La marraqueta de oro está compuesta por una mayoría de manos mapuches que trabajan en las panaderías mapochinas. Eso sí que el Español en la caja y el alemán en la navaja.
Puede que se junten a jugar golf como los dueños de las farmacias y en el hoyo 11 uno le dice al otro: si nos coludimos en unos 200 productos podríamos ganar unos 45 palos verdes.
Menos uno por la multa, negocio redondo.
No es que se juntaran en el Restaurante El Hoyo. Es que subieron el elemento básico de homochilensis. Al frío amanecer del desayuno cuesta abrir la marraqueta de oro y ponerle un poco de mermelada de piraña.
Platapapán con la palta por las nubes de la once en las casas que está en frente de la refinería. Helia mira por la ventana y una extraña ceniza negra empaña la ventana que da directamente a la ciudad del petróleo. En la mera cercanía del enterrado Pinochet.
La colisa de oro la descubrió uno de los polis infiltrados por el ayudante del señor Berms y quedándose con la colisa brillante se puso malito o dijo que estaba con cagadera y se fue a la casa y cuando estaba en su pieza mirando la mochila robada le descubre el hijo y le dice padre: ¿Sube el sueldo de las ovejas que tu lobeas tanto como sube el oro y la marraqueta?
No se meta en tonteras canito hijo mío y vaya a su pieza y sepa que si no apoyamos la libertad del mercado no vas a poder hablar o mirarte con tus amiguitos en face o en el pajarito.
La cosa es que desperté por la música del sordo, mi vecino alemán, que vino a dar a Chile