Pensaba, estimado lector, hacer algunos comentarios a propósito de la nueva campaña del expresidente en tierras españolas, pero la agresión y matanza indiscriminada que una vez más el Estado israelí practica contra el pueblo ‘palestino me lo impide. Y digo, me lo impide, sobre todo, por la dolorosa pasividad y complicidad de los así llamados poderes internacionales, empezando por los poderosos medios de comunicación occidentales dichos “libres”. Ahora, la tragedia del avión malasio en tierras ucranianas servirá para distraer un poco la vista sobre el nuevo ataque israelí. Lo que más molesta sin duda es la ráfaga de desinformación permanente de la que somos víctimas. Sea por nuestra televisión, medios escritos o por la llamada prensa internacional. Es lamentable. Todo ello hace un llamado urgente a la necesidad de conformar un periodismo alternativo, una comunicación alternativa e independiente que nos permita a nosotros, ciudadanos de a pie, acceder a los ingredientes informativos suficientes para poder emitir juicios con un cierto discernimiento reflexivo. Y, no solamente, como ahora, teleguiados, por la última imagen, la última mentira o el ultimo engaño fotográfico o discursivo. Lo que se siente y duele, vuelvo repetir, es la pasividad. El silencio antes este nuevo ataque.
¿Qué será estimado lector? ¿Temor a represalias? ¿De qué tipo? Por cierto, el actual poder imperial único salió a justificar lo injustificable. La Otan y aliados suyos guardan ominoso silencio, salvo algunas palabrejas de buena crianza para que el Ejército más poderoso del Oriente Medio se comporte de manera algo más civilizada. Oiga, y ¿dónde quedó la ética política internacional?. ¿Y el así llamado derecho internacional? Parece que solo rige para los débiles o los que no pueden defenderse por sí mismos. Para los que mandan, ellos son el derecho, a la fuerza si es necesario. Me gustaría escuchar la voz fuerte del nuevo Papa también. Lo que parece imperar es el cinismo puro de los intereses estratégicos (tierra, petróleo y demases). Y para ese cinismo de los intereses, la vida de mujeres y niños, de civiles palestinos, no importan. Al contrario, estorban. ¿Vio usted como se juntaban a celebrar algunas comunidades israelíes los ataques de los suyos? . Ya van más de 250 vidas palestinas cegadas. Pero bueno, fíjese que en esa franja ocupada habrían descubierto -que horror-, varios túneles. Por favor, y que no se nos venga a justificar todo esto de nuevo con la teoría del empate moral, tan conocida de nosotros, a propósito de las violaciones sistemáticas a derechos humanos sufridas en los años de la dictadura cívico-militar. ¿Se puede comparar el más poderoso ejército de la región (sostenido con el apoyo permanente de los USA), con los remendados cohetes de Hamas?. ¿Me puede señalar usted dónde está el “poderoso” ejército palestino? Como siempre, en esas teorizaciones, las mismas víctimas son las culpables de lo que sufren y de su propia muerte. Claro pues. Por el hecho de ser lo que son. En este caso, palestinos y árabes. Doble pecado. Disculpe, triple, por haber sido desde siempre habitantes de esas tierras, hasta que fueron despojados de ellas a la fuerza. Hoy estorban. Deben ser sacrificados. ¿Y qué dicen nuestros periodistas o informadores? Repiten lo que inventan las cadenas internacionales con dueños conocidos. No dan y explican los contextos. No razonan sobre los por qué de los sucesos. Repiten lo que otros dicen sin ningún ejercicio reflexivo. Desde siempre, los más fuertes y más poderosos tienen una mayor responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos. Pero al parecer, esto ya no corre. Al contrario, desde el terror de Estado hasta las matanzas armadas se justifican por sí mismas. Matan y causan daño, hacen sufrir por eso: porque tienen el poder para hacerlo, y punto. De seguro seré tratado de ignorante por algunos. No me importa. Prefiero pasar por ignorante que por un culto “justificante” de tanta muerte y destrucción inconducente. Termino con las palabras de un judío al que admiro: “ Es mejor conformarse con otras verdades más modestas y menos entusiastas, las que se conquistan con mucho trabajo, poco a poco y sin atajos por el estudio, la discusión y el razonamiento (…) Es evidente que esta receta es demasiado simple como para cubrir todos los casos: un nuevo fascismo, con su retahíla de intolerancias, prepotencias y servidumbre, puede nacer fuera de nuestro país y ser importado, quizá en punta de pies haciéndose llamar por otros nombres; o puede desencadenarse dentro de casa con una violencia capaz de desbaratar todo reparo. Entonces los consejos de sabiduría ya no sirven y se debe encontrar la forma de resistir: también en esto, la memoria de lo sucedido en el corazón de Europa, y no hace mucho, puede servir de sostén y admonición (Primo LEVI: “Si esto es un hombre”).