento los deseos de paz de Israel con los palestinos, porque eso lo que anhela la abrumadora mayoría de los estadounidenses. Pero toda presión sobre Israel para que haga realmente la paz puede aligerarse diciendo: “[hay que avanzar] paso a paso, día a día“, lo cual será aceptado como “un enfoque razonable con respecto a la ecuación tierra por paz“.
El doctor Luntz cita como ejemplo de un “slogan israelí eficaz”, aquel que dice: “Quiero dirigirme especialmente a las madres palestinas que han perdido a sus hijos. Ningún progenitor debería tener que enterrar a su vástago“.
El estudio admite que en realidad el gobierno israelí no quiere una solución de dos Estados, pero dice que ese dato debe ser enmascarado porque el 78% de los estadounidenses sí la desea. Hay que enfatizar la esperanza en una mejoría económica para los palestinos.
Se menciona con aprobación al primer ministro Benjamin Netanyahu por haber afirmado que “es hora de que alguien le pregunte a Hamas: ¿Qué estáis haciendo vosotros para traer la prosperidad a vuestro pueblo?“. La pregunta resulta inverosímil de puro hipócrita: son los siete años de asedio económico israelí los que han reducido la franja de Gaza a la pobreza y a la miseria.
El objetivo de la presentación de hechos que hacen los portavoces israelíes es siempre dar a los estadounidenses y a los europeos la impresión de que Israel quiere la paz con los palestinos y que está dispuesto a ceder para lograrla, cuando todas las evidencias indican justamente lo contrario. Aunque no fue concebido como tal, existen pocos estudios que arrojen más luz que éste sobre el moderno Israel tanto en tiempos de guerra como de paz.
Nota:
(1) Schmaltz: sentimentalismo exagerado.
Traducción por Rebelión