Las declaraciones del senador Andrés Zaldívar tras el acuerdo entre el gobierno y la alianza derechista, sobre la reforma tributaria, y del que fue el gestor principal, han causado revuelo en medios periodísticos y en algunos legisladores de la Nueva Mayoría. Pero ¿Qué ha dicho el senador? En realidad nada del otro mundo, sólo ha dicho sin eufemismos lo que la clase política piensa y ejecuta desde siempre. Ha dicho, respecto del acuerdo tributario, que “este tipo de soluciones requiere una manera de hacer las cosas que no pueden hacerse de cara a la opinión pública”. Luego aplica una metáfora gastronómica: “en estas cosas no todo el mundo puede estar en la cocina, ahí muchas veces está el cocinero [Zaldívar es el Chef] con algunos ayudantes, pero no están todos, no pueden estar todos”. Con sus críticos, pone la guinda de la torta y les responde: “El que creía que iba a refundar la República estaba muy equivocado”.
El mensaje está claro. Para la clase política chilena los ciudadanos son sólo votos a captar en períodos de elecciones. El pueblo sólo sirve para legitimar a los políticos mediante un voto. En la clase política prima el chanchullo, la cocinería (recordemos el dicho popular: “está todo cocinado”); prevalece el nepotismo, el clientelismo. Funcionan de este modo desde que emergieron a la luz. No en vano su referente máximo es el mercachifle Diego Portales y las ciudades están plagadas de estatuas de oligarcas. Entonces, de qué se asombran los chilenos y algunos sectores del movimiento social. El senador Zaldívar ha dado una muestra más de su experticia en la cocina, repitiendo el mismo plato de siempre pero con aliños distintos y bien elegidos, así el gato tendrá mejor sabor a liebre, incluso superará el sabor de la liebre para sonrisa de los comensales. Bon appétit ciudadanos.