Los señores Hasbún, Edwards, Silva, Bellolio y otros pocos más, son ahora la nueva generación de la derecha, desde que fue humillada por Bachelet en las últimas elecciones. Este conjunto de dirigentes se hace cargo de un equipo en medio de la competencia, pero con todo en contra. Es algo parecido a lo que aconteció a “La Roja” cuando desertó Borghi, es decir, un equipo descarrilado, revuelto, desordenado y perdido en el espacio y el tiempo, pero en medio de unas eliminatorias al mundial.
La derecha no tiene la opción de un pelado Sampaoli que los ponga en vereda. Piñera debe permanecer en el exilio por un tiempo más, pues su gobierno no dejó huella memorable alguna, excepto la de cerrar Punta Peuco; Chadwick es un dromedario cuyas ideas son tan obesas como su figura, es decir, ya nada ágil puede salir de su contextura física ni mental. Longueira está políticamente desahuciado y la Matthei está haciendo de “maestra con cariño”.
Estos pobres niños, hijos del “saudismo” (sauditas, ricos) nacional, no saben mucho de contradicciones ni contratiempos, pues, desde la dictadura, todo se les ha dado en bandeja y durante la Concertación todo se les regaló en abundancia.
¿Cómo se les puede pedir que tengan imaginación si, como enseña el dicho popular, “un hambriento discurre más que cien letrados”?
Pero alguien que ha vivido harto y ahíto, no necesitó nunca de discurrir nada. Por eso, ahora que salen al mundo y deben inventar, sólo se les ocurre imitar a los viejos sabuesos de la derecha tradicional, rancia y periclitante. Es decir, nada nuevo bajo el sol, solo sus caritas más lozanas y sus moditos de héroes de opereta. Pero de eso no puede vivir la derecha, más si desea salir del hoyo en que se encuentra.
Para resurgir de las cenizas se requiere tener alas nuevas, y no de cera, como el Dédalo aquél, pues el calor de las luchas por venir las derretirán y, lo más probable, es que se descresten estrepitosamente a poco que se encumbren, con desconsuelo lacrimoso de sus Icaros mentores.
Como los mozalbetes tienen poca imaginación y mucha ambición, no encuentran nada mejor que acusar a la pobre ministra de vivienda, que se las pela trabajando para subsanar algo que no es para nada inmediato ni fácil, o al pobre del Huenchumilla, a quien le dan 24 horas para que escuche los lamento de las “víctimas”; pero luego que cumple con ese perentorio, autoritario e inútil exigencia, le quieren acusar por andar simulando interés y manifestar preferencia por los “asesinos”.
¡Coño, qué fácil es vivir ignorando!
Porque si de asesinatos se trata, los hacendados del sur llevan una ventaja tan enorme en la historia contemporánea, respecto de los mapuches, que más vale ni contarla, para que no se horroricen los hijos de papi que no vienen preparados para saber de verdades dolorosas.
Lo cierto es que si esta generación de la derecha, nacida en cuna de oro, no se reinventa, entonces serán humillados una y mil veces. Yo soy de quienes piensa que estos niños tienen neuronas, pues están bien alimentados y no han vivido traumas que los pasmen, pero como no necesitaron usar su inteligencia, entonces se atrofiaron, como todo órgano en la evolución de las especies.
Pero ¿qué podría hacer la derecha ahora. La vida, nos enseñó la gente sabia, no es siempre cantar y bordar; siempre llegan las vacas flacas, como le anunció José al Faraón. Entonces, en esos tiempos de transición hay que acumular reservas, se debe uno retirar y prepararse. Lo que no es sabio ni tolerable es vivir como si la escasez no existiera, porque entonces se les verá como unos trogloditas, torpes y majaderos, capaces de aburrir hasta las esposas de los generales pinochetistas.
Yo les recomiendo que se dejen de imitar a los viejos coroneles de la UDI, ni traten de emular a Jaime Guzmán, pues el pasto no brota en verano ni los frutos se dan en invierno. Abonen sus mentes con conocimientos frescos; abran las ventanas de sus viciados dormitorios y sientan la brisa, miren al cielo y cuando llueva huelan el aroma de la tierra, que de la poesía de la vida suelen salir metáforas creadoras de sueños y artes bellas.
No saben ustedes, hijos de la derecha opulenta, lo desierta que está vuestra alma, lo sórdida que son vuestras voluntades, lo pequeña que son vuestras aspiraciones. Para cambiar y crecer en espíritu haced como san Francisco, desnudaos de vuestro ropaje, quémalo, ni siquiera lo regales e idos desnudos a meditar como peregrinos de la vida, pues lo que os faltó siempre es el contacto con la vida, la verdadera, la que socorre al sufrimiento, a la necesidad y al sueño no realizado.
Luego regresad y con humildad busca un espacio en la vida, busca un servicio honesto, busca una justicia simple, porque de lo contrario moriréis un día y de nada os habrá servido vivir; será como si nunca hubieses pisado esta tierra de Dios y de los hombres.